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Simeone, siempre un número uno

Iván Castelló

Actualizado 10/12/2020 a las 13:20 GMT+1

Salzburgo significó un nuevo hito para el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone, un número uno que sigue sorteando los baches que le aparecen en el camino dentro y fuera del mundo rojiblanco.

Simeone

Fuente de la imagen: Eurosport

Este éxito, con el pase otra los octavos de final de la Champions, confirma que la estrategia competitiva de Simeone sigue dando frutos en lo que era una tierra yerma. Que se sigue olvidando, muchas veces intencionadamente.
Y todo lo de ahora (líder destacado en LaLiga, favorito al título, y haciendo los deberes europeos como segundo tras el imparable Bayern) ocurre cuando se supone que ha perdido su punto de apoyo en el Mono Burgos y cuando jugadores importantes abandonaron el barco de negocios en que se ha convertido un club de fútbol peculiar como este.
Por partes.
El estigma de entrenador sobrevalorado sigue ahí, a la espera del siguiente pinchazo para aparecer con toda su crudeza. Suele venir (por fuera) del desafecto que se le guarda por su supuesta manera de entender el juego, que muchos, resumiendo injustamente, sitúan poco menos que a la altura del ‘catenaccio’. Con un gol a favor y a defender sin compasión. Tampoco ayuda el nulo cariño existente hacia el Atlético comparado con el cielo protector bajo el que viven Real Madrid y Barcelona.
Se sigue oyendo, leyendo y viendo que esto es así, que a la mínima el argentino quiere cerrar el partido defendiendo sobre el campo como si no hubiera mañana. Veintiún goles ligueros después, uno menos pero con dos partidos más pendientes que la Real Sociedad y un tanto más que el Barça de la pléyade de delanteros, el Atlético vive instalado en posesión y juego ofensivo. Ergo no es cierto. ‘Defendiendo’ así, al fin del mundo. Que al Cholo se le espera por más motivos.
Desde el entorno del Atlético, en el pronunciamiento que más duele, a Simeone no se le perdonan sus maniobras de distanciamiento con Fernando Torres, ídolo rojiblanco por excelencia aunque haya pasado la mayor parte de su mejor carrera en Inglaterra. También se le trató de desgastar a Simeone con el caso Godín, no renovado pero hoy lejos de la élite (en el Cagliari) tras no triunfar en el Inter. Cara agria de las salidas generacionales de héroes locales, el caso es que Simeone consigue de nuevo ser tan competitivo como para poder ganar perfectamente esta Liga y llegar de nuevo lejos en Europa. Ya eliminó al campeón, el Liverpool, ganándole los dos partidos y ahora tendrá otro gigante en octavos.
Y sin el Mono Burgos junto a él, al que también se ha recurrido entre bambalinas a señalar como destacado artífice del éxito por su maestría con la pizarra y acierto con los cambios desde su figura de segundo entrenador con ascendente. El Mono podría reunir todas esas virtudes. Podría. Pero como complemento del primer entrenador, de Simeone, quien ahora sin su compañía (la baja voluntaria de Burgos aún no ha traducido en un contrato con cualquier equipo, aquí o allá, en España o en Argentina) se apoya en Nelson Vivas para que todo siga igual de bien.
También sucedió en los primeros pasos de Simeone por el Atlético con la figura del Profe Ortega, al que se apuntaba con el dedo del éxito de los proyectos del Cholo por sus cualidades para exprimir físicamente al equipo. Que cariños ha recibido y recibe los justos el entrenador argentino si no fuera por el fervor de buena parte de la afición. Aunque también hay una corriente de nuevos atléticos en redes sociales que alimentan desapego hacia Simeone. Los mismos que no recuerdan por su juventud que al Atleti lo entrenaba Gregorio Manzano. Ya han pasado nueve años de aquello y sigue saliendo el sol.
En lo bueno y en lo malo, Diego Pablo Simeone. Un ‘Number simeOne’.
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