Fórmula 1 | Opinión: Fernando Alonso y Aston Martin, misión (im)posible

En el deporte, como en la vida, la ilusión es el motor de todo. Si existe un movimiento aferrado a la ilusión como ningún otro ese es el 'alonsismo'. Un invierno más, los más fieles seguidores de Fernando Alonso hemos elegido creer, porque el corazón, pese a que la cabeza dice otra cosa, nos lo pide.

Dejando a un lado la razón, nos hemos vuelto a suscribir al capítulo, ya incalculable, que nos aferra a volver a ver ganar a Fernando Alonso en Fórmula 1. Por imposible que parezca. Con la eterna nostalgia de aquellas grandes tardes de gloria a principio de siglo, y de la que el asturiano nos regaló la última píldora en Qatar 2021, volvemos a confiar en nuestro capitán, ese que, sin rumbo aparente, nos avisa de que a lo lejos se divisa tierra firme.

Y se ha encargado de hacernos creer que así es. Durante estos meses de parón, Fernando ha vuelto a recurrir al juego de los mensajes encriptados con numerosas apariciones, gestos y declaraciones que alimentan la ilusión y generan motivos para creer. Los locos de Twitter también han tenido gran parte de culpa y Fernando se retroalimenta de ellos para hacer más grande la bola. Otro gran motivo ha sido la inversión de Aston Martin. No van de farol, quieren ganar. Con una fábrica puntera en construcción y algunos de los fichajes más mediaticos del paddock, Lawrence Stroll persigue el campeonato. Existen motivos para creer.

Algunos dirán que faltan certezas, las que encontraremos en Bahrein y que pondrán a cada uno en su sitio, pero cohibirse por buscar algo que se desea a estas alturas sería inútil. El AMR23 es la nueva novia del alonsismo y cuando uno se enamora no contempla el fracaso.

Siendo realistas, también existe la posibilidad de volver a pegarsela. Como ya ocurriese en Mclaren, Ferrari y Alpine, la lógica dice que el rumbo de la Misión no es otro que acabar sin materializarse. Muchos estarán deseando que esto ocurra para seguir alimentando su sentimiento de animadversión hacia Fernando Alonso, aunque exista una visión diferente para verlo. Lo que algunos catalogarían como fracaso en el supuesto de no ganar no es más que un gran acto de valentía del mejor piloto de la historia de nuestro país, que pese a no conseguir alcanzar el ansiado tercer mundial lo habrá dado todo por conseguirlo. Hasta el último momento. Hasta la última oportunidad.

Por ello, de no concretarse, otro de sus grandes logros habrá sido, además de ganarse el respeto, mantener intacta la ilusión y felicidad de sus seguidores hasta su último kilómetro sobre un Fórmula Uno.

Parafraseando al novelista André Maurois, "una ilusión eterna, o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una realidad". Entonces, no hay misión imposible.