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El ego de "Judas"

Fermín de la Calle

Actualizado 03/03/2020 a las 20:18 GMT+1

Las imágenes de Eder Sarabia criticando a sus jugadores en el Bernabéu han puesto el foco en un técnico que levanta suspicacias en los vestuarios. Lo ocurrido el domingo no extraña ni en Sevilla ni en Las Palmas, donde muchos miraban al ayudante de Setién con escepticismo.

Eder Sarabia

Fuente de la imagen: Eurosport

Era cuestión de tiempo. El día que se hizo público el fichaje de Quique Setién por el Barcelona, un jugador del Betis me dijo: "Lo que nos faltaba por ver. Eder Sarabia dando consejos a Messi. No se ha visto en una igual. A ver cuánto tarda en cansarse el vestuario azulgrana de Judas". ¿De Judas?, le pregunté. "Así le apodaban en el vestuario porque a la cara te daba palmadas en la espalda y por detrás rajaba de todos".
Desde que Llaneza, amigo de su padre, le dio una oportunidad como técnico en el Villarreal juvenil, donde realizó una temporada deslumbrante, Eder Sarabia se ha ido fraguando una carrera en el mundo de los banquillos. La amistad de Quique Setién con Manu, el padre de Eder, y con su hermana Oihane, agente de jugadores que llegó a representar al técnico cántabro, afianzó la relación entre Eder y Quique. Durante la estancia de Setién en el Lugo varios jugadores de la agencia de Oihane reforzaron la plantilla lucense y cuando Quique se marchó a Las Palmas, el cántabro echó mano de Eder como ayudante. Desde entonces han ido juntos a todos lados.
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Pero en estos años la vehemencia de Eder ha cosechado tantas amistades como enemistades en los vestuarios que ha pisado. El segundo de Setién ha mostrado cierto aire de superioridad y un punto de arrogancia que no gusta a los jugadores. Me decía otro jugador, este no era de la plantilla del Betis pero sí había estado a las órdenes de Sarabia júnior: "Te habla como si fuera Arrigo Sacchi. Tiene un problema de ego, le falta humildad".
Eder es el alter ego de Setién. El cántabro es mesurado, discreto y poco dado a la exposición mediática, salvando algunas salidas de tono en sus roces con entrenadores como Bordalás o con sus descalificaciones a planteamientos defensivos de rivales como Leganés o Atlético. A la sombra de Quique ha encontrado Sarabia júnior su lugar en el mundo. Como poli malo de Setién. El técnico vehemente que gana complicidad con los jugadores permitiendo que Setién mantenga una distancia de seguridad con el grupo. Ayundante con aspiraciones que no esconde que ambiciona dirigir a un equipo de Champions a medio plazo, Eder se asoma con frecuencia al área técnica para corregir a sus jugadores aún en presencia de su superior.
Por eso cuando el Barça cerró el fichaje del santaderino, a Sarabia hijo se le abrió el cielo y un escaparate impensable para él. Sin embargo, en el Clásico del domingo ha quedado retratado. Sus reproches airados a jugadores de su plantilla y sus descalificaciones a adversarios fueron recogidas por las cámaras. Ahora el vestuario azulgrana, que ya le miraba con escepticismo, se ha cansado de la soberbia del ayudante de Setién.
En Sevilla y Las Palmas extrañan a pocos las imágenes del segundo entrenador azulgrana criticando el comportamiento de sus futbolistas. Jugador amateur que se calzó las botas en el Arenas de Getxo y en el Leioa antes de apostar por hacer carrera en el banquillo, Eder Sarabia puede pagar cara su soberbia. Un episodio que no es ajeno a otros que se han vivido en equipos grandes, como el que vivió, por ejemplo, Rafa Benítez en el Real Madrid.
Un día el técnico se acercó al final del entrenamiento a una zona donde estaban practicando lanzamientos de faltas Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos y otros especialistas. El portugués le pegó alto a la pelota y Benítez, que no hizo carrera como futbolista, le corrigió y le dijo cómo debía colocar el cuerpo para pegarle correctamente. Ante el estupor general de los presentes, que no entendían cómo alguien que no se había dedicado profesionalmente al fútbol hablaba con aquella altivez a ¡Cristiano Ronaldo!, desde aquel día la plantilla del Real Madrid apodó a Benítez, con todo la ironía del mundo, como "El Diez" por su depurada técnica en los lanzamientos de faltas. En Barcelona hemos visto otro episodio con Eder Sarabia gritando a Messi: "¡Leo, Leo!"...
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