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COPA DEL REY 2021 | ¿Lo sabías? La final Athletic-Barça que acabó a puñetazos

Rubén Uría

Actualizado 16/04/2021 a las 10:02 GMT+2

Mayo de 1984, Final de Copa del Rey. Cartera contra cantera. Un puñado de cracks contra un bloque. Un Barça de talento discontinuo frente a un Athletic sin púrpura pero con casta. El toque frente al pressing. La calidad contra la garra.

Barcelona Athletic Club pelea Maradona 1984

Fuente de la imagen: Eurosport

Maradona, Schuster o Marcos frente a Goikoetxea, Sarabia o Zubizarreta. Un bohemio, defensor de la belleza, César Luis Menotti, ante un Javier Clemente mitad monje, mitad guerrero. Un choque de trenes. De estilos. De filosofías. Una historia de amor y odio. De amor cultural e incluso de similares reivindicaciones políticas, pero marcada por un odio visceral, forjado en una coz criminal que Goikoetxea lanzó sobre Maradona para romperle en las praderas del místico San Mamés. Con casi dos mil millones de las antiguas pesetas de presupuesto, el Barça de Núñez tenía urgencias y necesitaba títulos. Con mucho menos dinero, con un equipo sin grandes nombres pero con unas señas de identidad muy marcadas, el Athletic había acostumbrado a Bilbao a sacar La Gabarra. Con más ansiedad que paciencia, el Barça quiso la pelota. Schuster era el centro neurálgico de todos los ataques, así que Clemente forzó el dos contra uno para dejar al alemán sin tiempo para pensar. Espoleado por un par de arranques desde el costado, el Athletic empezó a sobrevolar el área de Urruti. Producto de su mayor determinación, los bilbaínos hacen mella. Endica hace el único tanto de la noche en el minuto de los supersticiosos, el 13. De ahí hasta el final, galimatías táctico en el césped. Clemente achica y mantiene la presión sobre Schuster y Maradona. El Barça lo intenta, pero no encuentra el camino. Carrasco y Marcos se pierden entre la espesura rojiblanca. Goiko y Liceranzu, tanto monta monta tanto, se turnan para desactivar a Maradona. Y Rojo no acierta a llevar a cabo el plan de Menotti para abrir el campo. Desesperado, desquiciado, el Barça pierde la contienda obcecado en percutir, una y otra vez, por el centro del frontón de Clemente. Franco Martínez, juez de confianza de Pepe Plaza, pita el final. El Athletic firma un "doblete histórico". El Barça empieza a ser un club histérico. Se desatan las pasiones. Hay vencedores y vencidos. Alto voltaje sobre el terreno de juego. Hora de saldar viejas deudas. De dar rienda suelta al odio.
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Comienza la trifulca. "Chato" Núñez y Maradona se retan. El bilbaíno obsequia al argentino con un corte de mangas. El argentino responde con un cabezazo. Es la guerra. Miguel Sola, un suplente, trata de mediar, pero resbala en el suelo y recibe un rodillazo que le provoca un corte en el labio y una conmoción cerebral. González Ruano, entonces médico del Real Madrid se lleva las manos a la cabeza. "Sola ha recibido un KO brutal, con un golpe en la mandíbula. Si es en la cabeza, habría sido una tragedia". Entre tanto, "Tarzán" Migueli descarga una patada de kárate sobre la espalda de De Andrés. Manolo Sarabia empuja a Maradona. Paco Clos golpea por detrás a Patxi Salinas. Y Sánchez, dolorido, abandona el campo de batalla en camilla, tras un encontronazo fortuito - éste sí- con el extremo bilbaíno Dani. José Ángel De la Casa, la voz de voces del fútbol en TVE, describe lo que ocurre en el césped con estupefacción: "Es el peor final posible, una desgracia para el fútbol. Se están agrediendo jugadores de ambos equipos y esto forma parte de un espectáculo lamentable". Después de casi diez minutos de confusión, puñetazos, patadas, gritos, insultos y empujones, la policía y los guardias jurados consiguen separar a unos de otros, y los que pueden, comienzan a ganar el túnel de vestuarios. Javier Clemente, técnico del Athletic, trata de calmar los ánimos y consigue sujetar por la pechera a algunos de los más fogosos. "Esto es una puta vergüenza" dice el de Baracaldo.
En apenas unos segundos, la enfermería se inunda de pacientes. "Chato" Núñez entra en las dependencias de la cruza roja manando sangre y recibe tres puntos de sutura. Sola no reacciona y sigue postrado en una camilla, absolutamente conmocionado. El primero en llegar sano y salvo había sido el árbitro, Franco Martínez. El andaluz, asustado y superado por el fragor de la batalla, no recoge las agresiones en su acta alegando que "no había visto nada, porque había muchos por allí". La prensa, todavía en estado de "shock", entiende que ha llegado el turno de recabar los testimonios de unos y otros. Entonces comienza el fuego cruzado a través de los micrófonos y las ondas. César Luis Menotti descarga su frustración y acusa: "Han venido a dar patadas, no a jugar". Maradona reconoce sus pecados, pero tiene coartada: "Todo empezó por un corte de mangas que me hizo Núñez...Pero es que Sola, Sarabia y Goiko vinieron a por mí y pasó lo que tenía que pasar". El Diego pide a un cámara de TVE que le enfoque las señales que la tángana había dejado en su cuerpo. Después, sacaba pecho: "Voy a ir a a Bilbao cuando sea". Goiko, la coz de Dios, replicaba: "Esos cortes de Maradona son fingidos. Se los ha hecho con unas tijeras". Julio Alberto contraatacaba: "Han salido a pegar a Diego". Núñez, noqueado tras recibir un cabezazo, parecía el más sincero: "Caí al suelo fulminado, pero me duele la cabeza y no me acuerdo de nada".
Pasadas un par de horas, el Real Madrid estudia pedir daños y perjuicios por la batalla campal. El doctor González Ruano atiende a 60 heridos y asegura que no ha visto "nada igual en toda mi vida". Por manos del doctor y los miembros de la Cruz Roja pasan contusionados, descalabrados, heridos por botellazos en la cabeza, tipos completamente ebrios y cuatro víctimas de una lipotimia, incluido un señor con amago de angina de pecho. Entre los heridos, periodistas de El País y de Diario 16, que reciben puntos de sutura tras ser alcanzados por objetos contundentes arrojados desde las gradas. Días después, Maradona es sancionado tres meses por conducta antideportiva. Jamás cumpliría aquel castigo. Se pelearía con Núñez ("Es como un pato, cada paso que da es una cagada" ), cogería un vuelo y se presentaría en el Sur de Italia. Allí en San Paolo, previo pago de mil millones de pesetas, el Nápoles le recibía como a un héroe. Más de 80.000 napolitanos se congregaron en las gradas para ver cómo Diego pisaba el césped. Lo hizo descendiendo del cielo, como si fuera un Dios, bajando de un globo aerostático. Dos semanas después de haber aterrizado en Italia, Maradona concedía una entrevista en exclusiva a la RAI. El periodista, después de bombardearle con las posibilidades del Napoli de ser campeón, cambió el tercio y preguntó a Diego sobre las agresiones de la final de Copa ante el Athletic. "El Pelusa" torció el gesto. Dudó un par de segundos, respiró hondo y contestó: "Pido perdón al fútbol, nos volvimos todos locos. Schuster dijo que ir a San Mamés era la guerra de Corea. Esa final de Copa fue peor...Aquello fue Vietnam".
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