Vuelta a España 2023 | Entre el espectáculo y el tedio: Jumbo-Visma, un equipo para dominarlos a todos

Hace poco alguien, a quien esto de las bicis ni fu ni fa, me cuestionaba con cierta incredulidad que cómo me atrevía a considerar el ciclismo un deporte de equipo. Y en el fondo podía hacer por entenderle, porque aquí (casi) siempre la gloria es individual. Ahora, si el susodicho quería comprender mi postura, lo ha tenido fácil con haber visto esta Vuelta a España. Eso sí, enganchado supongo que no haya salido de ella.

Una Vuelta ‘secuestrada’ por un Jumbo-Visma que nos viene a recordar el porqué apareció en este mundo. Los herederos del polémico Rabobank, quienes en 2013 decidieron limpiar su pasado y empezar de cero, dejando de lado un patrocinio icónico pero manchado por el dopaje. Su obsesión, suceder a la supremacía del Sky. Aunque los comienzos nunca fueron fáciles, ya que de una de las escuadras por excelencia pasaron a ser “el segundo presupuesto más bajo del pelotón”, bautizados con el nombre de Belkin (Blanco). Toda una declaración de intenciones.

La naranja mecánica, siempre en comparación con la mítica selección holandesa, pasó a ser “el Real Madrid del ciclismo”. Así lo expresó Tom Dumoulin, cuando anunció su fichaje por las avispas en 2020. Aunque siguiendo con las comparaciones futbolísticas, Merjin Zeeman, máximo responsable y líder en la sombra, siempre se ha decantado por el Barça de Guardiola. Fiel seguidor del estilo de Cruyff, su forma de gestionar el equipo busca la excelencia entre el espectáculo y el control de la situación. “Queremos que todo el mundo sepa cómo corre Jumbo-Visma, igual que todo el mundo sabía como jugaba el Barça” decía hace unos meses en una entrevista para el medio Relevo.

"Nos fijamos mucho en aquel equipo de Xavi, Iniesta, Messi… De hecho, tenemos una presentación en la cual está escrito que queremos hacer historia juntos, y en la diapositiva pusimos una foto del Barça en la que se puede ver cómo triangulaban los futbolistas entre sí, con pases cortos, encontrando siempre una solución para progresar entre las defensas", sentenciaba un Zeeman que también se comparaba con los Chicago Bulls de Michael Jordan o los All Blacks.

El Giro de Roglic, el Tour de Roglic y la Vuelta de Kuss. El año de ensueño de Jumbo-Visma. El mejor de siempre de un conjunto ciclista. Con un broche para el recuerdo en la ronda española. Triplete en el podio de Madrid, algo sólo visto en la Vuelta de 1966 con el Kas y en el Tour de 1913 con Peugeot. Triplete en las tres Grandes Vueltas, un hito que nadie antes había conseguido. Un equipo para dominarlos a todos. Y es que desde 2019, temporada en la que entró como patrocinador Jumbo, cadena de supermercados de los Países Bajos y que abandonará la estructura en 2024 ya que han ganado "todo lo que hay que ganar", los neerlandeses han logrado siete Grandes Vueltas, seis podios más y acaparan todos los elogios.

Pero también, como a toda buena dinastía, la sobrevuelan críticas y polémicas. Sin librarse tampoco de las especulaciones de dopaje, los fantasmas del pasado. “Entendemos el escepticismo que puede haber al ocupar las tres plazas del podio, pero la gente no sabe el esfuerzo que hacemos, cómo cuidamos cada detalle. No hay dudas sobre nosotros. Cuando ganas es porque ganas, si no ganas es porque no ganas. El dopaje no está aquí. Para mí eso no es deporte”, respondió de manera contundente Jonas Vingegeaard. El mismo que parece abusar de su plena potestad, en su condición de ganador del Tour, para conseguir que una etapa como la de Montjuic se neutralizase por la lluvia. O también para liderar la actitud de su propio equipo, tildada de ‘mafiosa', frenando al pelotón en pleno transcurso de una jornada.

Jumbo es un gigante que impone respeto. Aunque por el camino se quieran desmerecer sus victorias con el tema de los presupuestos y límite salarial. Algo que, por cierto, jamás te garantizará el éxito. Véase en el UAE o el INEOS, con un poder económico incluso superior. La realidad, por mucho que ahora se quiera regular, es que hay un trabajo de base. De detección de talento. De sus tres campeones, ninguno llegó con el cartel de ello. Roglic era un exsaltador de esquí al que ficharon del Adria Mobil, equipo ameteur, sin haber siquiera debutado entre profesionales a sus 26 años. Vingegaard, el ‘pescadero’, fue reclutado del ColoQuick en 2018, sin grandes resultados en su época de junior. Kuss, este si era escalador de profesión, llamó la atención con sus actuaciones al otro lado del charco, apostado entonces por un corredor totalmente desconocido para el público europeo. Se puede decir que el único fichaje mediático es el de Wout van Aert.

Verles exhibirse en escenarios como el Tourmalet y el Angliru ha sido hipnótico. No se podrá decir que no lo hayamos disfrutado, porque así tiene que ser cuando sabes que estás viendo algo que será recordado. Porque sí, el Jumbo será recordado. Y como aquellos que han dominado de esta manera tan aplastante y exuberante, también tienen sus retractores. Consecuencias de no dejar ni las migajas. "Es muy frustrante”, dijo Juan Ayuso tras la etapa del Tourmalet. "A nada que arrancamos nos bloquean, hacen la carrera aburrida”, criticó Mikel Landa después de ver como le secaban todos sus movimientos camino de Lekunberri.

El caso es que la tiranía de Jumbo-Visma terminó por deslucir el propio espectáculo de La Vuelta. Las avispas sometieron a sus rivales hasta el punto de que, ya con triplete en la mano y en pleno ambiente tedioso, dieron rienda suelta a sus tres líderes. Algo que personalmente me complació. Pero todo cambió en el hotel la noche posterior al Angliru. Eso, sin una cámara de ‘El día menos pensado’, se quedará ahí, por supuesto. A mí me hubiese gustado verles competir hasta el final, pero no os voy a engañar, por otro lado, que no me alegrase por Sepp Kuss. Es que supongo que sea imposible no alegrarse por Sepp Kuss. Sensaciones encontradas, vaya.

'Durango Kid' cerró el circulo en el podio de Madrid, secundado por Vingegaard y Roglic, aquellos que él tantas veces ayudó a subirse a esa posición del cajón. Ni en los mejores cines. Jumbo-Visma firmó una proeza que parecía de límites insospechados, de la que ha sido maravilloso ser testigos, pero que por el bien del propio ciclismo y del aficionado -que esto no se entienda como una crítica al equipo que ha dominado todo y a todos- no debería volverse a repetir. La pregunta ahora es hasta dónde y cuándo van a ser capaces de alagar este reinado. Eso sí, pase lo que pase, su nombre ya está grabado con letras doradas en la historia coral del ciclismo y del deporte mundial.