Blog Uría: Coutinho y Dembélé, opinión y realidad

Los periodistas deportivos, que por abrumadora mayoría porfiamos sin datos, opinamos sin conocimiento, nos arrimamos al resultado y tenemos un código futbolístico de geometría variable, hemos determinado que Philipe y Ousmane son dos futbolistas carísimos, que aún no han justificado su precio y que, a pesar de tener cualidades, aún no han brillado intensamente. Respecto a Coutinho, la humilde opinión de este articulista es que tiene un manejo de pelota infinitamente menor al de Andrés Iniesta – como el resto de los mortales, no es culpa de Cou-, que luce más en vanguardia que como volante – contrariamente a la opinión de los técnicos- y que tiene un disparo terrorífico que le convierte en un referente para cualquier equipo, porque amplía los recursos del Barça y porque, de propina, le proporciona alegría y diversidad. Uno jamás hubiera pagado lo que el club decidió pagar por el brasileño, pero como a uno le pagan por contar lo que ve y no por apasionarse, conviene decir que Coutinho, cada vez que tiene ocasión de demostrar que puede sumar, lo hace de manera notable. No se esconde, la pide siempre, se asoma al arco enemigo, se asocia con todos y además, tiene trabajo.

Sobre Dembelé, el juicio es más crudo: condiciones siempre ha tenido de sobra, porque maneja ambas piernas y sabe interpretar el juego, pero hasta la fecha le había faltado un kilo de confianza y un gramo de descaro. La sensación es que le va más el galope que el juego de posición, pero nadie puede discutirle que, toda vez que Valverde le ha matizado que puede ser más dañino alternando la banda con el juego interior, sus prestaciones han mejorado. No es un invento periodístico que el club meditó seriamente la posibilidad de estudiar cualquier gran oferta que llegase por él, como tampoco es una leyenda urbana que, de puertas hacia adentro, hubiera cierto desasosiego sobre una vida supuestamente desordenada fuera del campo. Lo que nadie puede dudar es que, más allá de la opinión periodística o de las informaciones publicadas, incluso del dinero desembolsado por un jugador que todavía es un niño, el chico se está teniendo capacidad de rebeldía, está apretando el acelerador y está empezando a ganar confianza. El gol de la Supercopa le dio alas y el de Pucela le va a dar galones.

Brasileño y francés son dos magníficas noticias para Valverde. El primero ya contaba con el visto bueno del técnico y con el favor de la grada, pero el segundo está revirtiendo una situación incómoda a base de calidad y personalidad. Así que, llegados a este punto, urge separar la opinión de la realidad. Quien esto escribe sigue considerando que ambos fueron fruto de un mercado inflacionado y de un estado de pánico desatado tras la marcha de Neymar, y sin dudar un solo ápice de su calidad, nunca habrían sido primeras elecciones para potenciar a este Barça de Messi que naufraga en Europa y se pasea en España. Sin embargo, la realidad es otra. Coutinho se ha ganado el vestuario, tiene desborde, contagia alegría al grupo, siempre aparece para darle algo al equipo y amenaza con seguir creciendo, bien como interior o como delantero, según exigencias del guión. Y Dembélé, opine lo que opine servidor y diga lo que haya dicho el periodismo deportivo, está siendo el mejor del Barça en los primeros choques de la temporada. Hay que reconocerlo sin ambages. Una cosa es la opinión y otra, completamente diferente, la realidad. Ambos han pasado el primer filtro de exigencia del Camp Nou. Han demostrado que son muy buenos, que tienen sitio y que mejoran al grupo. Ahora tienen que aprobar la asignatura más complicada: mantener ese nivel toda la temporada. Si lo consiguen, Messi va a poder dormir a pierna suelta.

Rubén Uría / Eurosport