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La fábula del sapo y la luciérnaga

PorLNFS

Publicado 14/01/2019 a las 14:36 GMT+1

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Eurosport

Fuente de la imagen: Eurosport

Antes de nada, reconozco que esta fábula me la contó hace muchos años un íntimo amigo que a su vez la escuchó en una conferencia de un famoso gurú del management.La fábula, a grandes rasgos, decía así: “En un país de Centroamerica existía un estanque extremadamente sucio, de un color negruzco debido a todos los  detritus de sabe usted qué materia descompuesta.
Dentro del estanque vivía una clase de sapos cuyo aspecto se había mimetizado con el detestable entorno donde hacían su vida. Un buen día apareció paseando por los alrededores una alegre, esplendorosa y radiante luciérnaga.
De pronto, uno de los asquerosos sapos se abalanzó sobre ella con aviesas intenciones.
Sorprendida la luciérnaga, espetó al sapo: Pero sapo, ¿por qué me quieres matar si no pertenezco a tu cadena alimenticia?.
A lo que el sucio sapo respondió: ¡¡PORQUE BRILLAS!! Viene esta fábula a cuento porque al leer todos los días varios periódicos digitales cada vez me encuentro con más noticias que reflejan la creciente intolerancia al diferente o a aquél que me gustaría ser y me resulta inalcanzable.
Y no solo lo observo en el ámbito político, donde parece que es parte indisoluble de la profesión, sino en todos los ámbitos de nuestra sociedad: Deporte, cultura, espectáculo e incluso en episodios de la vida cotidiana.Centrándonos en los dos ámbitos que me interesan, deporte y empresa, incluso se ha convertido en un lanzallamas de odio que poco a poco nos va a abrasar hasta aquellos que intentamos pasar desapercibidos.No obstante, entre ambos existe una pequeña diferencia.
Dentro del deporte, al tener mayor repercusión social y mediática, las reacciones del sapo vienen embotelladas a través de las redes sociales sobre todo, ya que le confieren un disfraz de anónimo que facilita el desahogo de la frustración sin exponerse.
Casos como Cristiano Ronaldo, Iker Casillas, Gerard Piqué, Rafa Nadal, Fernando Alonso y otros muchos que se quedan en el tintero son muestras de cómo, más allá de nuestras filias y fobias personales, provocan irritación social a quienes no comparten colores, gustos o simplemente les odian por ser ricos, jóvenes y hasta guapos. En el caso de la empresa, al no tener el mismo diapasón socio-mediático, el asunto transcurre de una manera más sigilosa.
Normalmente se utilizan todas las armas de destrucción tóxicas contra el que brilla a través de la crítica y difamación intergrupal, siempre de espaldas, o bien torpedeando sus proyectos para que fracase o incluso apropiándose de sus méritos en cuanto se descuida.Al final obtenemos la misma conclusión: El brillo de la luciérnaga alumbra nuestras imperfecciones y nuestras frustraciones, por lo que hay que eliminarla como receta higiénica para nuestra autoestima.Todo esto, según mi opinión, nos ayuda a clasificar genéricamente a las personas en dos grandes tipologías: Por un lado, aquellos que ante alguien más grande, brillante y mejor posicionado estiman que deben trabajar más, luchar y esforzarse con mayor ahínco para conseguir ser igual o mejor que el otro y, por otra parte, nos encontramos con todos aquellos que ante una persona más alta en todos los sentidos, prefieren cortarle las piernas para que sea igual de pequeño que nosotros.Como diría mi amigo inglés, IT’S UP TO YOU.Por: Javier Lozano
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