Vuelta a España 2023 | La opinión de Luis Jiménez | Último Diario Irreverente de La Vuelta: Ganó el Ciclista del Pueblo

La carrera llega a la semana decisiva, con el miércoles de Pasión con el Angliru rodeado con un círculo. Antes, tras el último día de descanso, jornada con mono puerto muy guillenesco. Aparentemente, una jornada de transición en la lucha por la General…hasta que saltaba Vingegaard para reducir un minuto la desventaja que tenía en la clasificación con respecto a Kuss. La norma no escrita del ciclismo dice que nunca, jamás, never, ever, forever se ataca al líder de la carrera…si es de tu mismo equipo. Un escenario que deja abierta la espita de las especulaciones que van, poniéndonos en lo malo malísimo, que el equipo es la cuadrilla de Pancho Villa, que nadie trabaja para nadie, que los egos de los tres no caben en el autobús; o desde el buenismo bueno, que es una competencia noble en la que ganará quien más lo merezca, que la ambición por llegar a Madrid con el podio al completo es máxima, sin importar el orden, o que querían dedicar a Van Hoydonck el triunfo tras el grave accidente sufrido por el compañero. En cualquier caso, el desconcierto es razonable. Como también es desconcertante que nadie ajeno a Jumbo pestañeara ante el ataque ganador del danés en Bejes. Son los más fuertes, los que cuentan con mejor equipo y más alternativas, pero si no les plantas batalla…

El deporte de élite, por mucho que nos hayan vendido la burra, a veces, solo a veces, tiene un componente de épica colectiva. Lo habitual es que se trate simplemente de una batalla de egos descomunales en la que se impone quien tiene el ego más grande. Llegó el gran día, el esperado día del Angliru, montaña icónica, de imágenes que no envejecen de dolor, esfuerzo, niebla, lluvia y hazañas, de rostros de sufrimiento, de batallas memorables y de morbo, mucho morbo por conocer qué iba a suceder en la batalla por el liderazgo en el equipo que lidera con mano de hierro la carrera. Era, además, el 29 aniversario del chico que todos queremos que gane la Vuelta porque es bueno, es simpático, es currante, es risueño, vamos, que lo tiene todo para hacerse querer. Pero no, que no hay manera, que no hay Justicia para los pobres, que aquí nadie te regala nada (ni en el día de tu cumpleaños) y que sálvese quien pueda, que tonto el último y que apague la luz al salir. Que sí, que era un sueño muy bello pero, seamos realistas, el ego de Vingegaard y Roglic es tan enorme que no tienen espacio suficiente en la misma habitación y que el sueño de ver a Kuss en Madrid va a quedar en eso, en un sueño. Por cierto, de los demás, ni están ni se les espera en la batalla, bien por miedo, bien por falta de fuerzas, bien por resignación, pero nada, cero pelea. Jumbo es el equipo más fuerte, no hay duda, pero es aún más fuerte por la incomparecencia del rival. Fea imagen, mil excusas.

Vaya por delante que el palabro mal sonante no es mío, sino del siempre circunspecto Javier Ares, que hizo de portavoz oficioso del aficionado hispano ante las tropelías que Jumbo y sus dos líderes estaban perpetrando contra nuestro Hijo Predilecto del Pelotón, una especie de Cenicienta convertida en princesa y maltratada por las hermanas malvadas y la madrastra perversa. Ignoro si por clamor popular, por marketing, por lavado de imagen o por justicia deportiva, lo cierto es, que en las montañas asturianas, segundo acto, se hizo público el acuerdo de colaboración para que Durango Kid fuese el único candidato ‘jumbista’ a ganar esta Vuelta. Eso sí, luego entramos en los matices, como la generosidad de Vingegaard, reconociendo que Kuss se lo merece por todo el trabajo que ha hecho para ellos; o la tibieza de Roglic y sus sensaciones encontradas. Pues eso, que nuestro americano-andorrano-enamorado de catalana tendrá premio y todos, o casi todos, felices.

Dicho lo cual, majestuoso Remco Evenepoel, ambicioso como pocos, con un equipo escaso y cascado, capaz de perder una general pero ganar tres etapas de esta Vuelta, mucho más que lo que otros van a poder presumir, más allá de ataques pancarteros para intentar quedar bien y poco más. Queda abierto oficialmente el concurso a la mejor excusa.

Siempre que se plantea una etapa destinada a los velocistas, ya se sabe el guion: una fuga, el pelotón los cocina al baño maría, la captura a pocos kilómetros de meta y la locura, con un altísimo riesgo de que alguien se mate en el camino. Lo mejor del asunto, que nadie terminó en Urgencias. Ganó Dainese, el italiano del DSM.

Una Lieja para rematar La Vuelta y con 207 kilómetros ¿Os gusta? Pues a los gallos, nada. Fuga grande y buena, trufada de cazaetapas de prestigio y categoría. Al resto, ni estaban ni se les esperaba. Una pena, ya que era una etapa con posibles y apta, muy apta para proponer batalla. Pero nada, agua, día a título de inventario y se acabó lo que se daba.

Ganó Wout Poels, adelantándose a Evenepoel y bravo por el chaval del Burgos, Pelayo Sánchez, con el tercer puesto en Guadarrama. Y poco más. Ni siquiera un triste ataque pancarteril para moverse un poco en el podio. Eso sí, todos felices y contentos por el triunfo en Madrid de Sepp Kuss, Durango Kid, el Ciclista del Pueblo. He dicho.

Para este modesto escribidor, esta etapa-no-etapa es un pequeño fraude. Un paseo sin sentido para que los supervivientes de la carrera celebren que llegan a Madrid y digan aquello de, ´Colorín, colorado, esta Vuelta se ha acabado’. Pues eso, que ganó Groves, la tercera del maillot Verde. Hasta el año que viene en Lisboa.