Deportes populares
Todos los deportes
Mostrar todo
Opinion
Fútbol

Blog Uría: Máteme, pero no mienta

Rubén Uría

Publicado 14/03/2016 a las 11:43 GMT+1

Diego Costa, objeto de una catarata de críticas, burlas, debates, encuestas y mentiras. Hubo barra libre. Con él salen gratis.

Diego Costa

Fuente de la imagen: AFP

Cable pelado, convulsión, juicio rápido y condena en las portadas. Sin anestesia: “Costa muerde a un rival”. Directo y a la mandíbula: “Costa, salvaje, a mordiscos”. A la yugular: “Diego Costa hace un Luis Suárez”. Leña al mono, que es de goma: “Costa lo vuelve a hacer”. A continuación, Costa como carne de meme: el delantero con un bozal, una comparativa con el doctor Lecter, un chiste de vampiros y una foto donde le chupa la sangre a media humanidad, cual monstruo de Transilvania. Del chascarrillo de las redes sociales, al terreno de las sesudas encuestas de los digitales. Nuevos tiempos, nuevas reglas: que un buen puñado de clicks no te estropeen la realidad: "¿Debe ir Costa a la selección?" "¿Caben en la selección jugadores que muerden a los rivales?" "¿Mancha Costa la camiseta de España?" Al calor del rico sondeo, el formato vídeo: “Así mordió Costa”, “El mordisco de Diego”, “Estas son las agresiones de Costa” o “Las 10 polémicas de Costa”. De propina, un reguero de columnas de opinión, desde la tribuna más respetada pasando por el ultra más zafio. Cariños del tipo "Costa no tiene valores”, “Las cosas que no le gustan a Del Bosque”, “Decepcionados con Costa” y claro, el clásico, que no falte, “el jugador que nunca debió ir con España”.
Costa, sospechoso habitual, jugador temperamental y que no es precisamente un angelito, negó la mayor. Aseguró que no había mordido a nadie, que se arrepentía de su conducta y que pedía perdón a sus compañeros por haberse encarado con Barry. Nadie rectificó las portadas, nadie modificó las encuestas digitales, nadie cambió los vídeos, nadie retocó los artículos y nadie hizo memes de los que se pasan la vida haciendo memes. Luego Barry, el rival al que presuntamente había mordido Diego, fue lapidario: “Se ha hablado mucho de mi incidente con Costa. Para que conste, no me mordió”. De golpe y porrazo, se cargó decenas de portadas, se pasó por la entrepierna las encuestas, hizo puré los memes, se ciscó en los vídeos y mandó al contenedor de basura los artículos de opinión de media profesión. Eso sí, después del bofetón verbal de Barry, nadie modificó las encuestas, ni los vídeos, ni los artículos, ni publicó una fe de erratas o una disculpa pública.
Costa no es ningún santo y tiene actitudes pendencieras. No es el tipo más popular y es la antítesis del Fair Play. De Colin Hendry, uno de los centrales más duros de la Premier de los noventa, solían decir que era “de esos tipos que se levantan por la mañana y no son felices hasta que reciben una buena patada en los testículos”. Costa es Hendry hecho delantero centro. Le encanta el olor a napalm por la mañana. No es Teresa de Calcuta, pero tampoco Hanníbal Lecter. Ni se le puede justificar, ni es un asesino en serie. A quien esto escribe no le gustan los modos de Costa, ni su desdén por la caballerosidad. Ni en el Atlético, ni en el Chelsea, ni en España. Eso sí, más allá de los exabruptos de Costa, están las mentiras. Decir que mordió a un rival es mentir – la versión de Costa está ahí y la de su rival, también-, decir que vio la roja por morder es mentir – fue doble amarilla, la segunda por encararse- y aludir al historial de conflictos de Costa para reforzar una tesis falsa – fue la primera roja para Costa en la presente temporada en la Premier League-, también es mentir. En los tres embustes hay un componente común: la impunidad.
Se puede debatir que Costa, que pega tanto como recibe – y recibe mucho-, deba estar o no en la selección por su rendimiento. Que tenga mal encaje en el estilo o que no haya rendido cuando ha estado. Es lícito. Lo repugnante es que los que exigen valores a Costa sean los que presumen de algo que no demuestran. Lo que no se puede es tener licencia para asesinar una reputación y mentir, a sabiendas y sin posterior rectificación, agraviando a un tipo con impunidad y descaro. Lo que no se puede es, después de un debate sobre la españolidad de un jugador – Costa juró bandera y Constitución, y es tan español como el que más, por ley, para desgracia de recalcitrantes y xenófobos-, abrir otro, con gratuidad y vileza, por un mordisco que jamás se produjo. Luis Aragonés, cuyo nombre muchos suelen pronuncian en vano, dejó hace años una frase para la posteridad, para defenderse de un ataque periodístico: “Máteme, pero no mienta”. Que sigan matando a Costa. Tienen barra libre. Pero, al menos, que no mientan.
Rubén Uría / Eurosport
Únete a Más de 3 millones de usuarios en la app
Mantente al día con las últimas noticias, resultados y deportes en directo
Descargar
Temas relacionados
Compartir este artículo
Anuncio
Anuncio