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Dadá Maravilha

Rubén Uría

Publicado 28/05/2015 a las 16:58 GMT+2

"El Barça hace del fútbol una poesía y el Chelsea lo entiende como una guerra". El aforismo no pertenece a César Luis Menotti, ni lleva el metafórico copyright de Jorge Valdano.

Eurosport

Fuente de la imagen: Eurosport

No tiene el toque mágico del profeta Cruyff y tampoco obedece a una genialidad de Julio César Iglesias, maestro de periodistas. La frase es de Dadá Maravilha, un ex futbolista que comenta la actualidad del planeta fútbol en Belo Horizonte, en Brasil, el país que más ama al fútbol. Si esas dos palabras, Dadá Maravilha, no le suenan de nada, conviene perder cinco minutos para escudriñar su retrato. Un cuento de hadas. Puro fútbol.
Creció en una favela de Río y su infancia fue infame. Después de la muerte de su madre en un incendio, el joven Darío José Dos Santos, que sólo contaba con cinco años, decidió unirse a un grupo de delincuentes de su barrio, una zona marginal de Marechal Hermes. Como ladronzuelo de poca monta sobrevivió hasta que alcanzó la mayoría de edad, no sin antes ser fichado por la policía por algún que otro pequeño golpe en las calles. No ganó demasiado dinero en las calles, pero sí una condición física excepcional. Para escapar de sus víctimas hacía gala de una velocidad endiablada, y para huir de la policía tuvo que aprender a saltar como un gato, de tejado en tejado. Aquellos atracos consiguieron que Darío fuera capaz de tener un salto vertical de 90 centímetros parado y de metro y medio en carrera. Corría los 100 metros en 11,9 segundos, una marca más propia de un atleta que de un ladrón, y saltaba los muros con una agilidad felina.
Cuenta la leyenda que su relación con el fútbol comenzó un día que atracó a dos señoras en un callejón y que, con el dinero que les afanó, decidió comprar un balón de fútbol en el mercado negro. A los pocos días, lo cazaron y lo enviaron al correccional de Fenabem-Febem, donde su vida dio un repentino giro. Tenía 18 años, y como en los correccionales sólo se jugaba al fútbol, decidió ponerse manos a la obra en el patio. Los vigilantes, que veían en él unas condiciones atléticas extraordinarias, le convencieron para que jugara en el equipo del correccional, porque eso le ayudaría a cumplir la pena mientras aprendía algo nuevo para él. Darío, con el tiempo, acabó por correr detrás de una pelota en lugar de correr delante de un policía.
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Después de abandonar el reformatorio, Darío siguió jugando al fútbol y fichó por el modesto Campo Grande. Fue allí donde aprendió a jugar y a sacar partido de sus impresionantes cualidades atléticas. Los entrenadores del equipo junior entendieron que Darío era un diamante en bruto al que había que pulir, aunque en ese momento era mucho más bruto que diamante. No sabía rematar de cabeza, no disparaba bien ay era incapaz de controlar un balón. Pero después de dos años de aprendizaje, Darío ascendió al primer equipo. En 1968, aquel chico que delinquía por las calles de su favela se convirtió en un delantero veloz, astuto, y con gol. En una pantera en libertad que, al contragolpe, era capaz de cambiar el signo de cualquier partido. El potencial de Darío era tan vasto, que sus cualidades llamaron la atención de un grande, el Atlético Mineiro, que apostó por su fichaje. Contratado por el Atlético Mineiro, Dadá comenzó a escribir su nombre en el libro de los grandes astros del mundo del balón. En Mineirao, el destino quiso que Darío empezara a ser conocido como 'Dadá Maravilha' y se erigió en el protagonista absoluto del Campeonato Brasileiro de 1971. Aquel día, Darío 'Dadá Maravilha' anotó el gol del triunfo del Atlético Mineiro sobre el Botafogo, con un tanto que dinamitaba la gran final, disputada en el mítico Maracaná. Después de aquel partido, el Atlético era campeón de Brasil y Dadá era el máximo artillero del torneo, con un total de 15 goles marcados. La prensa deportiva brasileña lo elevó a los altares, y dio a conocer su trágica infancia al gran público, llegándolo a definir como 'El filósofo de Marechal Hermes', por su particular modo de entender la vida y el fútbol. Sobre todo, cuando respondía a las preguntas de los periodistas.
Si le hablaban de conflictos, de asuntos polémicos, de declaraciones altisonantes del rival, Dadá apelaba a su propio código lingüístico:
- No vengan con la problemática, que yo sólo sé la solucionática.
Cuando la preguntaban acerca de sus saltos acrobáticos para mantenerse suspendido en el aire y conectar la cabeza para adelantarse a los porteros, Dadá se marcaba una poesía para los titulares del día siguiente:
- ¿Saben cuantas cosas se paran en el aire? Tres. La abeja en una flor, el helicóptero en una nube y Dadá Maravilha en el área.
Y, cuando, como casi siempre, le lanzaban a la cara que la mayoría de sus goles no tenían demasiada plasticidad o excesiva belleza, Dadá Maravilha hacía honor a su condición de 'filósofo de favela':
- No existen los goles feos. Lo feo es no hacer gol.
Los hinchas, cautivados por aquel delantero que parecía un leopardo, entendieron que Dadá Maravilha era un futbolista del pueblo, con denominación de origen de la favela. Eso le hizo mucho más popular y querido por la torcida, que veía en Darío Dadá Maravilha un ejemplo a seguir por la juventud. Anotó goles como soles, fue un referente para los aficionados y fue motivo de innumerable cánticos, aunque el más famoso decía lo siguiente:
- Existen tres poderes: Dios en el cielo, el Papa en el Vaticano y Dadá Maravilha en el área grande.
Defensor de la masturbación pre-partido, rey del folklore brasileño y paladín de las clases pobres, Dadá llegó a jugar con la selección de Brasil en los años setenta. Hasta entonces, anotó la mágica cifra de 539 goles en Primera División. Defendió los colores del Atlético Mineiro, del Sport Recife, del Internacional de Porto Alegre y del Bahía. A día de hoy, Dadá Maravilha es el quinto máximo goleador de todos los tiempos en torneos nacionales brasileños, con 104 goles, y aunque la leyenda dice que anotó más de 900 tantos, la estadística oficial brasileña le concede 545 goles. El que sí resulta más que indiscutible es su récord de 1976. Ese año se disputaba el Campeonato Pernambucano y su equipo, el Recife, jugaba ante el Santo Amaro. Aquella tarde, Dadá Maravilha tenía el gatillo fácil. Anotó diez goles. Cuando le preguntaron cómo era posible anotar una decena de goles en un mismo partido, Dadá Maravilha remató en plancha...
- No tengo técnica. Yo sólo la cojo y chuto, y entra. (...) De hecho, chuto tan mal a portería que el día que haga un gol desde fuera del área, será porque han prohibido que los porteros sigan jugando al fútbol'.
Dadá llegó a formar parte del mejor equipo de todos los tiempos, la selección de Brasil de 1970, junto a dioses canarinhos como Gerson, Tostao, Clodoaldo, Carlos Alberto, Félix y Roberto Rivelino. Aquella selección rozó la perfección en el Mundial de México, y Brasil se coronó tricampeona del mundo en el estadio Azteca. Allí, en el banquillo, aquel día, estaba Dadá Maravilha. No llegó a jugar ni un solo minuto, porque el seleccionador prefería dar cancha a otro delantero centro con tanto gol como Dadá y mucha más magia. El delantero titular, el hombre que había condenado a Dadá a la suplencia eterna, respondía a dos sílabas y cuatro letras: Se llamaba Pelé.
Darío José Dos Santos, Dadá Maravilha hoy es comentarista deportivo. Desde su micrófono sigue sin explicarse cómo, sin tener una técnica decente, fue capaz de anotar más de 500 goles en el fútbol profesional. La historia de Dadá Maravilha empezó el día en que decidió que era mejor correr detrás de una pelota que correr delante de la policía.
Rubén Uría / Eurosport
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KICK AND RUSH: Tom Henning Ovrebo, enemigo público número uno. El Chelsea llora, patalea y acusa. La prensa inglesa le ha secundado con estos titulares tan hispanos de "atraco", "robo", "escándalo" o "contubernio". Ovrebo, un árbitro sin un pelo de tonto y con un semblante más triste que el cochero de Drácula, se ha desayunado con todos esos bonitos titulares. Después, la campaña de acoso y derribo ha ido mucho más lejos. Foros de Internet pidiendo su muerte, una web dedicada a premiar el insulto más original hacia el noruego y miles de amenazas a través de La Red, llegando a hacer público el correo y la dirección de domicilio del árbitro. La Policía de Oslo ha montado un dispositivo especial para protegerle. El fútbol es un juego, no una guerra. ¿Dónde está Platini? ¿Con Santos Mirasierra?.
EL CRACK: Ilsinho (Shaktar Donetsk). Jugador como la copa de un pino y tres abetos, fue uno de aquellos brasileños que cambió las playas de Ipanema por el rublo y el vodka. Su gol, a lo Andrés Iniesta, en el último suspiro, vale una final. La de ese hijo de un Dios menor que es la Copa de la UEFA. Un torneo sin alicientes económicos, el hijo tonto de la millonaria Champions, el mismo que han tirado a la basura los españoles porque no generan un solo euro. En la UEFA, pierde hasta el que gana. Pero a ver quién convence de todo esto al bueno de Ilsinho.
BLOGOSFERA: Si Dios quiere y las autoridades lo permiten, muy pronto volveré a retomar el Ranking de Blogs Deportivos. Un candidato firme a figurar entre los favoritos es La Redó, un cuaderno de bitácora argentino que desborda imaginación. ¿Una prueba? Conviene leer "Te afanaste un problema". De paso, por el mismo precio, no está de más darse un garbeo por "La Elástica" para saborear un delicioso artículo sobre "El Síndrome UEFA".
CUATRO DE COPAS: Orlando "Choclo" Martínez ¿Les suena? Hasta hoy, era conocido en su casa a la hora de comer. Gracias a ese delicioso blog que es Café Fútbol (larga vida a esta maravilla de La Red), hoy sabemos que sí existen tipos capaces de meterse hasta tres goles en propia meta durante un mismo partido. Increíble, pero cierto. Hay quien mete el balón y a la vez, la pata.
POSTEOS: garrinchablumer dijo: "En cuanto a INIESTA: Que le hagan un monumento en Barcelona. Y sobre DROGBA, dos monumentos. Uno a gran delantero junto al estadio del Chelsea. Otro al mejor PISCINERO de la Premier League". Para el de Andrés, 100 euros al mes. A Drogba, un delfinario al estilo Zoo de Madrid.
FRASES: (1) "La final de la Champions es un premio al estilo del Barça" (Emilio Butragueño, Dios del Fútbol). Jugaba con esmoquin, y el micrófono siempre acude con frac. Junto a Gárate, el mejor exponente del "caballero español". (2) "Ha sido una puta vergüenza" (Drogba, en chanclas, acojonando al árbitro). Drogba se va a matricular para Educación para la Ciudadanía. No sólo de piscina vive el nueve. (3) "Es un buen momento para jugar contra el Barcelona" (Joseba Llorente, Villarreal). Buscas "optimismo" en el diccionario y te encuentras una foto de Joseba.
EL CROMO: Diego Ribas (Werder Bremen). Un "10" de talento y gol que siempre ha sonado para el Atlético y que, como siempre, se ha comprometido otro. Concretamente, con la Juventus, por cuatro temporadas. La Juve pagará 25 kilos por Diego, que deja la caja llena. Como es agradecido, regaló un gol en la semifinal de la UEFA ante el Hamburgo. Otro menos, "Suso". (García Pitarch, off course).
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