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Blog Romero: Respect

Antonio Romero

Actualizado 28/06/2016 a las 18:02 GMT+2

Cabe la crítica, no el rencor ni la mofa. Del Bosque se equivocó ante un Conte que le ganó claramente la partida táctica y muchos de los jugadores han estado lejos de su mejor nivel, pero de ahí a pensar que estos futbolistas ya no valen media un abismo.

Cesc Fábregas en la Eurocopa 2016

Fuente de la imagen: EFE

Es uno de las imágenes más bonitas que he presenciado en un campo de fútbol. Iker Casillas, capitán de España, pidiendo en un inglés entre macarrónico y mostoleño que el árbitro acabara con el dolor de unos italianos que estaban siendo arrasados por los nuestros. Era la gran final de la Eurocopa 2012 en Kiev y han pasado solo 4 años, pero ya nos suena a prehistoria. El respeto que imploraba Iker es lo mínimo que merecen nuestros futbolistas y nuestro cuerpo técnico ahora que vienen mal dadas.
Cabe la crítica, no el rencor ni la mofa. Del Bosque se equivocó ante un Conte que le ganó claramente la partida táctica y muchos de los jugadores han estado lejos de su mejor nivel, pero de ahí a pensar que estos futbolistas ya no valen media un abismo. La mayoría valen porque son muy buenos y quieren seguir defendiendo la camiseta de España.
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Spanish football team's coach Vicente del Bosque listens to a journalist's question

Fuente de la imagen: AFP

El tema del seleccionador es otra cuestión. Del Bosque es un personaje irrepetible, un orgullo para nuestro país y nuestro fútbol y un entrenador ganador, pero ha llegado el momento del adiós. Se quedó con ganas de despedirse después del desastre de Brasil, pero su sentido de hombre de empresa y su fidelidad a la Federación pesaron más que su voluntad. Vicente lo ha pasado mal en esta Eurocopa porque no se explica tanta mala baba y algunos comportamientos improcedentes. Se va a ir con la cabeza bien alta, pero decepcionado, triste y con mal sabor de boca.
Pronto le echaremos en falta, pero por el camino hay que acertar en la trascendental decisión de encontrar un recambio de garantías. Un entrenador que abra las ventanas para que entre aire fresco, que tenga claro que el estilo que nos ha traído hasta aquí es innegociable y que parta de cero con los futbolistas. Sin algunas lógicas ataduras con determinados jugadores que lo han dado todo y con los que había una obligada gratitud.
Somos un país especialista en echar por tierra todo lo nuestro, pero yo me niego. Tenemos futbolistas competitivos, cojonudos y que han abandonado la mentalidad perdedora que nos ha acompañado toda la vida. Y que en algún momento volverán a ser llevados a los altares por todos esos que ahora mismo los ponen en el pelotón de fusilamiento.
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