Los jueves de Luis Villarejo: La piedra de Valverde

Su gol en la noche del miércoles ante el Leipzig fue con la izquierda. Con la confianza plena en sus opciones, Valverde se atreve con todo. Incluso con su pierna débil. Ancelotti piensa que tiene una piedra en el pie derecho y que de sus botas deben surgir mayor cantidad de misiles.

Valverde llegó de Peñarol por cinco millones de euros. Jorge Barrera, entonces presidente del club, me confesó un día que Fede debutó ya en Primera con 16 años en Peñarol. Y que tras su vuelo a Madrid, comenzaron a poner cláusulas con porcentajes de futuras ventas a terceros. Con Darwin Núñez, el siguiente en salir de Peñarol al Almería, el club de Montevideo se aseguró un plus de futuro, en este caso tras su posterior fichaje por el Liverpool.

El primero que apostó en poner a Valverde en el lado derecho fue Pepe Mel en la temporada que jugó cedido en el Deportivo de La Coruña.

A Valverde no le hacía mucha gracia. Siempre ocupó espacio de medio centro. Pepe Mel tenía poblada esa zona con gente más experta como Guilherme, Borges y Mosquera; así que sacó petróleo de Fede Valverde desde el flanco diestro a quien le pedía capacidad de sorpresa llegando por dentro.

Y así le sonríe la vida ahora en el Madrid. Ancelotti alterna su posición dependiendo de las circunstancias. Hasta ahora, los uruguayos en Madrid estaban más ligados al Atlético de Madrid. Diego Forlán y Diego Godín, más el apoyo de Luis Suárez en los dos últimos años, hicieron que el grito de ‘uruguayo, uruguayo’, formara parte del protocolo atlético.

Ahora, se ven banderas y camisetas de Peñarol en el Bernabéu. Valverde va a poner en el paisaje una camiseta de su gente, y la bandera de un país que exporta jugadores y que aumenta el PIB de Uruguay gracias a la industria del fútbol.

Valverde se ha colado en el corazón del madridismo. Cuenta con todas las virtudes que agradan en el Bernabéu. Tira de garra, de coraje y su físico descomunal le ayuda a sellar finales de partidos que acaba pletórico.

Ancelotti, Pintus y el equipo de trabajo, igual que el pasado año, han comenzado la temporada a un ritmo infernal, con el objetivo de llegar líder al inicio del Mundial, dejar hechos los deberes en la Liga y en la Champions, y afrontar la recta final y decisiva de la temporada con futbolistas en forma.

Entre ellos, Marco Asensio, autor de otro hermoso gol frente al Leipzig en jugada ensayada. El Bernabéu le silbó cuando entró en el campo. Pero hubo una acción de rabia, de lucha, una jugada que cambió el veredicto, antes del gol. El Bernabéu, igual que el famoso anuncio de Los Fernández y sus alfombras en la radio, es muy amable. Y si ve un cambio de actitud, perdona todo. Minutos después regalaba a su gente un golazo que olvidó rencillas y conmovió a la grada. Asensio, con inteligencia, lo celebró con sobriedad, sin rebeldía.

Y Ancelotti, en el enésimo gesto victorioso de gestión de RRHH, perdonó a Asensio por su desplante y enfado del otro día en el banquillo al no jugar un minuto. Asensio le devolvió el afecto con un gol de regalo.

Los grandes clubes envían a la lona a sus rivales en los últimos diez minutos. Lo hicieron por derribo en esta última jornada de Champions. Valverde y Asensio en Madrid; Stones y luego Haaland con el Manchester City; Neymar con el PSG. La zona del gol decisivo se dirime en los minutos finales.

PD. El gol acrobático de Haaland al Dortmund recordó al famoso de Johan Cruyff a Miguel Reina en el Camp Nou frente al Atlético de Madrid. Y a otro igual de estético de Isma Urzaiz con el Athletic de Bilbao al Recreativo de Huelva. Recordar el pasado siempre ayuda a tener perspectiva en el presente.