La gabarra atraca en el Guadalquivir

No diré que los realistas querían que ganase el Athletic, pero sí podríamos decir que muchos querían una final vasca en la Copa. Un Athletic-Real Sociedad que los políticos vascos ya han sugerido socarronamente que se denomine Copa Lehendakari. Pero para llegar a ello tocó sufrir, como no podía ser de otra forma.

Solo la fe de los leones ha llevado a los de Garitano a la final. Estaba escrito que tenían que sufrir, como han sufrido en todas las eliminatorias. Estuvieron eliminados, pero creyeron. Porque nunca han tirado la toalla. No la tiraron en la ronda de penaltis ant eel Elche, donde estuvieron virtualmente fuera. Tampoco ante el Barcelona, al que eliminaron en el último balón que llovió en el área culé. Y en Granada no iba a ser distinto. El gol de Yuri en el minuto 80 les metió en la final de La Cartuja después de apretar los dientes y no darse por vencidos.

El Granada fue un digno rival. Incluso pintaba a ser un digno finalista. Los goles de Carlos Fernández y Germán volvieron a evidenciar el minucioso trabajo de Diego Martínez en la pizarra con los balones parados. Solo el destino les impidió meterse en la final de Sevilla ante una Real Sociedad que esperaba con el colmillo retorcido al Athletic. Los nazaríes llorarán como hombres lo que han defendido como un equipo: una Copa maravillosa.

Ahora las aficiones donostiarras y bilbaínas tendrán que cruzar media España hasta Sevilla para medirse en una final que debería jugarse mas cerca para facilitar la fiesta a ambas aficiones. La Gabarra ha superado un conato de naufragio en La Alhambra. La fe de los leones pudo con la estrategia de los nazaríes. Cuando el éxito está tan cerca, la cabeza y las piernas suelen entumecerse y la emoción prima sobre el espectáculo. Eso pasó en este partido de vuelta que premió el espíritu indómito de los de San Mamés. Ahora sí, que preparen La Gabarra y la atraquen en el Guadalquivir.