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Los jueves de Luis Villarejo: Mbappé y el buen patrón

Luis Villarejo

Actualizado 17/02/2022 a las 02:53 GMT+1

El vestuario del Paris Saint Germain es ecléctico. Multicultural, políglota. Es un signo de educación hablar o intentarlo al firmar por un equipo extranjero. Marquinhos es brasileño. Marqui, como es conocido en el club, habla un francés perfecto. Le llaman el patrón. Textual, en francés. El jefe. El buen patrón. Es el capitán y predica con el ejemplo.

Kylian Mbappé

Fuente de la imagen: Getty Images

El PSG le ha brindado ya cumplir 100 capitanías y seguir la estela de Thiago Silva. Su integración es fundamental. Y su liderazgo, absoluto. Sentado en la caseta al lado de Neymar y Letellier, el portero suplente, Marquinhos ha intentado retener a Mbappé. De momento, sin suerte, pero también respetando los códigos del fútbol profesional. Lo único que quieren sus compañeros es verle feliz.
La resaca post Champions nos dejó ver expresarse a Kylian Mbappé con un castellano pulcro. Quiere que le reciban en su nueva casa, en el Bernabéu, con una alfombra roja. Y esos detalles ayudan. Por eso, el próximo 9 de marzo se va a producir en Madrid un fenómeno paranormal. Un futbolista francés podría tumbar y echar al Madrid de la competición, pero en cambio, podría salir a hombros y aplaudido del estadio Bernabéu. Puede más la ilusión de verle vestido de blanco en unos meses que caer rendido en casa. Insólito, pero real. Detalles de la nueva industria del fútbol, donde los espectadores sacan el teléfono móvil para hacer fotos en lugar de celebrarlos goles con gestos, con aplausos o abrazándose al hincha de al lado.
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Kylian Mbappe, siendo felicitado por sus compañeros tras el gol al Real Madrid

Fuente de la imagen: Getty Images

Nasse Al-Khelaifi, desde la dirección del PSG, ha enviado ya a sus jugadores el primer mensaje. Señores, cabeza fría. La historia y el poderío del Madrid infunde un respeto reverencial. El 1-0 deja vivo al Real Madrid en la vuelta y ese respeto, sazonado de admiración, le da alas a un Real Madrid que deberá reinventar su módulo defensivo.
No está acostumbrado Carlo Ancelotti ni el equipo a diseñar una pizarra defensiva de marcaje al hombre, con ayudas repletas de energía, del perfil de Valverde, que se va a convertir en el hombre clave en la vuelta. Valverde, ante la exhibición y el poderío mostrado por Verrati, va a tener que dar un paso al frente.
Puede ser la primera vez en los últimos tiempos donde el Real Madrid no juegue a su aire. Sino que tenga que trabajar tácticamente con más atención. Superar la presión del PSG es ahora mismo una asignatura pendiente.
Igual que el apoyo necesario a Carvajal para intentar blindar con coberturas el espacio de Mbappé. Si no quiere el Madrid que Mbappé convierta el Bernabéu en su jardín, Ancelotti tiene que inventarse un plan serio.
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Mbappé y Benzema, en el PSG-Real Madrid de Champions League

Fuente de la imagen: Eurosport

Al-Khelaifi insiste en el vestuario que eliminar al Real Madrid no es una gesta, un éxito sólo para París. Es, sobre todo, algo épico para Francia, para todo el país. Por ese flanco, el presidente del PSG apela a la ‘grandeur’ de Francia, a ese poderío que pone en valor continuamente sus productos en todos los ámbitos. Sus vinos, sus quesos, sus aceites… y ahora también su fútbol. Sus jugadores lucen en la ducha los complementos de Dior, uno de los grandes patrocinadores del club. Francia, cien por cien.
El cine francés nos enseña a menudo los coches franceses. La gente se mueve en su cine en Renault, en Peugeot, en Citröen. El chovinismo empresarial les funciona. En España, somos más internacionales. Abrimos el parque móvil con más generosidad en nuestras series.
Y entretanto, a Kylian Mbappé se le percibe muy tranquilo. De su puño y letra hace tiempo dejó su lema en una camiseta de la selección francesa en Bondy, en su ciudad, en las afueras de París, en el club de su barrio. “Sin riesgos, no hay victorias”. Un cartel, adornado con su firma juvenil, que llama la atención. Porque todo en la vida de Mbappé es atrevido, osado, insolente a veces, con ese puntito de soberbia que ilumina a los grandes futbolistas. Sólo ellos, los que se agrandan, son al final ‘celebrities’ del sistema. Y Mbappé es valiente hasta el final. Insultante fue este martes su dominio de la situación en el Parque de los Príncipes. No necesita ya Premios ni Balones de Oro, no hace falta. Es el número uno del momento. El galardón se lo otorga el público. No hace falta vestirse de etiqueta y hacer el paripé.
En esa actitud audaz ante la vida, se incluye decidir salir del PSG, del emblema de Francia, del escudo de un país, cuando en su casa puede vivir tranquilo, arropado, sin salir de su zona de confort, respaldado por sus medios de comunicación. En cambio, todo apunta, a que ha elegido el rock and roll, comenzar una nueva vida, ser el líder de un club que le va a exigir la Champions en su el primer año que funcione el nuevo Bernabéu. Su determinación, si se ratifica su hoja de ruta, es loable y plausible.
Su ídolo siempre fue Thierry Henry. Sigue su estela a pies juntillas. Ya tiene el mismo cromo clonado de todas sus fotos famosas. Celebrando goles sentado como un Buda, apoyando su brazo en el banderín del córner… Pero le falta una imagen. Sólo una. Imitar al Henry pletórico del Arsenal, que una noche asombró en el Bernabéu. Mbappé tiene su próximo desafío. Y presumir delante de él, que él también tiene esa muesca en su cartuchera.
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Resumen PSG-Real Madrid: Courtois no pudo frenar a Mbappé (1-0)

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