El triunfo de Zidane

Dicen que el fútbol es injusto. Dicen que al final este deporte trata mal a los que le han tratado bien, a los que se han dejado los mejores años de su vida haciendo felices al mundo con su talento. Sin embargo el fútbol ha sido justo con Zidane. El mejor jugador de la última década está a noventa minutos de colgar las botas, y después de regalar a los amantes de este deporte uno y mil detalles de calidad, lo menos que podía hacer el fútbol es despedirle con todos los honores en la final de una Copa del Mundo.

Es Zidane un jugador irrepetible. Tocado por una tonsura de franciscano, desde la atalaya de sus 34 años recién cumplidos, y quizá con un par de perlas aún en sus botas que se guarda para si mismo, el galo ha sabido abanderar a una legión de veteranos de guerra, curtidos en mil batallas, pero con unas ansias de reverdecer laureles solo a la altura de su calidad futbolística.

Retirado de los "bleus" para centrarse en el Real Madrid, el de origen argelino volvió a hacer un equipo, una selección, dónde sólo había añicos y exfutbolistas. Zidane es grande, dentro y fuera del campo, pero su figura se agiganta cuando sus botas acarician un trozo de cuero. Ese es Zidane. Grande.

Y Zizou no había vuelto a la selección para irse en semifinales de un Mundial. Zidane no dispara con pistolas de agua, no. Zidane se ha echado a la espalda un equipo con carencias en el que su carisma y Thierry Henry, junto al descubrimiento Ribéry y las órdenes del mariscal Vieira hacen el resto.

Delante estaba Portugal. Un equipo con tres de los mejores llegadores del fútbol mundial, como son Cristiano Ronaldo, Figo y Deco. Un peligro en cada acercamiento al área, un murmullo de expectación y un grito helado antes de nacer cada vez que el balón se cose a sus pies.

Con los onces habituales en ambos bandos, el partido empezó movido, aunque casi el adjetivo de loco se ajusta más a lo sucedido sobre el césped muniqués. Malouda en el primer minuto de juego ya gozó de un disparo dentro del área que se marchó desviado, pero tres más tarde el disparo de Deco obligó a Barthez a despejar con muchísimos apuros. El combate se libraba sin tapujos, con las defensas bajas, y el intercambio de golpes era continuo. Mientras los franceses buscaban mandar en el centro del campo las contras lusas eran demoledores y siempre acababan con disparo final. Maniche y Figo, frisando el cuarto de hora, volvieron a intentarlo desde lejos, pero siempre el "uy" era la única recompensa a su trabajo.

El trabajo de Doménech en el vestuario se deja notar, ya que a pesar de que Portugal llega con facilidad, las marcas están bien ajustadas y los de Scolari no están tan a sus anchas como en los choques anteriores.

Y con el prólogo de un jugadón de Henry, que sacó los colores a Miguel, llegó el penalti, una pena máxima que no es de las más claras a pesar de que hubo contacto en la entrada de Carvalho, pero cualquier interpretación era posible. Corría el minuto 32 y el mundo se volvió hacia Zidane. No titubeó Zinedine. Apenas se separó paso y medio del balón y con su derecha la puso en el lateral de la red, a la derecha de un Ricardo que adivinó el lado pero que no pudo impedir el gol del astro con su estirada. Brazos al cielo, mirada más arriba, "gracias" al destino, debió decir el crack.

Desde el momento en el que el universo se paró para ver marcar a Zidane, hasta la retirada al vestuario, Portugal pisó área, pero con menos convicción. Eso sí, aprovechaba cualquier paso por el área para dejarse caer y pedir con frívola y contundente exigencia la pena máxima.

En la reanudación, Francia salió dispuesta a sentenciar, y pudo hacerlo con dos ocasiones claras en los primeros tres minutos. Henry no tardó en dejarse caer por la izquierda, pisar área, hacerle la "pirula" a Meira, y disparar pegado a la hierba. Ricardo, felino, casi se mete el balón en su portería por intentar atajar, pero el esférico se marchó, finalmente a córner. A renglón seguido el disparo desde la frontal, tras el enésimo detalle del maestro Zidane, fue de Ribéry, obligando a lucirse una vez más a un Ricardo que se ganó el sueldo.

La empanada se le fue a Portugal, y empezó a dominar y a tener la posesión de la bola. Francia, a la contra, no era demasiado peligrosa, pues en velocidad pura solo había que temer a Ribéry y a Henry. Sin embargo, el dominio luso era estéril. Apenas si creaba ocasiones de gol, debido a la presión francesa sobre el balón y al estar las líneas galas más que juntas. No había espacio para crear en la frontal, y un equipo amante del toque como el de Scolari se desesperaba. Así las cosas, a menos de un cuarto de hora para el final, Ronaldo aprovechó una falta lejana para poner en evidencia una vez más a Barthez. Desde 40 metros la pegó, centrada, y el meta del Olympique hizo la cosa más rara del mundo. Puso el "pecho-tabla", a la vez que intentó embolsar el balón. El resultado, un despeje en forma de globo a tres metros de donde estaba él. Los defensas galos no daban crédito mientras los ibéricos intentaban aprovechar el regalo, pero el cabeceo final se perdió por encima del larguero.

De ahí hasta el final, más de lo mismo. Portugal volcada, buscando fisuras donde unos veteranos de guerra habían hecho su casa de las trincheras. Dos amagos de infarto en la prolongación, pero todo en vano. El fútbol le tenía reservada una despedida a Zidane a la altura de su importancia en la última década. Zidane, el capitán de las huestes galas, jugará la final, junto a sus chicos, ante Italia. Pase lo que pase, el fútbol despedirá al diez como se merece. La gloria, los laureles del 98, vuelven a florecer.

0.-Portugal: Ricardo Pereira; Miguel Brito (Paulo Ferreira, m.62), Ricardo Carvalho, Fernando Meira, Nuno Valente; Luis Figo, Costinha (Helder Postiga, m.75), Maniche, Deco, Cristiano Ronaldo; Pauleta (Simao Sabrosa, m.68).

1.-Francia: Fabien Barthez; Willy Sagnol, Lilian Thuram, William Gallas, Eric Abidal; Patrick Vieira, Claude Makelele; Frank Ribery (Sidney Govou, m.72), Zinedine Zidane, Florent Malouda (Sylvain Wiltord, m.69); Thierry Henry (Louis Saha, m.85)

Goles: 0-1, m.33: Zidane, de penalti.

Arbitro: El uruguayo Jorge Larrionda. Amonestó a Carvalho, Saha

Incidencias: Partido 62 del Mundial de Alemania correspondiente a la fase semifinal disputado ante 66.000 personas en el estadio WM Arena de Múnich. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, el presidente de la UEFA, Lennart Johansson, y el primer ministro de Francia, Dominique de Villepin, asistieron al compromiso desde la tribuna de honor.