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Blog Uría: Ración doble de jarabe de palo

Rubén Uría

Actualizado 27/09/2018 a las 00:48 GMT+2

Primero le tocó al Barça. Después, al Madrid. Anoche hubo ración doble de jarabe de palo para los dos gigantes del fútbol español. No pasa todos los días.

Sergio Ramos (Real Madrid) désabusé à Séville

Fuente de la imagen: Getty Images

Salió el Sevilla encendido, como esperaba cualquier aficionado que lleve viendo fútbol durante la última década, y el Madrid se estremeció, se aculó y se desplomó. No tuvo ni fútbol, algo extraño con su calidad; ni rebeldía, algo aún menos reconocible por el gen ganador que le caracteriza. El equipo de Lopetegui fue, durante varias fases del partido, un pelele en manos de un Sevilla inspirado, confiado y atrevido. En la previa, Machín dijo tener un plan para someter al Madrid y que había que ver si su equipo era capaz de plasmarlo sobre el campo. Lo hizo. Mordió la yugular blanca y no la soltó hasta que la sangría era incontrolable. Amartilló la banda de Marcelo, se hizo un chalet adosado a su espalda y descosió la zaga blanca con tanta facilidad como vehemencia. Enormes Navas, Banega, André Silva y Ben Yedder, con capítulo aparte para Pablo Sarabia, el Sevilla hizo con el Madrid lo que Tyson hacía con sus rivales, darles una paliza de hospital. Después de una semana donde su juego fue comparado, de manera entusiasta y artificial por los trovadores habituales, con el Barça de Guardiola o el Madrid de La Quinta, el equipo fue una caricatura en Nervión. El Madrid cayó sin paliativos y ofreciendo una imagen infame. Se habla mucho de la falta de gol del Madrid, pero los números no mienten: el problema lo tiene en su retaguardia. Son ya 10 goles en 8 partidos oficiales. Y después de cuatro choques ante rivales exigentes, Atlético de Madrid, Athletic, Sevilla y Roma, sólo ha sido capaz de imponerse a los italianos. O mejora detrás, o lo lamentará.
Dos horas antes de la colleja al Madrid en el Pizjuán había llegado el capón monumental al Barça en Butarque. Planeaba la sombra de Messi pero el que se presentó en sociedad fue el ‘monstruo de Leganés’, que engulló a los de Valverde, víctimas de una pereza incomprensible. Coutinho abrió la lata y todo pareció coser y cantar. Entonces, el Barça tiró del freno de mano, bajó de revoluciones y se limitó a aplicar la ley del mínimo esfuerzo. Traducción: llamó al diablo y se expuso a tener un accidente. Y naturalmente, lo tuvo. Ya lo dijo Cruyff: “Todo el mundo sabe jugar a fútbol si le das cinco metros de espacio”. El Barça le concedió diez al Leganés y pasó lo que tenía que pasar. Dormía la siesta el Barça, y en 120 segundos, el Leganés le aplicó una sobredosis de realidad. Un minuto, dos bofetadas. Primero, Óscar puso la poesía. Primer puñetazo. Después, Óscar cobró derechos de autor. Segundo puñetazo pepinero. En todas las fotos, los centrales del Barça. Una vez es casualidad. Dos, tendencia. La fragilidad está ahí: en las últimas cuatro jornadas: el Barça ha encajado dos goles del Huesca, uno de la Real Sociedad, dos del Girona y dos del Leganés. Seis en cuatro choques. Un mundo. Uno que se puede camuflar, no mentar o ignorar, pero que es una realidad.
Conclusión: a Madrid y Barça, Barça y Madrid, se les caen los goles de los bolsillos, porque tienen los mejores jugadores que el dinero puede pagar. Son los grandes favoritos para ganar, de calle, cualquier título que disputen, pero si no mejoran sus sistemas defensivos, esta temporada no va a ser, precisamente, un crucero de placer. Anoche les tocó digerir una ración doble de jarabe de palo que, visto lo visto, fue realmente merecida. Si siguen defendiendo así, será señal de que no van precisamente por buen camino. Al tiempo. De la actitud, mejor, hablamos otro día.
Rubén Uría / Eurosport
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