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Blog De la Calle: El vestuario del Real Madrid

Fermín de la Calle

Actualizado 08/03/2019 a las 01:38 GMT+1

Florentino dirige el club y Ramos el vestuario. Los técnicos presidencialistas (Mou, Benítez, Lopetegui) no funcionan. Los de vestuario (Zizou, Carletto), sí.

ramos mourinho real madrid

Fuente de la imagen: Eurosport

Hace mucho que Florentino Pérez o El Gafas, como le bautizó Sergio Ramos en su día, no controla el vestuario el Real Madrid. De hecho, comenzó a perder su influencia dentro de él por culpa de José Mourinho. Cuando la situación con el portugués se hizo irrespirable, el presidente tomó parte del lado del entrenador. El ambiente se polarizó y Pérez, que no destaca precisamente por su diplomacia para gestionar grupos humanos, se situó enfrente de los jugadores.
Para Florentino los futbolistas siempre han sido ricos caprichosos que ponen en peligro los ingresos del club con sus comportamientos inmaduros. Siempre ha mantenido una distancia de seguridad con el vestuario, esa entelequia del fútbol de ahora y del de siempre que pone y quita entrenadores, e incluso presidentes. Mourinho consiguió algo muy complicado en un vestuario con un ego superlativo como el del Real Madrid: reunir a todos en su contra. En realidad a casi todos, porque Arbeloa ya miraba con ambición al futuro. Florentino vio en el portugués a un aliado eficaz que fue capaz de sacar a Iker Casillas por la puerta de atrás, como ahora lo hará con Sergio Ramos cuando aterrice porque Zidane se niega a regresar.
La situación se hizo insostenible y Mourinho terminó marchándose, no sin antes dejar abonado el campo para un posible regreso. Por él llegó un técnico con un perfil totalmente distinto. Un entrenador con una brillante carrera como futbolista y un talante amable que se posicionó inmediatamente del lado de los jugadores: Carlo Ancelotti. El vestuario empatizó rápido con él, mostró públicamente su posicionamiento del lado del italiano y desafío al presidente en el pulso sordo que mantuvieron el técnico y Pérez. Cuando Florentino decidió prescindir de él, un año antes de la conclusión de su contrato, el vestuario lo despidió efusivamente. Carletto dejó en las vitrinas del Real Madrid la ansiada Champions que tanto persiguió sin éxito Mourinho.
Después de la salida de un técnico afín al vestuario, Florentino apostó por otro más obediente con la presidencia. Rafa Benítez, al que en el vestuario se le conocía como "El 10", se reveló como un entrenador que pretendía influir demasiado en la plácida vida de las estrellas madridistas. Desde el primer momento no hubo química entre el vestuario y el técnico, lo que terminó con Benítez fulminado 215 días después de ser presentado. Para recuperar el mando de la situación, Pérez apostó por Zinedine Zidane, cuyos números en el Castilla no invitaban al entusiasmo. Sin embargo, la vieja obsesión de Florentino de encontrar a su particular Pep Guardiola le empujaron a apostar por el francés.
Zidane fue respetado por el vestuario y por la grada desde el primer día. El entrenador fue tejiendo una sintonía con los jugadores al tiempo que rozaba con el presidente y muy especialmente con su director general, José Ángel Sánchez, por el criterio caprichoso de este a la hora de reforzar la plantilla. Para entonces Cristiano ya no se hablaba con Florentino, quien un día en una discusión le dijo: "Si quieres irte, vete. Me traes el dinero de tu cláusula, que con eso ficharé a Messi". Aquel día Ronaldo le puso la cruz al presidente. Tampoco tenía buena relación con Sergio Ramos, con quien intercambió más de un grito en la negociación para su multimillonaria renovación, en la que Pérez echó encima de René, el hermano y representante de Sergio, a la prensa afín al presidente. Desde aquel día el capitán decidió hacerse con el mando del vestuario.
Zizou supo gestionar con inteligencia el vestuario. Pese a ello, Florentino cayó en la tentación de sondear el mercado de entrenadores en un par de ocasiones en las que los resultados no acompañaban y Zinedine se enteró de la infidelidad de Florentino. Aquello enfrío la relación con el presidente, al que devolvió la maniobra en plato frío. Días después de conquistar la tercera Champions consecutiva, Zidane dejaba plantado al Real Madrid y a Pérez. Solo una persona lo intuía. Es más, incluso lo comentó ante los micrófonos. Sergio Ramos había advertido durante un tira y afloja entre el técnico y el club que "igual es Zizou quien decide no seguir". Y así fue. Zidane se marchó tras ganar tres orejonas y el favor del vestuario.
Florentino quedó en shock y comenzó a llamar indiscriminadamente a entrenadores de todo pelaje: Pochettino, Klopp, Löw, Allegri, Nagelsmann... Todos daban el no por repuesta. El listón estaba demasiado alto, Cristiano se había llevado sus 50 goles anuales a Turín y los comentarios en los mentideros de los entrenadores hablaban del absolutismo de Florentino e la gestión del club y del equipo. A Pérez le pareció un golpe de mano contratar al seleccionador español, Julen Lopetegui. Una maniobra más mediática que deportiva, como demostraría el tiempo. 186 días después de su nombramiento, Lopetegui fue despedido ante la indiferencia absoluta de un vestuario que le identificó como un entrenador más de moqueta que de césped. Le sustituyó Solari, ex compañero de los veteranos del vestuario que decidió escribir su propia historia y equivocarse tomando las decisiones que entendía que debía tomar. Santi se ganó la enemistad de algunas figuras que derivó al banquillo por su baja forma alarmante (Isco, Marcelo, Kroos, Asensio...). Si embargo, no ha sido sospechoso de conspirar con el presidente contra el vestuario y eso se lo han agradecido los jugadores. La apuesta por jóvenes como Vinicius, Reguilón o Marcos Llorente no ha sido mal recibido por la plantilla, aunque eso haya significado la suplencia de algunas vacas sagradas.
Ahora llega un momento trascendental. Florentino trata de convencer a Zidane para que vuelva. Algo altamente improbable puesto que el francés se marchó huyendo precisamente de la situación que se ha producido y además sabe que dispondrá de un proyecto muy ambicioso para el año que viene con la Juventus. Un técnico afín al vestuario como él recuperaría la paz interna, lo que provocaría una transición más cómoda para el club. La alternativa es Jose Mourinho, el hombre que respalda José Ángel Sánchez (quien ya apostó por Benítez y por Lopetegui). Recuperar a Mourinho significaría volver a ver a Nerón paseando por la banda del Bernabéu. La llegada de Mourinho, el hombre que enemistó a Florentino con el vestuario, significaría la salida inmediata de Sergio Ramos del club. Algo que, sin embargo, Florentino ve como una premisa innegociable para recuperar un vestuario del que se ha hecho dueño el de Camas. Pero la llegada de Mourinho provocaría una espantada en el vestuario y obligaría al club a realizar un enorme esfuerzo económico para rearmar la plantilla. Algo que no aseguraría los éxitos deportivos, a juzgar por los últimos antecedentes del técnico portugués. Florentino se enfrenta a un dilema envenenado: ¿entregar el mando a Mourinho para forzar la marcha de Ramos y desactivar el vestuario? ¿O traer a un entrenador que proteja a los jugadores y mantenga la jerarquía de Ramos, el único empleado del Real Madrid con capacidad para desafiar a Florentino actualmente? Sea como fuere, el presidente añora ganar el único título que no tiene en su palmarés, el de dominar el vestuario blanco. El más difícil.
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