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Blog Brotons: Vuelve Iniesta, el mejor futbolista del mundo

Eurosport
PorEurosport

Actualizado 02/12/2016 a las 22:30 GMT+1

Hemos idealizado a Iniesta porque se convirtió en el icono de un deporte colectivo, pese a que ahora todo se mueve por los balones de oro individuales.

Iniesta en el Real Madrid-FC Barcelona

Fuente de la imagen: EFE

Recuerdo una entrevista concedida por Juan Manuel Lillo cuando era entrenador del Almería. El periodista preguntó sobre Messi y Cristiano, buscando una respuesta para conocer quién era el mejor futbolista para el técnico vasco. Menuda herejía cometió Lillo, desviándose del carril: “Esos juegan a hacer jugadas. Iniesta juega al fútbol. Es una delicia. Ver jugar al fútbol a Iniesta me hace feliz”.
Luego el hereje llegó a decir, ampliando su categórica afirmación, que “Hace años que para mí Iniesta es el mejor futbolista del mundo, el más completo”. Después llegó el linchamiento público a Lillo por parte de muchos periodistas y de los seguidores de las dos estrellas mundiales. Había sido un osado, un cretino, el amigo de Guardiola, al ofender a Cristiano y Messi, los niños mimados en el fútbol mundial.
Lo mejor de Iniesta ha sido entender como nadie el juego de posición, que le dio al Barça y más tarde a la Selección una identidad propia y triunfos no igualados hasta el momento. Para Andrés la llegada de Guardiola al Barcelona fue una bendición. Nadie como el actual técnico del Manchester City para resaltar sus cualidades futbolísticas y entregarle la sabiduría del juego.
Desde la llegada de Luis Enrique el Barça ha renunciado a algunas cosas irrenunciables, como el control, la paciencia y la elaboración de las jugadas. El asturiano ha desactivado a Iniesta en beneficio de la MSN. Ahora ya no se controla el partido, ni se detiene el tiempo para marcar diferencias. Luis Enrique prefiere las transiciones frenéticas para que sus tres depredadores resuelvan. El Barcelona ha renunciado a su identidad para satisfacer la de sus tres estrellas.
Esa rendición del técnico ha inutilizado el centro del campo azulgrana. Los centrocampistas son recaderos de Neymar y Messi, dejan expuesta a la defensa y convierten en un futbolista vulgar a Busquets. Todos quedan a disposición de una nueva idea de fútbol que nada tiene que ver con el tiempo pasado. En la actualidad el Barça no es un equipo de once, es un tridente mediático.
Mientras los azulgranas muestran sus debilidades frente a rivales con plantillas inferiores: Celta, Alavés, Málaga, Real Sociedad y Manchester City, cosechando resultados adversos, Juan Manuel Lillo sigue con su vieja idea de fútbol dónde el protagonismo con el balón es lo que hace fuerte a un equipo. Lo está demostrando en Sevilla, en la sombra, como mente pensante del activo Sampaoli.
Iniesta vuelve al equipo después de la lesión, como “el almendro” vuelve a casa por Navidad. El Barcelona necesita racionar en el Clásico si no quiere quedarse a siete o nueve puntos del Real Madrid. Muchos nos preguntamos ¿Cuánto alivio es capaz de generar la vuelta de un futbolista que no hace jugadas, que solo juega al fútbol?
Es más, la pregunta correcta sería: ¿Dejará Luis Enrique que Iniesta controle el tiempo del partido o volverá a permitir la histeria de sus tres delanteros? Si Andrés es capaz de convertir lo complejo en sencillo no estaría mal dejar al mago frotar la lámpara. Hemos idealizado a Iniesta porque se convirtió en el icono de un deporte colectivo, pese que ahora todo se mueve con balones de oro individuales.
El Barça necesita más que nunca recuperar esa esencia que ponía de acuerdo al juego con el resultado. Fiarlo todo a inspiraciones eventuales conlleva una carga de incertidumbre que mirando la clasificación solo puede acarrear angustia y desazón. Iniesta no puede jugar solo, pero el Barça sin él se siente peligrosamente menos acompañado.
Sin su presencia el Barça es como un orfanato: Sergio Busquets, se siente más expuesto. Jordi Alba, menos eficaz. Gerard Piqué, más fatigado. Luis Suárez, menos agresivo. Neymar, más melancólico y Leo Messi mucho menos protegido. Al fin y al cabo, un socio es un socio. ¡Iniesta de mi vida!
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