El análisis de Antonio Alix del recorrido del Tour 2023: Montaña repartida y solo una contrarreloj

Pero sea cual sea el recorrido y el diseño de las etapas, es la carrera más importante del calendario, de la que está pendiente no solo el verdadero aficionado al ciclismo sino mucha más gente que apenas se fija en el resto de carreras. Por ello -sin saber exactamente quienes participarán de los grandes líderes que lucharán por al general ni los que buscan lucirse en etapas puntuales- la presentación del recorrido es un día de gran relevancia.

Se sabía que la salida iba a ser en Bilbao, que además iban a ser salida o meta las otras dos capitales vascas, que tras cruzar a Francia en la tercera etapa se iría hacia Pirineos y que desde ahí ya se iría hacia el norte pasando por otras de las cordilleras francesas. Lo filtrado a la prensa los días previos casi se ha cumplido. Se ha confirmado el dibujo en el mapa -que no toca nada de las zonas este, norte y mediterránea de Francia- y que la montaña esta repartida durante todo el recorrido, de hecho, ya la habrá de cierta dureza en las etapas vascas. La excepción ha sido la ausencia de contrarreloj en la primera semana y en el programa solo quede una etapa de este tipo; corta de kilometraje, apenas 22, pero exigente por el trazado.

Esta es la única laguna que yo le pongo al recorrido. Si en el Giro van a ser tres, que en Tour solo haya una me deja descolocado: para mí lo ideal habría sido poner una llana que rondase los 40 kilómetros antes de las dos etapas pirenaicas, con lo que se afrontarían las dos pirenaicas ya con diferencias entre los candidatos a la general… si es que no las ha habido en las dos etapas iniciales que tienes sus emboscadas. Una contrarreloj inicial que es lo que casi toda la prensa había anunciado pero que se ha quedado en el tintero. La única que queda es además demasiado corta, eso sí con trazado técnico y cariado en el que, aunque se use bici “cabra” habrá que utilizar todo el abanico de desarrollos.

El resto del recorrido me gusta. Francia tiene mucha extensión como para poder tocar casi todo su mapa, de ahí que -como también sucede en al otras dos grandes vueltas- haya regiones que se queden fuera del recorrido. Basta con ver la foto del mapa para corroborarlo. A cambio se tocan todas cordilleras, con lo que hasta ocho etapas se pueden considerar de alta montaña. No las hay de alto kilometraje -de hecho la más larga es la segunda con 209, lo que supone la más corta en toda la historia del Tour en cuanto a la más larga en cada edición- tampoco me parece muy grave, dado los ejemplo que hay de etapas que por su kilometraje pierden combatividad.

Que falten los puertos más famosos de los Alpes tampoco lo veo una gran pérdida, porque allí hay carreteras para trazar etapas duras y atractivas sin tener que pasar por los mismos puertos que en 2022. Además, gracias a esa intención de tocar todas las cordilleras, habrá montaña hasta la penúltima etapa, en la que ojalá la general no esté sentenciada. Ya lo estará se supone el último día en Paris, con etapa típica para el esprint que am mi no me parece que sobre. No comparto esa opinión de que la etapa final en plan paseo sobra; gracias a ella los esprinters aguantan en las etapas de montaña. El Tour siempre será el Tour y ojalá el espectáculo sea similar al de 2022.