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Fútbol

Los pecados evidentes del campeón de Europa (artículo del pasado mes de octubre)

Iván Castelló

Actualizado 07/03/2019 a las 17:38 GMT+1

Debido a su interés en plena crisis del Real Madrid, y por el cumplimiento de la mayoría de las tesis avanzadas, reproducimos íntegramente de nuevo en Eurosport el artículo de opinión de Iván Castelló del pasado 9 de octubre de 2018.

Players of Real Madrid react during the UEFA Champions League Round of 16 Second Leg match between Real Madrid and Ajax at Bernabeu on March 05, 2019 in Madrid, Spain

Fuente de la imagen: Getty Images

Post original del 9 de octubre de 2018:

Anda el madridismo, el de a pie y también el ideológico, lógicamente revuelto con el pobre desempeño de su Real Madrid. Normal. Contra lo esperado con un calendario liguero asequible y un grupo maría de Champions, casi nadie da un euro por el equipo que todavía prepara Julen Lopetegui.
Pero para llegar a este paupérrimo estado de ánimo, con derrotas encadenadas, es conveniente analizar el desastre de planificación de la temporada para encontrar los motivos (y culpables) de semejante desaliento.
Dos partidos perdidos en Liga, contra el Sevilla y Alavés. Uno que supo por dos en Moscú ante el CSKA (siempre fue mejor en baloncesto que en fútbol). Y el quinto elemento distanciador del éxito, con sabor a tres derrotas en una: la goleada encajada en la Supercopa de Europa en Tallin ante, ni más ni menos, el Atlético de Madrid. Todo ello, sucedido en menos de dos meses, ha cubierto lo blanco por el negro casi azul.
Por partes. La primera, la más señalada, está en el banquillo, ocupado como tercer o cuarto plato por un Julen Lopetegui sin apenas experiencia (Rayo, Oporto, selecciones inferiores y una fase de clasificación mundialista con la peor Italia de siempre) en una decisión a unos días del Mundial de Rusia que dinamitó las opciones de España por volver a la élite.
Así que sin que Rubiales pasara por el aro, Julen tiró por tierra, seducido por el encantador de serpientes, la opción de hacer algo grande con la Selección para centrarse en el proyecto post Cristiano. El doblete del más difícil todavía: perderse el Mundial pese a haber renovado con la Federación y afrontar un reto casi imposible, triunfar en la Ópera del Bernabéu sin el tenor (que deriva del latín tenere, sustentar).
Y Lopetegui, al que ya hasta físicamente se le nota el agobio de la superación (ese veneno de los banquillos que avejenta), no ha dado por el momento con la tecla del éxito, que en el Madrid no es sólo jugar bien (apenas contra la Roma) sino ganar, ganar y ganar, en un club históricamente resultadista como principio básico, que primero dispara/gana y más tarde pregunta.

Mercado: por acción y por omisión

Luego están los fichajes, la incomprensible política de mercado tanto por acción como por omisión, quien sabe si por esos 575 millones de endeudamiento controlado por la conversión del Bernabéu en nave espacial en lo que apunta a faraónico legado presidencial. Empezando por no haber sustituido a Cristiano Ronaldo, un jugador cuya incontestable valía (tan alta como su arrogancia) hacía presumir que, por lo menos, harían falta dos refuerzos para intentar olvidar sus goles como soles. Pues ni uno. Bueno, sí, Mariano (que está, por cierto, para jugar más).
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Estadio Santiago Bernabeu

Fuente de la imagen: Eurosport

Como aquel Barça sin centrales que se empeñó en seguir sin ellos. Lo mismo. No parecía muy difícil intuir los problemas actuales con el gol si no se ponía, o intentaba al menos, una solución por mucho que Benzema y Bale (por este orden) fueran los favoritos de la planta noble o por mucho que Vinicius (aún por hacer en todos los sentidos) llegara de la nada.
Con dos porteros como Keylor Navas (cuatro veces campeón de Europa, tres como titular) y Kiko Casilla, resulta que el club contrató primero al desconocido talento ucraniano Andrei Lunin (portada, pese a todo, en los papeles de referencia; ahora es suplente de Cuéllar en el Leganés) y luego ató a Thibaut Courtois con el camino de rosas y sus espinas que supondría (y supone) la cohabitación con el costarricense. Que no hacía falta portero, pues toma dos.
Hay más. Con Carvajal asentado como un efectivo lateral diestro (más el comodín de Nacho y la opción siempre latente de Sergio Ramos), se ficha a Odriozola cuando al otro costado, el del lateral izquierdo, está solo Marcelo (30 años ya) porque se cedió a Theo Hernández.
Y la última bala de la culpabilidad, no por menos la más importante de todas, es que quien ha permitido la concatenación de dislates se está librando de la crítica de sus medios. Pero todos saben quién es.
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