Champions League, Leipzig-Atlético: Siempre pasa algo

Fútbol ficción en realidad al no señalarse la zancadilla palmaria y juego de precisión alemana para apear a un Atlético negado en la Champions League. Pero porque le sigue faltando, porque hay rivales mejores, porque no es suficiente ni con Simeone. Tampoco pasa nada, pero sí convendría ajustar los objetivos reales.

Suele ocurrir. Denunciar en modo previa y convertirse luego justamente en lo protestado. Nagelsmann se quejó por adelantado de los modos de Simeone y de la dureza rojiblanca. Y Simeone estuvo desconocido en la banda y el equipo que fue duro (y bastante) no fue el Atlético. Y en cuanto a protestar, no lo hizo el argentino suficiente contra la injusticia de que el árbitro ni se molestara en ir a revisar uno de los penaltis más inapelables en el juego del fútbol, el de la zancadilla en carrera. Gulacsi a Saúl. Pues nada. A penaltis ya sabe el Atleti que nunca va a ganar, que eso van con otros. Tampoco, por cierto, los jugadores tiraron de Cholismo para forzar una falta y presionar por la revisión del VAR cuando pasaban los minutos pendientes de un colegiado que se iba escapando vivo.

El escandaloso penalti a Saúl (es que ni con el VAR hay manera de acabar con la inmundicia arbitral) marcó el partido. Pues claro. Porque no era una ventaja sino un derecho el que una pena máxima buscada por presión y convicción, la de Saúl ante el meta del RB Leipzig, se concretara. Y punto. El sigan, sigan de rigor para darle alas a un Leipzig incombustible, con su gran fútbol combinativo habitual y esperado para los que realmente conocíamos al Leipzig de comentar sus partidos en la Bundesliga. Equipazo sin estrellas mundiales, equipazo del todos a una.

En el Atlético destacaron ‘Air’ Giménez y Savic, que se coronaron como la fuerza aérea incontestable en La Batalla de Lisboa, y poco más hasta la entrada estelar de Joao Félix, ruborizante que no fuera titular y la cantinela que le arrojarán ahora al Cholo hasta la saciedad.

Reconociendo el mejor desempeño del Leipzig, eso por delante, no es menos cierto que la prevaricación arbitral (dictar sentencia a sabiendas de ser injusta) empieza a marcar el juego precisamente con la que debía ser la solución al problema, la implantación del VAR. Pruebas hay, las imágenes que no revisan o miran condescendientemente, pero la dura realidad es que siguen haciendo lo que les viene en gana. Que el juego sigue siendo suyo.