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El post del Clásico, según el Madrid: Lopetegui, ni con once Marcelos

Fermín de la Calle

Actualizado 28/10/2018 a las 18:21 GMT+1

Con Vinicius en la grada y Odriozola en el banquillo, un Barça sin Messi goleó a un indolente Real Madrid lastrado por la apatía de muchos de sus jugadores.

Marcelo celebrando el gol en Barcelona Real Madrid

Fuente de la imagen: Getty Images

Florentino Pérez con el teléfono móvil en la mano en el palco. Esa es la imagen que mejor resume la situación institucional y deportivamente al Real Madrid. Lopetegui no buscará culpables, pero los cómplices de su despido se reparten entre el palco y el vestuario. El día que expiraba su etapa en el Real Madrid, y en un escenario de postín como el Camp Nou, su vestuario realizó un ejercicio de indolencia y pereza que resume estos dos meses a las órdenes del técnico vasco.
De inicio Lopetegui eligió morir de pie. Así puede entenderse la decisión de mandar a la grada a Vinicius, el capricho de Florentino. El técnico no claudicó ante las apetencias presidenciales y apostó por jugadores de cuajo para un partido mayúsculo. Y no le dolió dejar en el banquillo a alguno de sus espartanos como Asensio o Ceballos.
El primer gol llegó por el costado derecho de la zaga, donde Lopetegui colocó de lateral diestro a Nacho par frenar las subidas de Jordi Alba. Aplicaba de paso un tratamiento similar al de Vinicius a Odriozola, otra de las apuestas del director deportivo. Un pase de Rakitic al carril zurdo desnudó las carencias de la zaga blanca en una carrera de Alba, que tras ganar la línea de fondo la puso atrás para el remate a placer de Coutinho. Todo sin noticias en el repliegue de Casemiro, Kroos, que dejó claro que no es Casemiro ni pretende serlo, ni Modric. Si estaba en cuestión el compromiso de la medular con el técnico, quedaba claro que el trivote medular se desentendía.
El Barça abría el marcador ¡en un contragolpe! aprovechando la caótica disposición de un desorganizado Madrid. Lopetegui dio orden de presionar arriba, pero la idea no pareció convencer a su perezosa tropa y esas dudas multiplicaron los espacios para los azulgrana. Corría el minuto 18 cuando Sergio Ramos, que se ha pasado la semana conjurándose con Lopetegui, jugó una pelota imposible en su área que terminó con una estirada salvadora de Courtois a tiro de Arthur. El sevillano se ha convertido en un defensa vulgar que habla más fuera del campo que sobre el césped.
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El Real Madrid perdió 5-1 contra el Barcelona

Fuente de la imagen: Getty Images

Si Ramos pasa por un mal momento, Varane no es el mismo que viste la camiseta de Francia. El francés llegó tarde a un centro de Alba desde la izquierda trabando a Luis Suárez, a quien no hace falta mucho para que caiga. Pero en este ocasión el árbitro se apoyó en el VAR, que dejó clara la negligencia del central francés. Penalti y gol de Suárez, que estuvo cerca de evitar Courtois. El Real Madrid se marchaba al descanso dando una imagen indolente y caótica que no dejaba en buen lugar ni al planteamiento del técnico ni a la disposición de los futbolistas.
En la ducha se quedaba Varane, situando a Lucas Vázquez en la banda (cualquiera menos Odriozola) y pasando a Nacho al eje de la zaga. Lucas dio profundidad a la banda y en una de esas llegadas sirvió a Isco que regaló un centro al corazón del área en el que apareció Marcelo para ganar. El brasileño, que marcaba por tercer partido consecutivo, se giró al banquillo apretando el puño: "¡Vamos!". Su compromiso estaba fuera de toda duda.
Instantes después Ramos cabeceaba alto un balón y no mucho más tarde Modric se asomaba al área rematando al área. El Barcelona estaba sonado y el Real Madrid se iba arriba a buscarlo, el plan inicial de Lopetegui. La tortilla parecía darse la vuelta, pero el entrenador no cae por lo caótico de su pizarra, su gestión del vestuario o su empatía con el presidente. Al técnico lo condena el mal endémico de este equipo: el Real Madrid no tiene gol. Y eso le condenó en el Camp Nou. Sin noticias de Bale y tras el palo de Modric, tuvo el empate Benzema, que cabeceó alto una deliciosa rosca de Lucas con todo a favor. Uno de esos centros que Cristiano no perdonó nunca. Ni probablemente Luis Suárez, que minutos después condenaba definitivamente a los blancos con un cabezazo descomunal.
El final del partido dibujó con crueldad el desenlace de la era Lopetegui. Sustituyó a un desdibujado Bale, el hombre al que el técnico se vio obligado a señalar como sucesor de Cristiano por la pasividad de Florentino en el mercado, por Asensio, otro jugador incapaz de cumplir las expectativas. Segundos después Marcelo sufría una recaída de su lesión en el tobillo y se marchaba lesionado entrando Mariano, un goleador en el que no cree el vestuario fichado para aportar 30 de los 50 goles de Cristiano. El epitafio lo escribió Ramos, que en un nuevo alarde de suficiencia quiso controlar con el pecho ante Sergio Roberto siendo el último defensor. El azulgrana le robó la pelota y sirvió a Suárez, que anotó su tercer gol convirtiendo la derrota blanca en goleada. Aún quedaba el colofón, con otro tanto de Vidal cabeceando en el área chica ante la displicencia de Ramos y Asensio. Lopetegui es historia. Florentino enta en juego.
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