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Blog Uría: Chapecoense vive

Rubén Uría

Actualizado 30/11/2016 a las 12:02 GMT+1

Hoy que la muerte golpea con fuerza, conviene recordar a los guerreros de Chapecoense tal y como eran. Como un equipo pobre en recursos y grande en ilusión.

Neto sous le maillot de Chapecoense en 2015.

Fuente de la imagen: AFP

Cuerpos atrapados entre amasijos de hierro, cadáveres esparcidos por una tierra teñida de sangre y lluvia incesante que dificulta las tareas de rescate. Es la terrible fotografía verbal de un periodista colombiano desde el lugar del siniestrado vuelo Lamia CP 2933, en el que viajaba el grueso de la expedición del modesto brasileño Chapecoense, la gran revelación del fútbol latinoamericano, que iba a disputar la Copa Sudamericana frente a Atlético Nacional de Medellín. El saldo de la tragedia, terrorífico: 75 muertos confirmados de manera oficial. Es decir, 7 miembros de la tripulación, 16 personas de la comisión técnica del club, el entrenador, el presidente, 8 dirigentes, 3 invitados, 20 periodistas y hasta 19 futbolistas, entre los que destacan el capitán, Cleber Santana, ex del Atlético de Madrid, o Filipe Machado, ex del Pontevedra. Entre los seis supervivientes, de manera milagrosa, se encuentran un periodista, dos miembros de la tripulación y tres futbolistas. En las últimas horas ha fallecido Danilo, uno de los porteros, Neto ha sido traslasado en estado crítico y Ruschel, otro de los jugadores que siguen con vida, tendría seriamente afectada la columna vertebral. Chapecoense, un modesto con apenas 42 años de vida, vive la peor pesadilla de su corta historia.
No es la primera vez que una tragedia aérea golpea al fútbol. Superga fue el final de aquel magnífico Torino, cuyo vuelo se estrelló contra una basílica en 1949. Nueve años más tarde, la generación dorada de uno de los equipos más míticos de la historia, el Manchester United de los Busby Babes, encontraba la muerte en Múnich. Hasta 23 víctimas mortales se cobró una tragedia de la que pudieron salvarse el entrenador Matt Busby o el jugador Bobby Charlton, mientras que la gran estrella del equipo, Duncan Edwards, fallecía días más tarde en un hospital, después de haber peleado hasta el final en el único partido que jamás podría ganar. Apenas diez años después de aquel accidente, Bobby Charlton, ya capitán del equipo, levantaría el título de Campeón de Europa. 1968, diez años después del accidente. El infortunio también sacudió al deporte rey cuando el 8 de diciembre de 1987, el Alianza de Lima vio estrellarse su avión, con un saldo de 43 muertos. Y seis años más tarde, en 1993, toda la selección de Zambia pereció en un avión de la Fuerza Aérea Nacional que se estrellaba en el mar.
Mientras el pueblo brasileño llora la tragedia del Chapecoense y sus aficionados rezan por las almas de sus ídolos, el Atlético Nacional de Medellín, el que iba a ser su rival en la final, ha ido un paso más allá. Ha elevado una consulta oficial a la Conmebol para preguntar si, toda vez que la final ha sido suspendida, podían ofrecer el título de campeón de la Copa Sudamericana a Chapecoense. Así lo quieren jugadores y directivos, que esperan la oficialidad de la noticia, en lo que sería un gesto para la historia. Honor a quien honor merece. Por su parte, el Palmeiras, flamante campeón del Brasileirao, pidió autorización a la CBF de usar la camiseta de Chapecoense en la última fecha del torneo,. Y por si fuera poco, Corinthians, Santos, Palmeiras y São Paulo, los cuatro gigantes del fútbol brasileño, se han comprometido a prestar jugadores a Chapecoense. Otra vez, el deporte como elemento de inspiración. Otra vez el fútbol en su perfil más solidario. Otra vez el ser humano para demostrar que la generosidad sigue siendo moneda corriente y que, en la dificultad, siempre es más fuerte lo que nos une que lo que nos separa.
Hoy que la muerte arranca vidas a capricho, conviene recordar a los guerreros de Chapecoense, tal y como eran. Conviene recordarles con la grandeza de la que tanto me hablaban, en Bein Sports y bien entrada la madrugada, mis compañeros Axel Torres, Toni Padilla o Ramiro Martín. Conviene recordarles en todo su esplendor, como símbolo y espíritu de rebeldía. Recordémoslos haciendo historia, dejando atónito al mundo, llevando a un equipito de barrio a pelear por la gloria continental, superando a ricos y poderosos. Chapecoense pudo con San Lorenzo de Almaro, dejó en la cuneta a Independiente y también superó a Junior de Barranquilla. Lo hizo con un entusiasmo desbordante, el de un equipo pobre en recursos y rico en ilusión. Uno que, hasta hace tres años, militaba en Segunda, no tenía campo de entrenamiento y tampoco gimnasio. Experto en combatir la adversidad, el ‘Verdao del oeste’ superó la bancarrota, salió del poco de la cuarta división y hasta logró evitar su desaparición por impagos. Hoy, en el momento más difícil, en el golpe más duro, inesperado y trágico, tendrá que volver a combatir y levantarse. Hay muchos cuerpos, pero sólo un alma. Y la de Chapecoense está intacta. Seguirá siempre viva, porque nunca mueren los que permanecen en nuestra memoria. Chapecoense vive, su lucha sigue.
Rubén Uría / Eurosport
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