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Tour de Francia 2019: Thomas De Gendt, amor eterno a este ciclismo moderno

Adrián G. Roca

Actualizado 13/07/2019 a las 23:33 GMT+2

Cada vez que va en una fuga, van a pasar cosas extraordinarias. Mientras el ciclismo moderno se empeña en dar algún motivo para que lo odiemos un poquito, Thomas De Gendt y su obcecación nos regalan el antídoto para seguir amándolo.

Thomas De Gendt après sa victoire à Saint-Etienne.

Fuente de la imagen: Getty Images

Conforme huye del pelotón, Thomas De Gendt sólo persigue grandes victorias. Así ha fraguado prácticamente las quince de su carrera: hacia adelante y dejando atrás la rigidez y el punto de cobardía que se ha instalado en el ciclismo actual. Lo único que aprovecha de las ventajas del postureo contemporáneo son sus redes sociales para fotografiar sus cenas o contar en primera persona sus aventuras en bici. El resto en él es ciclismo añejo, sin moderneces criticables.
El Tour de Francia no le debe ninguna victoria porque ya tenía una, concretamente en el Mont Ventoux. Pero aquella tarde de julio de 2016 nadie glosó la gesta de este descomunal ciclista porque todos los focos se los llevó Chris Froome cuando salió corriendo su bicicleta, justo después de que una moto y el público provocaran aquel lamentable incidente.
Su escapada camino de Saint-Etienne y la culminación de la victoria harán que por fin la carrera más importante del mundo le recuerde para siempre. Porque también ganó solo en la cima del Stelvio, y aunque fue espectacular y estuvo cerca de llevarse aquel Giro de Italia, ganar en el Tour no es lo mismo: es lo máximo.
Lo único que le debe la carrera más importante es un premio de la combatividad que le esquilmaron por no ser francés. Una injusticia en la que todo el mundo le dio la razón. Y él nos la da todos en cada escapada, provocando una unanimidad que pocos ciclistas hoy despiertan. Porque las fugas se regalan, porque el esfuerzo se mide al milímetro y porque las actitudes y tácticas más conservadoras se han apoderado de las grandes carreras, aunque en el fondo sea o parezca lo correcto.
Thomas De Gendt preserva su sello de ciclismo de antaño en cada etapa que se marca. Luego tal vez no le salga, como estuvo a punto de no salirle en Saint-Etienne gracias a la actitud encomiable de Julian Alaphilippe y Thibaut Pinot, luchando uno por recuperar el maillot amarillo y el otro por ganar este Tour de Francia.
Cada vez que arranque una fuga en la que esté presente, es motivo más que suficiente para estar enganchados a Eurosport y no perderse ni un solo metro de etapa. Thomas De Gendt y su forma de ganar han convalidado el sopor camino de Chalon, una larguísima jornada en la que no pasó prácticamente nada salvo el esprint. En un recorrido acertado y con un ciclista acertado como De Gendt, este deporte seguirá haciendo afición, enamorando a cualquiera y evocando ese aroma de antaño, cuando todos coinciden que había más valientes.
¿Qué pasaría si no existiera Thomas De Gendt? Se preguntaba el experto periodista Luis Guinea. Él sabe perfectamente la respuesta. Y todos los que amamos el ciclismo aunque el moderno no nos guste tanto como el de antes, también. El ciclismo moderno no sería lo mismo sin él. De hecho sería peor.
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