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La otra cara de La Vuelta que acabó en el Santiago Bernabéu

Adrián G. Roca

Actualizado 06/09/2019 a las 09:27 GMT+2

Aitor González ganó La Vuelta 2002 en el mismo centro del campo del Santiago Bernabéu. El ciclista conocido como Terminator culminó su remontada en una contrarreloj final en la que arrasó a sus rivales, viviendo el mayor momento de su convulsa carrera. Tanto, que desde lo más alto de la casa del Real Madrid se creyó un galáctico más.

Aitor González, Vuelta a España 2002 en el Bernabéu

Fuente de la imagen: Eurosport

El ciclismo se lleva muy bien con los estadios de fútbol. Tanto que cuando el Tour de Francia o la Vuelta a España ya eran un fenómeno de masas por sí mismas, solían acabar en el Parque de los Príncipes de París y en La Catedral del fútbol español, o sea, en San Mamés.
La última vez que una grande acudió a un templo del balompié fue el Tour de Francia 2017 en el Velodrome de Marsella, y aunque la casa del Olympique tiene el nombre más ciclista del fútbol mundial es de ingrato recuerdo para Mikel Landa, por perder el podio por un solo segundo y especialmente, fue un pésimo trago para un Romain Bardet cuya foto agonizando y completamente vacío y hundido en las entrañas del estadio fue una de las imágenes más impactantes que nos dejó la pasada ronda gala.
Si hay un final célebre en un campo de fútbol fue el de La Vuelta 2002, ganada en el mismo césped del Santiago Bernabéu por Aitor González. El Centenario del Real Madrid incluyó en uno de sus fastos acoger la última etapa de la ronda española, una contrarreloj individual en lugar del tradicional esprint por La Castellana que no defraudó. Pero la intrahistoria de aquella carrera y su inesperado ganador no fue cómo el vasco arrasó a Roberto Heras camino de Chamartín o cómo su compañero de equipo y a la vez enemigo Óscar Sevilla acabó tan hundido que ni tan siquiera se hizo la foto en aquel podio futbolero, ya que Joseba Beloki ocupó el tercer puesto del cajón.
Heras, Aitor González y Beloki en Vuelta 2002 en el Bernabéu
Lamentablemente, Aitor González ha sido noticia estos últimos años por sus problemas personales. Por haber sido detenido por robo y por haber estado involucrado en otro tipo de escándalos que acabaron con su reputación pero que no vamos a recordar en esta historia. ‘Terminator’ tuvo su minuto de gloria en el Santiago Bernabéu y desde lo más alto de ese campo de estrellas empezó a pensar en grande como ciclista. Tal vez demasiado, porque tras proclamase campeón de aquella Vuelta creyó que también podía ganar a Lance Armstrong.
La Vuelta a España de 2002 se resolvió en el Santiago Bernabéu aunque se decidió muchas etapas antes en las rampas de L’ Angliru. Aitor voló por libre dejando descolgado a su jefe de filas y líder de la carrera Óscar Sevilla, en un movimiento que favoreció a Roberto Heras, quien salió líder aprovechando esa guerra interna del Kelme.
Era una Vuelta de las de toda la vida, con tres o cuatro españoles peleando entre sí para salir campeón, sin tener el típico enemigo real extranjero. Y el relato de aquella época no tan lejana se enriquecía con los testimonios de los familiares de los ciclistas implicados, hasta el punto que una vez abierta en canal la guerra civil del Kelme el padre de Aitor González dio mucho juego a los medios diciendo literalmente: “A mi hijo le tratan peor que a un delincuente. Belda (director del equipo) le dice a Aitor que nunca podrá ganar La Vuelta y que el líder es Sevilla, pero en la prensa va vendiendo que hay dos líderes. Belda utiliza a los medios para poner paz, pero esto es un polvorín”.
Final de la Vuelta 2002 en el Bernabéu
Aquel polvorín duró hasta el mismo centro del campo del Bernabéu, pero en aquella contrarreloj final que arrancó del entonces recientemente inaugurado parque de atracciones de la Warner Bros en Madrid se veía muy claro que un contrarrelojista puro como ‘Terminator’ González iba a meter una buena minutada a Roberto Heras, ya que supo salir vivo del resto de etapas de montaña en las que el bejarano podría haber sentenciado.
Cuando Roberto Heras entró vestido con el maillot dorado al Bernabéu, casualmente por la misma puerta del fondo sur por la que entró la portería de repuesto en aquel Real Madrid-Dortmund, Aitor González ya saboreaba la mayor victoria de su eléctrica carrera en el mismo vestuario donde se cambiaban Raúl, Roberto Carlos o el recién llegado Zidane.
Una enorme pancarta que rezaba ‘Terminator’ presidía uno de los fondos de un Bernabéu relativamente lleno, tanto que pese a que la entrada era gratuita llegó a tener reventas por dos mil pesetas. Aquel 22 de septiembre de 2002 aclamaron a todos los ciclistas que iban entrando de uno en uno con sus bicis de crono, pero un madridista confeso como González se llevó la mayor ovación cuando se enfundó una camiseta blanca que el mismísimo Florentino Pérez le entregó con el dorsal número 1. Dijo estar impacto porque “no es lo mismo ver cantidad de gente en un final en alto, que este mogollón del Bernabéu con un griterío incesante”.
Camiseta de Aitor González, Vuelta España 2002 Bernabéu
Aquella tarde un Aitor González que ya dejaba entrever su necesaria salida del Kelme tenía licencia para creerse un ‘galáctico’ más. Hasta el punto de rechazar públicamente una oferta del US Postal, el equipo de Lance Armstrong, porque él quería elegir un destino donde fuera el líder indiscutible. No ganó el Tour, ni tan siquiera estuvo cerca de hacerlo, pero pese a todo tuvo una carrera y un palmarés nada despreciable… hasta que colgó la bici. Años después, tal vez Terminator haya pensado que esos momentos en el Santiago Bernabéu no deberían haberse acabado nunca.
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