El complejo agujero que atraviesa Fabio Aru

Apenas han pasado tres años de la victoria de Fabio Aru en La Planche en el Tour de Francia 2017. Y poco más de cinco cuando en 2015 ganó La Vuelta y meses antes fue segundo en el Giro de Italia poniendo contra las cuerdas a Alberto Contador. De hecho, el hoy comentarista de Eurosport le señaló como su sucesor natural, diciendo que la actitud en carrera y el estilo atacante del sardo le recordaba a él mismo en sus inicios.

Su imagen de hace unos días descolgado del pelotón y completamente frustrado, abroncando al cámara desde la moto por inmortalizar ese momento de debilidad y miseria, parece distar años luz de aquel ciclista dominador que iba camino de ser y que en algún momento y por diversas razones se quedó en el camino.

Si el cambio de ver a un ciclista atacar con decisión en montaña a verle hundido sobre su bici ya puede resultar dramático de por sí, comparar su obligado cambio de discurso es un poco más doloroso. Para él y para los aficionados que han pasado de escuchar “no me cansaré de atacar a Chris Froome” a “ahora estoy aquí, atrapado en agujero, sin entender realmente por qué”.

Esta última frase corresponde al momento posterior cuando abandonó el Tour de Francia 2020. Llegaba recuperado de su operación en la artería iliaca a la que se sometió en abril de 2019, con sus mejores datos de entrenamiento de los últimos tres años y con la ambición de volver a ser protagonista y ayudar a ganar el Tour a su joven compañero de equipo, Tadej Pogacar.

Más gruesas fueron las de su jefe, Giuseppe Saronni, quien no dudó en arremeter contra él y quien había tomado la decisión dentro del equipo Emirates de alinearle para este Tour de Francia.

El ciclista no ha contestado a su jefe, pero sí volvió a hablar a través de una reveladora foto en su Instagram, despidiendo a su abuelo Antonio, fallecido recientemente y, tal vez, la explicación a esa fragilidad demostrada en carrera.

Volviendo a un plano estrictamente deportivo, aquel ilusionante Tour de Francia de 2017 donde llegó como campeón nacional italiano, ganó una etapa y llegó a arrebatar el maillot amarillo a Chris Froome, siendo el primer y único ciclista que lo ha conseguido en todos los años de dominio del inglés, le sirvió para firmar un contrato millonario con el Emirates, la estructura sucesora del Lampre y que desde aquel momento se sirvió de un sustancioso patrocinio basado en petrodólares para convertirse en uno de los nuevos ricos del World Tour.

Evidentemente, las expectativas con este ciclista eran y debían ser las más altas posibles. Pero a partir de ahí todo fue a peor. En aquel Tour 2017 vistió de amarillo dos días cuando fue arrasado por Froome y el potencial del Sky y finalmente ni siquiera subió al podio. Sus ambiciones y proyección seguían intactas, pero basta con repasar sus resultados en 2018 y 2019 para comprobar esa curva descendente.

En este rehecho calendario de competición post coronavirus, Fabio Aru aún tiene la oportunidad de recuperarse física y mentalmente si finalmente participa en el Giro de Italia o la Vuelta a España. A sus 30 años y sin contrato para 2021 porque en diciembre expira su compromiso con el UAE Team, sólo le queda recuperar la actitud de aquel ciclista que fue no hace tanto.