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Blog De la Calle: Solari compra vértigo

Fermín de la Calle

Actualizado 10/01/2019 a las 19:59 GMT+1

El argentino ha abierto las ventanas del vestuario de par en par para oxigenarlo. Huele a cerrado, como su fútbol decrépito. Vinicius, Llorente, Brahim...

Vinicius celebra el 1-0 en el Real Madrid-Valladolid

Fuente de la imagen: Eurosport

El día que debutó como madridista Brahim, el niño que soñaba ser Messi, se destapó Vinicius y respiró aliviado Solari. El brasileño agitó el partido ante un Leganés cartesiano que ha supuesto un trámite áspero en los últimos tiempos para los de Concha Espina. Pero el extremo criado en el Flamengo zarandeó el encuentro con su descaro y su verticalidad. Fue como si alguien hubiese abierto las ventanas del vestuario madridista, que huele a cerrado desde hace varias temporadas.
Solari buscaba electricidad, pero no encontraba un jugador con chispa entre sus jugadores. Bale ha dimitido. Aquel jugador huracanado que llegó del Tottenham ha devenido en un funcionario endeble que lo único que ha mejorado es su hándicap de golf. Quien sí ha dado un paso adelante con Solari es Benzema, acumulando unos registros notables desde que llegó el argentino. Pero desafortunadamente son más las noticias malas como la inanición de Asensio, al que achacan una vida desordenada que ha terminado por desordenar su fútbol, o la intrascendencia de Mariano, que alterna apariciones insípidas con lesiones inoportunas.
Tampoco ayuda un mediocampo donde la irrupción de Marcos Llorente parecía insuflar ese oxígeno que busca el entrenador. Con Modric empachado de fútbol tras la disputa del Mundial y su intensa agenda social como triunfador del año, con Kroos acomodado en el papel de pateador de balones parados y defensor invisible y con un Casemiro superado por la aparición de Llorente, la medular blanca ha perdido su fútbol y ha dimitido en labores defensivas, tarea a la que nunca se dedicó con convicción. A eso se añade la fractura existente entre Isco y Solari. Un desencuentro que arrancó en lo futbolístico, ya que al argentino le exaspera el fútbol meloso del malagueño, y que estalló en lo jerárquico por las malas formas del futbolista hacia el técnico y su equipo. Una relación rota e irreconducible como el propio Ramos ha admitido. Ahora Isco espera que el final de la temporada certifique la marcha de Solari para regularizar su situación en el vestuario, aunque su altivez le ha distanciado de los compañeros.
Atrás es mejor ni mirar. El equipo es una ruleta rusa en el que la única duda que asalta a sus aficionados es saber quién se disparará en el pie en cada partido. Falta la mujer barbuda para completar una línea en la que Sergio Ramos está más preocupado de lo que ocurre en el área rival que en el área propia. El de Camas ha instaurado la costumbre de ejercer de mejor central del mundo entre marzo y junio, viviendo el resto del año un letargo al que ayuda la falta de refuerzos invernales. Sin centrales de recambio, pese a que se lo pidieron a Florentino Ancelotti, Zidane, Lopetegui y hasta Mourinho por teléfono, Ramos se reconoce como intocable en un equipo en ruinas. Varane sigue su inquietante alternancia y la indolencia de Marcelo ha llegado a enfadar a la afición.
Además la llaga de la portería sigue sangrando porque Courtois no ofrece muestras del portero que fue en el Atlético y Keylor, que se resiste a marcharse, se reivindica por tierra, mar y aire cada vez que puede. El escenario es lúgubre y se anuncia escabechina en verano para una plantilla amortizada hace meses. Pero de todos los problemas que azotan al Real Madrid el más acuciante es encontrar a un entrenador fiable que quiera venir. Acabaron los tiempos en que nadie decía que no al Real Madrid. Desde que Ancelotti desveló en su biografía las presiones de Florentino para elaborar el once y especialmente tras la inesperada (para algunos) renuncia de Zidane, es vox populi que ser entrenador del Real Madrid no es plato de buen gusto. Lo sabe Pochettino, lo sabe Klopp. Y lo digiere como puede Solari, que sabe que le buscan sustituto mientras él tumba en su diván a este Real Madrid que ha pasado del abatimiento a la depresión. Y vienen curvas...
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