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Blog De la Calle: Isco, el último síntoma

Fermín de la Calle

Actualizado 14/12/2018 a las 17:35 GMT+1

El malagueño, enfrentado a la grada del Bernabéu, es el último indicio de la dinámica irreversible de una plantilla amortizada que convive empachada del éxito.

Isco, cabizbajo en el Real Madrid-CSKA

Fuente de la imagen: Getty Images

Isco se ha convertido en un síntoma del Real Madrid. Un indicio del hartazgo de una plantilla amortizada sumida en un hastío que molesta a su afición. Este Real Madrid huérfano de gol con la salida de Cristiano Ronaldo por lucha entre el ego del portugués y la megalomanía de Florentino Pérez ha vulgarizado a una generación de jugadores con más talento que implicación como Isco, Asensio o Bale. Jugadores de viento a favor.
El malagueño nunca fue un jugador que reuniese los patrones de la heterodoxia madridista. De talento indudable pero conducción excesiva, al Bernabéu, como a Solari, le atrae más el juego vertical y trepidante que el fútbol sobón del malagueño. Isco es un jugador barroco para el paladar de Chamartín. Poco comprometido con las labores defensivas y al tiempo nada tribunero, práctica ventajista que ha salvado el expediente a otros jugadores alérgicos al sacrificio. Isco es víctima colateral de un error que en el fondo no es suyo: la mala planificación del Florentino director deportivo, que ha puesto el foco en los jugadores a los que se les ha cargado la mochila de responsabilidad ofensiva con la marcha de Cristiano.
Asensio dejó claro en unas declaraciones tan inoportunas como inocentes que asumir galones no era parte de su plan. Pero el balear es más discreto que Isco. El malagueño tiene el descaro del jugador hecho a sí mismo en el fútbol callejero. Cierta arrogancia que le da un aire de sobrado en el juego. Pero esa dejadez se ha concretado en las últimas semanas en un comportamiento impropio de un jugador de élite. Primero llegó su desplante a Solari, a quien no embelesa como a Lopetegui. Luego un feo a un miembro del cuadro técnico del argentino, algo que dolió más al entrenador que su roce directo con el futbolista.
Y ahora llega el incidente con la afición. Esto último supondrá irremediablemente el epitafio futbolístico de Isco en el Bernabéu. La grada blanca no se casa con nadie. No lo hizo con Di Stéfano, ni con Zidane. Afeó gestos a Michel y pitó a Raúl. Por eso no hay vuelta atrás en el caso de Isco, al que Solari ha arrinconado en el banquillo. Sin embargo, la realidad es que Isco es un jugador de momentos. Siempre le costó arrancar las temporadas y vivió altibajos durante el curso motivados por su estado de forma. No es un jugador explosivo ni con un físico privilegiado. Se trata de un futbolista diferente por su técnica y su visión de juego. Isco juega andando, algo que no es un problema si los que le rodean corren. Pero cuando quienes le rodean holgazanean, la parsimonia de Isco se acrecenta. Y eso le condena a una irrelevancia que ha impedido que se convierta en un titular indiscutible con entrenadores como Zidane o Ancelotti.
Isco incluso fue descartado en 2013 para reforzar el Barcelona. "Tiene calidad, pero conduce demasiado para el juego que proponemos", fue la contestación que recibió uno de los intermediarios de la operación. Finalmente apostaron por el fichaje de un jugador mucho más dinámico como Rakitic. Tampoco el Manchester City, al que siempre se le ha relacionado desde que está Guardiola, ha realizado una oferta firme por él.
Isco es un jugador superlativo para construir un equipo a su alrededor, como demostró en aquel Málaga de Champions. Pero se trata de un jugador tibio a la hora de integrarse en una disciplina de juego como la del Real Madrid. Isco es un estado de ánimo, un jugador que brilla si sonríe, un futbolista más amigo de la pelota que de sus compañeros. Y Solari anda reclutando espartanos para causas feroces que se advierten en la lejanía. Este Real Madrid perdió la ilusión, se aburguesó empachado de éxito, algo comprensible que su director deportivo debió corregir oxigenando un vestuario en el que Mariano y Vinicius Júnior han sido la pobre cura propuesta para aliviar una pérdida colosal como la de Cristiano. Isco es una consecuencia, un síntoma. Otro más, quizás el último.
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