Blog De la Calle: Desmaradonizando a Argentina

Fermín de la Calle

Actualizado 15/11/2016 a las 23:28 GMT+1

23 años en blanco. Pasarella, Bielsa, Pékerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino y Bauza. No hay estilo. Está Messi, pero no es Maradona. Ni lo será.

Maradona y Messi en el 2010

Fuente de la imagen: AFP

Luis Aragonés puso a los pequeños, les dio la pelota y apostó por el tiqui-taca. Balón al pie y mucha posesión para defenderse con el esférico en los pies y atacar en largos rondos que se afilaban al llegar al área con delanteros dinámicos en los espacios como Torres o Villa. Había mucho de Guardiola en la apuesta de Zapatones. El de Santpedor, en apenas doce meses, había convertido al Barcelona en el primer equipo español de la historia en conseguir el triplete: la Champions League, la Liga y la Copa del Rey.
Luis decidió adaptar su apuesta táctica a los jugadores de los que disponía, con Xavi e Iniesta como referentes, y salió bien. Especialmente majestuosa fue la victoria ante Rusia en la semifinal de esa la Eurocopa de 2008 (3-0). El tiqui-taca, que llevó a España a ganar la final en Viena, nació oficiosamente el 7 de octubre de 2007 en la localidad danesa de Aarhus. La jugada fundacional concluyó con en el segundo gol de España, logrado por Sergio Ramos, por entonces lateral, después de una jugada coral de la selección tras 28 toques.
Vicente del Bosque fue fiel al estilo y se limitó a matizar algunos detalles, manteniendo su lealtad al estilo impuesto por Aragonés, a la pizarra de Guardiola y a los ‘jugones’ del Barça en la medular. Así llegó la conquista del Mundial de Sudáfrica, con el gol de Iniesta, y finalmente la otra gran obra de arte del tiqui-taca, la goleada a Italia en la final de la Eurocopa en Kiev (4-0). Un estilo que completaba la secuencia más exitosa de la historia del fútbol mundial: Eurocopa, Mundial, Eurocopa.
Alemania decidió cambiar el chip cuando Klismann se hizo cargo de la Mannschaft. Jürgen visitó a Menotti acompañado de su ayudante, Joachim Löw, para ‘sudamericanizar’ el metálico fútbol alemán. Acudieron a México, estudiaron escuelas en Argentina y tomaron nota de entrenadores en Brasil. Alemania bajó la pelota al suelo y se refundó a partir de una generación de talentos que emergió en la Eurocopa Sub-21 de Suecia en 2009.
Neuer, Hummels Boateng, Khedira y Ozil alzaron aquel título y se convirtieron en los pilares sobre los que edificar la nueva Alemania. Löw heredó el puesto de Klismann tras llevar a Alemania a la tercera posición en su Mundial, en 2006, y comenzó a trabajar a medio plazo con el único objetivo de conquistar de nuevo un Mundial. El estilo fue cuestionado por los puristas del fútbol alemán después de ver cómo la Mannschaft seducía con su fútbol latino, pero no conquistaba títulos, cayendo en semifinales en Sudáfrica ante España, con un gol de Puyol, y en la de la Eurocopa de 2012 ante una Italia con un Balotelli estelar.
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Los jugadores de Alemania en la final de Brasil

Fuente de la imagen: EFE

Sin embargo, en el Mundial de Brasil, en 2014, cuando la permanencia de Löw estaba seriamente amenazada, Alemania deslumbró al mundo gracias a su fútbol audaz y a una goleada histórica en el Mineirao ante Brasil (7-1) que está la historia del fútbol. Un Mundial que finalizó exitosamente con el triunfo por en la final ante Argentina. Un gol de Götze en la prórroga premió los diez años de apuesta tenaz de Löw y Klismann, a quien el seleccionador dedicó el triunfo en la sala de prensa nada más concluir la final de Maracaná. Un estilo, el tiqui-token y un Mundial.
Enfrente Argentina se marchaba de vacío. La albiceleste no suma un título ‘grande’ desde la Copa América de Ecuador en 1993. No llegaba a una final del Mundial desde que Maradona la llevó en Italia en 1990, cuatro años después de conquistar la Copa del Mundo en México. En estos más de veinte años, dos oros olímpicos, torneo menor debido a la ausencia de las estrellas por restricciones de edad, son el único botín que ha sumado al palmarés.
Argentina lleva años dando bandazos. Ganó su primer Mundial abrazado al menottismo en 1978 y el segundo, al bilardismo en 1986. Dos estilos contrapuestos, de jugar, de pensar, de competir, incluso dos estilos contrapuestos de argentinidad. Posteriormente llegó la hora de la tercera vía, la que protagonizó Marcelo Bielsa.
Recuerdo perfectamente una rueda de prensa a la que asistí en el búnker de la selección argentina en Asunción, Paraguay, en 1999, a la que el Loco acudió recién duchado. Una hora de reproches de menottistas y bilardistas más tarde, Bielsa concluía la comparecencia empapado por sudor por la tensión y procedía a ducharse de nuevo. El ambiente esquizoide que rodea a la selección argentina, sumado a la falta de estilo y discurso futbolístico, convierte el entorno de la albiceleste en un polvorín amenazado por una prensa inflamable. Desde aquel lejano título del 93, con Basile en el banquillo, han asumido el cargo de la selección Pasarella, Bielsa, Pékerman, Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino y Bauza.
Argentina nunca ha tenido un estilo de juego definido. Ha sido una selección armada alrededor del talento de un jugador. Sin duda, de dos de los más grandes: Diego y Leo. Pero el fútbol argentino,e incluso el país, vive maradonizados. Y eso lo está pagando Messi, que no puede ni quiere ser el Diego. Aunque media Argentina le recrimine que no se disfraza del 10 para devolver a lo más alto a su selección. Sin embargo, no recibe ninguna ayuda de un banquillo desde el que no han sido capaces de armar un hábitat futbolístico en el que se sintiera cómodo el rosarino. La obsesión por blindar y ‘equilibrar’ un equipo marcado por el talento ofensivo de Leo, provoca que Argentina forme con jugadores sudorosos en la medular incapaces de hacer llegar la pelota a Messi en condiciones ventajosas.
Subcampeón del mundo en 2014, subcampeón de la Copa América en 2015, subcampeón de la Copa América en 2016… La prensa señala repetidamente a Messi por su incapacidad para hacerles campeón. Y la frustración ha llevado a Leo incluso a renunciar a la albiceleste tras perder la segunda final de la Copa América consecutiva. Con la perspectiva de lo vivido por españoles y alemanes, los dos últimos campeones del mundo, cuya apuesta por priorizar el estilo les ha llevado al triunfo, uno se plantea si no sería mejor que la albiceleste dibujase una hoja de ruta a medio plazo en lugar de fiarlo todo a la inspiración de Messi. Ha llegado la hora de desmaradonizar Argentina. Una empresa titánica, en el caso de que fuera posible...
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