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Blog Uría: Paulinho y el ventajismo

Rubén Uría

Actualizado 19/09/2017 a las 11:43 GMT+2

Después de un verano contradictorio y disparatado, en mitad de un incendio incontrolable, el barcelonismo decidió pegar en el culo de Paulinho todas las patadas que le habría gustado dar en el trasero de Bartomeu.

Paulinho y Luis Suárez celebran un gol del Barcelona en Getafe

Fuente de la imagen: EFE

Con todo el ventajismo que fue posible, los que desean que el Barça se despeñe, así como los culés que anhelan que la actual junta se vaya a Siberia sin billete de vuelta, hicieron frente común para despellejar a Paulinho. Antes incluso de bajar del avión o de ser presentado en sociedad, se fiscalizó al medio brasileño con alegría, vaticinando su fracaso por tres cuestiones: su procedencia - el fútbol chino-, su edad - 29 años- y su elevado precio -40 millones de euros-, aspectos que, rebotados con saña y furor en el potente altavoz de las redes sociales, invitaron a pensar que el Barça había fichado un futbolista menor, viejo y caro.
No fue lo único que se dijo de Paulinho, al que se le reprochó que no cabía en el sedoso estilo del Barça. No tiene el ADN del equipo, decían, como si un jugador de características opuestas a las de otros jugadores no pudiera ser útil para la plantilla, como si un futbolista internacional con Brasil fuera un bulto sospechoso, como si Paulinho fuese una suerte de maleta, uno de esos Rochemback de la vida que sólo son entrañables y maravillosos si el que los aconseja es José María Minguella.
Con todo el ventajismo del mundo, hubo quien, con alegría e impunidad, dejó escrito que mientras el Madrid iba a fichar a Mbappé, el Barça centraba sus esfuerzos en Paulinho. Y que, precisamente eso, marcaba la diferencia entre ambos clubes. Hubo quien, si haber visto siquiera ni un par de partidos de Paulinho, le faltó al respeto con gratuidad anunciando que era un paquete que, además de malo, había costado un ojo de la cara. Y por haber hubo quien, presumiendo de haber visto jugar a Paulinho, como en su día se presumía de haber visto las bondades de Dmitro Chygrynskiy, profetizó que el fichaje era un lastre para el equipo.
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Barcelona's midfielder from Brazil Paulinho celebrates a goal during the Spanish league football match Getafe CF vs FC Barcelona at the Col. Alfonso Perez stadium in Getafe on September 16, 2017.

Fuente de la imagen: Getty Images

Hoy, después de su buen gol al Getafe -potencia para llegar, fuerza para aguantar la embestida del central y precisión para definir-, Paulinho, paradojas de la vida, ha pasado de sospechoso a habitual a jugador respetado. Y ahora, con todo el ánimo de ser ventajista, el brasileño puede burlarse del ventajismo. Sí, costó mucho, tiene 29 años y viene de China. Nada es culpa suya. Lo que sí fue cosa suya fue su tanto salvador al Getafe, para rescatar a su equipo - ese que tiene un ADN que él no tiene y que, con perdón, igual no necesita-, uno de esos días en los que, con perdón, sólo con los del estilo no alcanzaba.
Con todo el ánimo de ser ventajista, cabe recordar que el mismo día que el FC Barcelona anunció el fichaje de Paulinho algunos, con poco éxito y a pesar de ser ridiculizados en las redes sociales, les contamos que el brasileño no tenía nada que ver con Maradona, que no era Busquets y que tampoco tenía nada que ver con Seri, pero que era un buen jugador, un tipo todo potencia, un box to box de presencia imponente y un futbolista con una llegada descomunal a gol. Justo lo que se vio en Getafe.
Paulinho es un jugador experto, que viene a ocupar un rol inexistente en la plantilla y cuyas características pueden ayudar al grupo en momentos puntuales. Resulta imposible saber si este brasileño llegado del fútbol chino fracasará por completo o si, por el contrario, derribará la puerta de los prejuicios con rendimiento y goles. El tiempo dirá. Lo que sí está claro es que, en este mundo de ilustres ventajistas y voraces catastrofistas, hay quien confunde la realidad son sus deseos. Y la realidad, mal que pese a los guardianes de las esencias estetas y a los que llevan años anunciando declives y fines de ciclo, es que el Barça de los líos, indefendible en los despachos pero vivo en el césped, cuenta sus partidos por victorias. Entre otras cosas, porque, mientras Messi abre bocas, Paulinho las cierra.
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