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De Marcos, un multiusos para la Roja

David Orenes

Actualizado 11/11/2015 a las 19:58 GMT+1

El jugador del Athletic se estrena en una convocatoria con la selección tras seis años y más de 200 partidos en Primera. El de Álava, que ha jugado en todas las posiciones posibles salvo en la de portero, parece haber encontrado en el lateral derecho su billete para triunfar.

De Marcos, en un enfrentamiento ante el Barça

Fuente de la imagen: AFP

Óscar De Marcos jugó el partido completo ante el Espanyol antes de coger un taxi rumbo a Madrid, a pasar sus dos días de vacaciones, sin saber que recibiría una llamada que le sorprendió profundamente: Del Bosque requería su presencia para los amistosos ante Inglaterra y Bélgica.
El camino que ha tenido que recorrer De Marcos para vestir la camiseta de la selección española ha sido titánico. Jugador de unas condiciones bárbaras, su fichaje por el Athletic en 2009 –por 360.000 euros- parecía más que adecuado, aunque precisamente por condiciones opuestas a las que le han llevado a la Roja. Se trataba de un segundo punta habilidoso, con descaro, sacrificio y gol. Con 19 años ya se había hecho con un hueco en el equipo de su tierra, el Deportivo Alavés, y se había convertido en uno de sus valores de futuro inmediato.
Sin embargo, el conjunto de Mendizorroza descendió a Segunda B y el Athletic le atrapó en sus redes. No fue difícil, pues para Óscar jugar en San Mamés era el sueño de su vida: “Cuando eres pequeño y eres del Athletic sueñas con jugar en tu equipo; pues yo ya estoy aquí y no tengo más sueños. Mi sueño es jugar aquí y ojalá sea toda la vida”.
Su adaptación fue tal, que se pusieron en él expectativas demasiado altas. Su primer gol se lo marcó nada menos que al Barça, en un San Mamés repleto, haciendo un recorte espectacular a Gerard Piqué, su compañero ahora en la selección. Era su primer partido en La Catedral, pero su madurez en ese partido y a lo largo de toda la temporada dejó impresionados a propios y extraños. Guiado por Joaquín Caparrós, De Marcos aprendió a defender, a aprovechar su físico para multiplicarse por todo el campo y a ser un jugador totalmente multifuncional.
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De Marcos, en su primer entrenamiento con la selección

Fuente de la imagen: EFE

Y es que sus ganas por jugar cada minuto le valieron para que Marcelo Bielsa le convirtiera en un jugador sumamente imprescindible. En los dos años que el argentino estuvo en el banquillo, actuó de mediapunta, de lateral zurdo y diestro, de centrocampista, de interior y de falso ‘9’. Su mejor temporada fue la 2011-12, en la que disputó la friolera de 56 partidos, marcó 9 goles y repartió 11 asistencias, siendo uno de los artífices de que los bilbaínos se proclamaran subcampeones de Copa y Europa League.
Por unas o por otras, De Marcos ha jugado de forma regular en el Athletic en los últimos cinco años, hasta alcanzar los más de 250 partidos con camiseta rojiblanca. En ocasiones, ha llegado a hacerse un lío por el continuo cambio de posición: “La verdad es que no tengo ni idea de en qué posición juego. No lo sé ni yo”, confesó en una entrevista a MARCA la temporada pasada, cuando comenzaba a relevar a Andoni Iraola en el lateral derecho.
Con Ernesto Valverde, De Marcos se ha afianzado en esa demarcación en la que parece inamovible. Reconoce que el propio Iraola le preparó antes de marcharse a la MLS: “Fue mi referencia, en el que me fijaba a la hora de colocar la línea y me ayudaba bastante antes de los partidos. Desde entonces me va bien la cosa”, ha confesado en rueda de prensa.
Desde luego, no le ha podido ir mejor. Su gran estado de forma ha llevado a su equipo a enlazar cinco victorias consecutivas y a él a ir convocado con la selección por primera vez. Ya pasó por categorías inferiores, ya estuvo en órbita durante mucho tiempo, pero De Marcos era un ‘7’ en todo y un ‘10’ en nada salvo en el dorsal. Hoy es uno de los mejores carrileros de la Liga, un portento físico, un alma con carácter y un derrochador de adrenalina. Un virtuoso del arte de morir con las botas puestas. A España nunca le hicieron tanta falta los rugidos de un león que saca las garras, pero que juega con el corazón.
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