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Blog De la Calle: El aroma de La Masía

Fermín de la Calle

Actualizado 21/08/2018 a las 15:45 GMT+2

Riqui Puig, el último producto de la cantera azulgrana, emerge en medio de un periodo caótico de fichajes del Barça. Mitad Xavi, mitad Iniesta... Ha nacido.

Messi, Riqui, Suárez

Fuente de la imagen: Eurosport

El gusto por el buen fútbol es uno de los rasgos identitarios del Fútbol Club Barcelona desde sus inicios. El suizo Gamper fundó el club inspirado en el evocador juego de checos, austriacos y húngaros, futbolistas de terciopelo más vistosos que competitivos. Un ideario que asumió con naturalidad con el fútbol total de Cruyff, quien lo implementó de Stefan Kovacs en el Ajax. Johan plantó en el Barcelona una semilla que han sabido regar y cultivar con infinita paciencia y dedicación figuras del otro fútbol como Laureano Ruiz y Oriol Tort.
Hoy el Barcelona vive días convulsos. Los fichajes se suceden en Can Barça con una cadencia accidental y un criterio que han sumido al barcelonismo en el caos. El dineral ingente que se ha pagado por un Dembelé imberbe, la millonada que ha costado Coutinho, la llegada de un brasileño de clase media como Arthur, el robo a la Roma de Malcom, la contratación inesperada de un futbolista tumultuoso como Vidal...
Las decisiones de la dirección deportiva del Barcelona, en el caso que la hubiera, no obedecen a un criterio concreto ni a un plan establecido, en el caso de que lo hubiera. Estas contrataciones inconexas han desatado la incertidumbre entre los puristas del barcelonismo, que ven como se da la espalda a La Masía y se abandona el biotipo de futbolista que tantos éxitos han dado al club en la última época. La marcha de Xavi abrió el inicio del declive del estilo, especialmente con la venta de Thiago Alcántara al Bayern. El hispano-brasileño era el señalado para tomar su testigo en el Camp Nou y en la selección.
Luis Enrique verticalizó la propuesta y priorizó el resultadismo hipotecando la pizarra al protagonismo del tridente (Messi, Suárez y Messi). La impaciencia por llegar al área rival rompió la armonía de los azulgranas. Por primera vez Busquets se sintió perdido, desbordado. No era capaz de dominar los repliegues de su equipo, que se lanzaba a tumba abierta descuidando el equilibrio y abandonaba principios de juego fundamentales en La Masia como "el tercer hombre". La marcha de Iniesta a Japón ha supuesto la puntilla a una forma de entender el fútbol con un árbol genealógico reconocible: Kovacs, Cruyff, Laureano Ruiz, Oriol, Guardiola...
Sin embargo, en estos días en los que el fichaje de Arturo Vidal se ha entendido como un golpe a las esencias futbolísticas del Barça, se ha asomado al primer equipo un joven de 19 años qye ha devuelto la ilusión al barcelonismo. Un joven con cara de crío y un descaro impropio con el balón en los pies. Se llama Ricard Puig Martí, pero todos le conocen como Riqui. Extremadamente rápido en el arranque, posee una gran capacidad de desequilibrio en el dribling, lleva el balón cosido al pie derecho, es un notable pasador y finaliza con desparpajo en el área.
Riqui, que idolatra a Xavi, tiene el fútbol en la cabeza. No obstante, su fútbol tiene más que ver con la virguería callejera de Iniesta que con el fútbol de salón del metrónomo culé. Riqui ha mostrado en esta pretemporada destellos del futbolista que está por venir. Y Valverde, que siempre ha mostrado sensibilidad futbolística y buen paladar, reconoce en este joven la esencia del fútbol azulgrana. Busquets ha descubierto en Arthur a un cómplice con cierto aroma culé por su capacidad asociativa y ahora en Riqui al eslabón perdido de una Masía tan vigente como el balón, su razón de ser.
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