Peter Sagan: El campeón único y unánime

Han pasado 83 días desde que los comisarios del Tour de Francia decidieron expulsar de carrera a Peter Sagan por su encontronazo con Mark Cavendish, y que dio con el inglés en el suelo y también fuera de carrera. Tras días de ruido y furia, fueron doce semanas en las que el portento eslovaco volvió a competir y a ganar en el Tour de Polonia, el BinckBank Tour y el Gran Premio de Québec. En esta carrera canadiense sumó su victoria profesional número cien, con sólo 27 años y teniendo una fama de segundón que estuvo a punto de desquiciarle tanto a él como a sus aspiraciones. Y en este domingo 24 de septiembre de 2017, se convirtió en un ciclista único en la historia al ser el primero en ganar tres mundiales de forma consecutiva. Nadie antes lo había conseguido, y prácticamente nadie ha estado cerca ni siquiera de poder hacerlo.

Peter Sagan no se había cansado de ganar desde aquella París-Niza de 2010 en la que se presentó en sociedad. Pero dejó de ganar. Simplemente, algunos rivales eran mejores que él al esprint, no medía bien sus fuerzas o no acababa de leer determinadas situaciones de carrera. Todo cambió a mejor para él cuando en el Mundial de Richmond de 2015 decidió atacar en solitario en la última vuelta y romper con su mala suerte. Vestirse de arcoíris le encumbró a ganar su primer Monumento, el Tour de Flandes de 2016 y a volver a sumar victorias en el Tour de Francia y allá donde se propusiera. Aunque de él siempre se espera un poco más, por no decir lo máximo.

El ciclista más mediático del mundo también se ha convertido en una leyenda viva de este deporte, y no sólo en un corredor que era noticia por sus sonoras derrotas, por comportamientos lamentables como el que tuvo con una azafata durante una entrega de trofeos, por sus celebraciones extravagantes y a veces carentes de respeto hacia los rivales o, por supuesto, por el carisma que se ha ganado a pulso en la victoria y en la derrota. Ni Alfredo Binda ni Rick Van Stenbergen hace demasiadas décadas, ni el considerado más grande de la historia Eddie Merckx, ni tan siquiera el mejor mundialista contemporáneo como fue Óscar Freire, pudo soñar con ganar tres seguidos ni tampoco tuvieron relativamente cerca ganar el cuarto.

Rompió esa barrera, en un circuito que como él mismo afirmó en la previa ni tan siquiera salió a reconocer. Sin correr -nunca lo hará- en una selección potente o controladora como Bélgica o Italia y ganando a un ciclista que corría en casa, fiándolo todo a un desenlace que era una ruleta rusa, porque otro podía haber sido más rápido que él al esprint o sin ir más lejos, porque la rueda de Alexander Kristoff se quedó a escasos centímetros por detrás y hubiera cambiado toda la historia.

Peter Sagan llevará un año más el maillot más importante que tiene el ciclismo. Más que el amarillo del Tour, el rosa del Giro o el rojo de La Vuelta. Jerséis que como el del Tour ya ha probado esporádicamente pero nunca lo se lo quedará en propiedad porque nunca ganará una gran vuelta. Pero seguirá siendo el único ahora mismo que pueda ganar cuatro veces un Mundial y si sigue a este paso, llegar incluso a las doscientas victorias o al menos las ciento cincuenta. Ya tiene 101 y sólo cuenta con 27 años y al menos seis más al primerísimo nivel.

¿Hasta dónde llegará Peter Sagan? Hasta donde él quiera, aunque el karma vuelva a darle la espalda o se ponga de su parte, como reconoció tras vestirse nuevamente de arcoíris. Si gana Sagan gana el ciclismo, o al menos eso es lo que piensan la mayoría de aficionados. Porque tal vez convenga detenerse a reflexionar que su mayor victoria es la unanimidad que despiertan sus triunfos.