La quinta del Real Madrid: El glorioso punto y aparte de Di Stéfano y Puskás

El Real Madrid vive de celebración en celebración los meses de mayo gracias a su fecunda historia en la Copa de Europa/Champions League. Hoy se cumplen 60 años desde que Hampden Park presenció uno de los partidos que han hecho que el fútbol se considere el deporte rey. El 7-3 que el Real Madrid le endosó al Eintracht de Fráncfort fue histórico por muchos motivos, desde el evidente frenesí goleador del duelo hasta la masiva asistencia. 127 000 almas rugieron en el coliseo escocés de Glasgow aquella tarde-noche de hace seis décadas, un récord aún vigente en una final europea que difícilmente se pueda batir.

El Real Madrid no hizo prisioneros en su camino hacia la final, dejando en la cuneta al Jeunesse Esch luxemburgués (12-2), al Niza (6-3) y al Barcelona en semifinales (6-2). El poderío goleador estaba garantizado con Alfredo di Stéfano y Puskás, con Gento, Santamaría y Del Sol suministrándoles balones de calidad desde la segunda línea, y el Eintracht era consciente de ello. La consigna en el equipo de Paul Osswald era clara: había que ir a por el partido.

Richard Kress dio la sorpresa e inauguró el marcador, pero eso sólo despertó a la bestia. Al descanso Di Stéfano ya había castigado a Egon Loy dos veces y Puskás una, llegando con 3-1 a vestuarios. Cuando Erwin Stein consiguió el segundo del Eintracht el Madrid ya había completado el set y contestó Di Stéfano con el séptimo acto seguido. El 7-3 no fue más que la puesta de manifiesto de que esa Copa de Europa sólo podía ganarla el Madrid.

Pensar que aquel Eintracht era un equipo cómodo para los blancos puede resultar tentador, pero el cuadro alemán también iba dejando víctimas a su paso con buenos registros goleadores. El 12-2 al Rangers en semifinales hablaba por sí solo, pero en Escocia reinó Di Stéfano, omnipresente, junto a Puskás. El primero anotó un triplete y el segundo un póquer (uno de sus goles fue de penalti), y son dos de los tres únicos jugadores en la historia capaces de marcar tres o más goles en una final de Copa de Europa.

La final de 1960 bien pudo haberla ganado el Real Madrid por incomparecencia de su rival, ya que la federación alemana había prohibido a sus equipos enfrentarse a ningún rival que tuviera a Puskás en su plantilla. El motivo se remontaba al Mundial de 1954, en el que Alemania Occidental derrotó a la Hungría de los magiares mágicos en la final que ha pasado a la historia como el Milagro de Berna. Puskás acusó a los alemanes de haberse dopado: “Jugaban echando espuma por la boca”, recoge el libro Los cuerpos del poder, de Orfeo Suárez, lo que indignó sobremanera a los dirigentes del fútbol alemán.

Puskás firmó una disculpa pública y finalmente la federación le dio luz verde al Eintracht para ser arrollado por un equipo histórico que en ese momento no lo sabía, pero había llegado a su cúspide. Tras la exhibición de Di Stéfano y Puskás llegaría una sequía de seis años hasta la Sexta.

7 – Real Madrid: Domínguez; Marquitos, Santamaría, Pachín; Vidal, Zárraga; Canário, Del Sol, Di Stéfano, Puskás y Gento

3 – Eintracht Fráncfort: Loy; Lutz, Eigenbrodt, Höfer; Weilbächer, Stinka; Kress, Lindner, Stein, Pfaff y Meier

Goles: 0-1, Kress (18’); 1-1, Di Stéfano (27’); 2-1, Di Stéfano (30’); 3-1, Puskás (45’+1’); 4-1, Puskás (pen., 56’), 5-1, Puskás (60’); 6-1, Puskás (71’); 6-2, Stein (72’); 7-2, Di Stéfano (73’); 7-3, Stein (75’)

Árbitro: Jack Mowat (Escocia).

Estadio: Hampden Park: 127 621 espectadores.