Champions League, Leipzig-Atlético: Simeone ante su encrucijada

El líder rojiblanco, pese a que algunos le esperan con la vara de medir injusticias, se presenta a una reválida en la maldita Champions, la que siempre le ha negado el pan y a la sal a un club que ya debería haber levantado alguna al abierto cielo negro de las noches europeas.

Para saciar esta sed de triunfo, para quitarse el complejo y exorcizar a una comunidad de fieles seguidores, el Atlético del Cholo está en Lisboa con fe ciega y ganada de favorito. Claro que sí y primer éxito, pues ha remado para alcanzar esta orilla contra el viento campeón de Anfield en octavos (pocos o ninguno hubieran salido vivos del infierno red, el Barça de Messi se llevó cuatro un año antes) y el del Covid-19 con los positivos de Correa y Vrsaljko cuya mayor relevancia, en realidad, es que se encuentran bien, asintomáticos. Que el lado humano a veces se deja de lado como se vivió bochornosamente en Twitter a la espera de la identidad de los contagiados.

Simeone afrontará el reto con el Mono Burgos por última vez. Capitanes de abril en agosto para llevar al grupo a su cita con la historia de ser, por fin, campeones de Europa. Dueto incomparable, el Cholo-Mono, Mono-Cholo este, tiene la oportunidad de despedir su relación por la puerta grande de Lisboa, segunda oportunidad tras el fiasco del alargue del holandés Kuipers en 2014.

A partido único, Simeone deberá lidiar, además, con el complicado papel de qué hacer en caso de los más que probables penaltis para decidir estos ‘knockouts’ de 90 + 30 = 120 minutos. El extraño caso de Oblak saldrá a relucir. Su manifiesta incapacidad en las tandas de penaltis contrasta con su condición de número uno del mundo. Aunque de existir el Guante de Oro de los porteros, probablemente se lo llevarían otros. Los que representan a clubes más reconocibles globalmente. Todos sabemos quiénes y por qué.

Así que si hay tandas de desempate camino de la final, la opción rupturista Made in Van Gaal (quitar el portero titular en el minuto 119 y poner al suplente pero más hábil en la suerte de las penas máximas, Holanda-Costa Rica del Mundial 2014) no parece estar en la cabeza del Cholo. Quizás más que nada por cuidar al jugador franquicia del club y porque tampoco Adán parece ese hombre de rostro impenetrable en el miedo del portero ante el penalti. Pero cosas peores se han visto.

No se ha citado hasta ahora al Leipzig (Tampoco al PSG, el siguiente de la lista si hay victoria). Todo depende del Atleti, que es mejor equipo, y de Simeone, que es mejor entrenador que Nagelsmann, faltón y sobrepasado por estar en la Final a 8 con un equipo que representa el lado más voraz del fútbol moderno, sin más identidad que lo multinacional del dinero que todo lo compra. En Alemania no pueden ni verlos, ni siquiera en Leipzig, donde la solera la mantiene el Lokomotive y no la marca que tuvo que retirar el lema “Te da alas” por engañoso.

Ya se vio en Sostiene Pereira, la maravillosa novela de Antonio Tabucchi y película con Marcelo Mastronianni ambientada en Lisboa durante la dictadura de Salazar, en la que el conformismo da paso al despertar contra la injusticia, ese totalitarismo siempre amenazante. Sabe bien el Atlético de ello.

Simeone, pues, ante su nueva encrucijada. Y que sigan esperando los ‘haters’ del argentino, siempre cerca. Mucho más de lo que pensamos en su permanente chincha, rabiña porque no consiguen echar al Cholo.