Blog Uría: Larga vida a este Sevilla

Expiró el último aliento de la batalla de Nervión y al capitán del Atlético, que si no es el mejor equipo del mundo está cerca, según Sampaoli, le salió el corazón por la boca: “No hay que reprocharle nada al equipo. Ha sido un partido entre dos equipos que por ilusión y por ganas van a estar al final de la Liga ahí arriba. Creo que el Sevilla puede pelear arriba la Liga”. Queda un mundo para poder saber si la profecía de Gabi se cumple o no, nada menos que 29 jornadas, pero la irrupción momentánea del Sevilla de Sampaoli y sobre todo, su posible consagración como alternativa de poder, sería una de las mejores noticias para un campeonato que necesita contrapesos para los dos de siempre. Apenas faltan un par de jornadas y dos telediarios para que aquel mantra que escucharon los atléticos cuando fueron campeones de Liga empiecen a escucharlo los sevillistas. ¿Recuerdan cómo sonaba aquello? Servidor sí. “Ya caerá el Atleti”, decían. Y naturalmente que cayó, cayó el título para el Atlético. El más inesperado premio para un equipo que nunca negoció el esfuerzo, que convirtió el Calderón en un barrio de Esparta y que nunca dejó de creer, sabiendo que su causa es una misión, un acto de fe, una voluntad de hierro. Impulsados y liderados por Simeone, que además de un técnico con un gen ganador brutal, es un manual de autoayuda, los atléticos alcanzaron la cima del Everest, a pleno pulmón, apoyados en un lema que traspasó las fronteras nacionales y mediáticas: partido a partido. Nada ni nadie pudo con el sueño atlético y aquel equipo, después de años de mediocridad y sufrimiento, se instaló por méritos propios en la elite de nuestro fútbol, demostrando que, si se trabaja y se cree, se puede.

Hoy que el Atlético se ha abierto hueco entre Madrid y Barça, a golpe de esforzado piolet y a base de codazos competitivos, un nuevo poder resurge, el del Sevilla. Un club modélico en lo económico, genuino en lo social y meritorio en lo deportivo. Una institución que resurgió de las catacumbas de Segunda, que sorteó la bancarrota, que se aferró al orgullo hispalense y que, fruto de un trabajo estimable, desde el primer al último sevillista, forjó una identidad y un sello propio. Un himno capaz de representar a toda una afición y un equipo capaz de pelear contra cualquier rival, de la estatura que sea. El Sevilla atravesó años de nadería, alcanzó la elite, se instaló en la zona noble, glorificó su escudo en Europa y ahora aspira a dar el último y definitivo paso, pelear todos los títulos a los clubes más grandes. Difícil, complicado y casi milagroso. Pero posible. Simeone y su equipo desterraron la palabra imposible de su diccionario. Y ahora, reflejado en ese espejo y en su propio espíritu competitivo, el Sevilla quiere imitar al Atlético y conquistar un terreno que ha peleado, pelea y peleará con uñas y dientes.

Su gente escuchará aquello de “Ya caerá el Sevilla”, tendrá que convivir con un periodismo que sólo tiene ojos para dos y en caso de duda, no tendrá un calendario amable, ni un señor de negro complaciente, ni un tiempo de descanso necesario. El camino será duro. El Atlético lo recorrió, en soledad pero con determinación. Ahora es el turno del Sevilla. Sus rivales no le darán tregua y la competición no se la concederá, pero hay materia prima, ilusión y capacidad para soñar tan fuerte como cualquiera. En una Liga en la que los poderes fácticos no desean que haya más alternativas a Madrid y Barça, el Atlético fue una bendición. Y ahora, este Sevilla, se desinfle o siga pujante, es la mejor noticia para los que quieren un campeonato igualado, sano y competitivo. La Liga necesitó un Atlético potente y lo encontró. Ahora el campeonato necesita un Sevilla con personalidad, capaz de creer en sí mismo. Le quedan mil obstáculos por superar, pero este Sevilla quiere soñar en grande. El Atlético demostró que no hay nada más maravilloso que hacer posible aquello que otros te dicen que nunca podrás conseguir. Y la gente del Cholo no va a renunciar a ese sueño. Ahora Sampaoli y sus chicos están recorriendo la vereda que ya transitó el Atlético. Larga vida a este Sevilla.

Rubén Uría / Eurosport