VOTA | La Strade Bianche y el sexto Monumento del ciclismo: ¿Merece serlo o es un debate absurdo?

¿Merece la Strade Bianche ser considerada la sexta clásica Monumento del ciclismo? Antes de intentar responder, un repaso a las cinco carreras que tienen este honor. Por orden en el calendario: Milán-San Remo (Italia), Tour de Flandes (Bélgica), París-Roubaix (Francia), Lieja-Bastoña-Lieja (Bélgica) y Giro de Lombardía (Italia).

A estas cinco carreras, alguna de ellas centenaria en el calendario y la historia del ciclismo en carretera, se les considera Monumento por una mera clasificación honorífica y de prestigio desde hace décadas. No hay un porqué exacto o preciso, pero los cinco Monumentos tienen esa catalogación y peso como las tres grandes vueltas por etapas (Giro, Tour y Vuelta). Otros aspectos son la distancia y la dureza de las mismas, superando algunas los 240 kilómetros o los casi 300 como la San Remo, además de atractivos en su recorrido como cotas adoquinadas, tramos llanos de pavé, o ascensiones reconocidas.

La Strade Bianche no tiene una larga historia, ya que es una carrera creada en 2007, pero en su evolución presenta ganadores de máximo prestigio como Philippe Gilbert, Fabian Cancellara, Julian Alaphilippe, Wout Van Aert, Mathieu Van der Poel o Tadej Pogacar. O sea, la élite absoluta del ciclismo contemporáneo.

Año tras año la organización, la misma que el Giro de Italia, ha ido incrementando los kilómetros, los tramos de tierra y también la dureza, convirtiéndola en una cita señalada en el calendario, justo después de la apertura belga de clásicas y antes de la Tirreno-Adriatico y la Milán-San Remo.

En la edición de 2024, que tiene a Tadej Pogacar como máximo favorito, se supera la barrera de los 200 kilómetros y afrontará un circuito final. Éstas son las novedades principales de esta 18 edición, que acumula 72 km sobre tramos de tierra blanca.

Para empezar, los 6 primeros tramos de los 15 diseñados, serán largos pero más practicables, y la primera selección llegará en San Martino in Grania (km 112) y Monte Sante Marie / Fabian Cancellara (km 131), mientras que la parte decisiva se afrontará a partir del km 160, a 55 del final, con ese doble bucle.

Los ascensos a Colle Pinzuto y Le Tolfe -último ‘sterrato’-, a 12 km de meta, y las novedades de Strada del Castagno (km 175) y Montechiaro (km 189; en bajada) añadirán aún más exigencia a la carrera más peculiar del calendario. El final incluye un repecho en Via Santa Caterina y la entrada en la Piazza del Campo de Siena.

Además de la Strade Bianche, existen clásicas de más tradición que en ocasiones han sido consideradas como ese sexto Monumento oficioso. Se trataría de la Flecha-Valona, la Gante-Wevelgem o la París-Tours, también con permiso de la Amstel Gold Race, la carrera holandesa que patrocina la célebre marca de cerveza.

Si bien es cierto que esto no deja de ser una consideración oficiosa y que hasta hace dos décadas las grandes clásicas estaban bien agrupadas en una clasificación llamada ‘Copa del Mundo’, el debate de la Strade Bianche como ese sexto Monumento ha salido por puro interés desde Italia y también por el periodismo ciclista anglosajón, con el propósito de añadir un atractivo más al relato.