Los miércoles de Antonio Sanz: De Gea, portero de España o portero de Premier

Balsámica resultó la victoria del equipo de Simeone en Pamplona. Alegría necesaria tras el fiasco vivido en los días previos ante el Levante, donde se soliviantaron hasta los mástiles que rodean el nuevo estadio Metropolitano. El propietario tocó la corneta, provocó atención general y reunió a las huestes para reunir fuerzas, cerrar filas y aplacar la crisis que arrecia en la caseta del cuerpo técnico y de los jugadores. En un mensaje novedoso de transparencia, el entrenador descubrió el almuerzo con el dueño y con el director deportivo, con quien le tachaban de ponerse a parir. Ni Berta es tan simple, ni Simeone tan incapaz como para enfrentarse en una absurda pelea. Ninguno echaría un pulso al otro porque se retroalimentan, porque nadie mejor que ellos conocen que participan como las dos herramientas que han funcionado, una conectada a la otra, para la reconstrucción moderna de la entidad… con el beneplácito del que manda que sabe cuándo y en qué momento pelar cada cable.

Con una guerra desactivada, por inexistente, el mandamás del club quiso posicionarse junto al plantel. Se mostró cercano y cariñoso en su encuentro con la plantilla, tragó sapos y evitó en su mensaje el fastidio o la brusquedad ante los privilegiados oyentes. Éstos, los futbolistas, levantaron acta del encuentro y prometieron entrega. El resto lo compartieron con una alineación más al gusto de la propiedad con un 1-4-4-2 más reconocible y con unos mimbres más asequibles para completar el cesto: Llorente por delante del lateral derecho para aprovechar su condición ofensiva; Herrera, más de la dirección deportiva que del técnico, acompañando a Koke en el eje; Joao Félix, titular; y Luis Suárez, antes que cualquier otro delantero centro. Con el 0-1 tempranero, todos en solidaridad a defender, a buscar contragolpes y a enriquecerse para evitar que sucedieran cosas en el partido. Ésta resultó la mejor medicina para afrontar el próximo duelo contra el ManU y contra David de Gea.

Alguien le sopló a José Luis Pérez Caminero, entonces recién nombrado responsable de los fichajes del Atleti, que en Bélgica surgía un joven portero que marcaría época en el futuro. Ese tal Courtois no era un desconocido porque el Chelsea ya se había fijado en su figura. Claro que para el entonces Atleti de Madrid (hoy Atleti de Simeone) competir económicamente con los ingleses era una cuestión de estado. A lo más que pudo aspirar la entidad madrileña fue a negociar la cesión con los londinenses y formar al portero mientras se buceaba en el mercado buscando alguno en propiedad. La llegada del meta belga vino provocada por la irrechazable oferta que Sir Alex Ferguson realizó por De Gea, a quien nadie quiso en la casa rojiblanca y quien poco a poco terminó arrinconando a los metas titulares. Y es que, tras el gobierno de Leo Franco, el club entregó las llaves de la portería a Sergio Asenjo. Éste fracasó, tampoco se tuvo paciencia con Roberto, otro canterano, y por descarte apareció un chico silencioso que al año de ser titular terminó en uno de los clubes más grandes de Europa. El veterano escocés se la jugó con un imberbe portero al que le costó hacerse indiscutible en la Premier. Pero le dieron minutos, tuvieron paciencia y acumula una década en el puesto.

De Gea se queja públicamente de que en España no se le considera como un portero estelar, quizá señalado por sus nada regulares apariciones con la Selección. Al hilo de su rendimiento semanal, el meta admite que el aficionado observa por televisión poco fútbol inglés. Y tiene razón. El seguidor bastante tiene con ver el fútbol de aquí para examinar los partidos de fuera. Pero la cuestión es que, durante su participación como alternativa a Casillas, David no ha repetido actuaciones de portero como sí deslumbra en el Reino Unido. Indudablemente, los errores que ha cometido defendiendo la camiseta roja le han condicionado frente a la opinión pública y eso magnifica que la imagen que se tiene en España es bien diferente a la lo protege en la Premier. El chico ha dado muestras de cierta inseguridad, pese a su condición natural de ser el elegido para reemplazar a Iker. Si Del Bosque habló de una transición dulce, con Lopetegui no hubo debate y De Gea resultó intocable. También arrancó de titular con Luis Enrique, en ambas etapas, pero primero Kepa, en el intervalo de Moreno, y después Unai Simón, con el regreso del asturiano, provocaron que sea hoy carne de banquillo.

Es curioso que siendo elegido mejor guardameta de la Premier, resultó galardonado como mejor jugador del mes de enero’22 algo que no conseguía un portero desde 2016, sea suplente con España. Pero no es el rendimiento esporádico de treinta días. En esta temporada ha sido catalogado como el mejor del Manchester United por tercer mes en el presente curso, siendo indiscutible para los dos técnicos que lo han dirigido en esta campaña. Sus cifras hablan de una década de dominio en Inglaterra con 473 partidos disputados a los que añadir los 84 que disputó con el Atleti o las 45 internacionalidades absolutas con la Roja, desde el debut en 2014. Como se puede comprobar, dista mucho la acción con el club a lo realizado con la Selección. En el Metropolitano, primero, y en Old Trafford, después, De Gea contará con la oportunidad de demostrar, ante los ojos de su antigua afición, que es también portero para España, quizá el único territorio que le queda por conquistar.