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Blog Uría: Apoyados en la barra del VAR

Rubén Uría

Actualizado 24/09/2018 a las 00:07 GMT+2

El resumen perfecto lo señaló mi compañero Fernando Carreño en las redes sociales: en clave forofa, se tenga o no micrófono, el VAR es un gran acierto siempre y cuando decide en favor de nuestro equipo y una patraña infame si le perjudica.

Busquets protesta por la expulsión de Lenglet durante el Barcelona-Girona

Fuente de la imagen: EFE

En plena guerra, primero fría y ahora volcánica, entre el presidente de la Liga y el de la Federación por el famoso partido en Estados Unidos, el fútbol español volvió a sentir el impacto del VAR en sus carnes. Después de que legiones de periodistas deportivos, durante años, exigieran el uso de la tecnología para reducir el margen del error humano de los colegiados, ahora hay quien reniega del dichoso sistema del VAR porque ralentiza los partidos, como si fuera mucho mejor conceder un gol ilegal o anular uno legal que hacer el juego un poco más justo. En efecto, el VAR no iba a acabar con la polémica. Está visto que, decida lo que decida cualquier árbitro – sea bueno o malo, mejor o peor, acierte o cometa un error-, los periodistas y aficionados llevamos años instalados en la cultura de la polémica artificial. En una jornada en la que el VAR sirvió para comprobar que el gol de Asensio era legal y que también apareció a expensas de que Gil Manzano decidiese expulsar a Lenglet por un codazo a un rival del Girona. La reacción fue unánime. Polémica, escándalo, lío y por supuesto, el grito en el cielo. La culpa, del VAR (¿?). Así, sin anestesia. El resumen perfecto lo señaló mi compañero Fernando Carreño en las redes sociales: en clave forofa, con o sin micrófono, el VAR es un gran acierto siempre y cuando decide en favor de nuestro equipo y muta en una patraña infame si le perjudica. Así nos va. No queremos evolucionar. Es más cómodo seguir apoyados en la barra del VAR.
Y en lo futbolístico, más de lo mismo. Del Barça sabemos que pasan las fechas, los fichajes, los sistemas, el buen y el mal juego, pero el orden de los factores no altera el producto: Messi es el principio y el fin de cada jugada, es el sistema completo, la gran solución y el respirador artificial al que lleva conectado, desde hace años, el Barça. Y cuando Messi no basta, el Barça, que hasta ahora tenía más puntos que juego, lo nota. Esa es, sin duda, VAR arriba y VAR abajo, arbitraje mejor o peor, con diez o con once, frente a un rival notable o uno de medio pelo, la asignatura pendiente del Barcelona. Al equipo le puede dar para ganar otra vez una Liga que domina, de manera hegemónica, en los últimos años, pero con eso no le va a alcanzar para levantar una Champions, porque Messi, que es humano aunque no lo parezca, también necesita que, en algunos partidos, le necesiten un poquito menos. Del Madrid, más de lo mismo. Hay más orden, más presión, más toque y más posesión. Y el periodismo, por activa y por pasiva, se lo repite al aficionado casi como una excusa: “es un equipo más coral”. Cierto y verdad. Como lo es que la ausencia de Cristiano no se mide con rivales menores en casa, sino con oponentes potentes y los días más complicados. Está por ver. Veredicto, Nervión.
Del Atleti, ya saben: gol a favor, piloto automático, defensa de roca, se madura al rival y cuando Simeone sonríe, llega el zarpazo final. La alternativa colchonera sabe que quiere, puede y debe dar más. Esta jornada se reivindicó Lemar. Algo es algo. Por Valencia, ya saben, dificultades. El comienzo no es el soñado, aún no se ha ganado y Marcelino tiene trabajo por hacer. En Sevilla queda reflejada la gran paradoja de nuestro fútbol, que no tiene memoria y presume de ello: hace siete días Nervión exigía la dimisión de Pepe Castro. Dos partidos después y once goles a favor, el Sevilla de Machín ha salvado la semana con goles, buen fútbol y magníficas sensaciones. Vivir para ver. Y de propina, echen un vistazo por Vitoria. Ahí se ha decretado, que diría el compañero Rubén Martín, el estado de felicidad, Concretamente, desde que llegó Abelardo. El tipo recogió una herencia tristona y la ha transformado en un equipo con una identidad definida y unos resultados excelentes. Pero eso no vende.
Rubén Uría / Eurosport
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