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La opinión de Elias Israel: España no tiene final, pero tiene futuro

Elías Israel

Publicado 07/07/2021 a las 00:29 GMT+2

La historia de esta semifinal suena a gran oportunidad perdida y a una tremenda lástima. España lo hizo casi todo bien, volvió a maravillar por momentos por su lectura táctica, por la genial apuesta por Dani Olmo entre líneas, generando superioridad en el centro del campo y, aunque más vistosa que profunda, nadie había conseguido someter a la Italia de Mancini como lo hizo nuestra Selección.

Pedri, Italia-España

Fuente de la imagen: Getty Images

Los penaltis no son una lotería, pero suelen dejar un pésimo sabor de boca al que los pierde,sobre todo por haber sido superiores sobre el terreno de juego.
Si se analiza desde el resultado y, sobre todo desde las expectativas, estar entre los cuatro mejores de la Eurocopa se puede considerar un sueño hecho realidad; si se hace el ejercicio desde la mirada futbolística, España ha tenido la fuerza del grupo, por encima de la fuerza de su juego hasta este partido frente a Italia. Paradójicamente, el día que nos mandaron para casa. Caprichoso que es el fútbol. Recordó a la España de otras épocas. La búsqueda de consuelo está mirando al futuro.
Esta Italia de Mancini es orgullo para su país por ser contracultural y por el camino elegido para trascender. La ‘Azzurra’ de los bajitos (Verratti, Barella, Chiesa e Insigne) ha sido una sorpresa y un regalo para la vista. Eso sí, sin balón, parecía bastante menos. España la minimizó como nadie había hecho y eso tiene un mérito extraordinario. Sin embargo, el volver al ayer se tornó en la sensación de vacío. Ganar desde el sufrimiento también es seña de identidad de los grandes equipos y esta Italia lo es.
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Resumen Italia-España: Pena máxima

A España no le mató, en su mejor día con el balón, ni la falta de jerarquía defensiva. Con la inseguridad de Unai Simón y de los centrales podía salir cruz en cualquier momento. Laporte y Eric García son centrales aseados, con excelente salida de balón, pero no asustan, invitan a buscar la segunda jugada, a encararlos. Así llegó el gol de Chiesa, tras el enésimo despeje tímido. Los titubeos se pagan carísimos.
Entonces, emergió la figura de Dani Olmo, el mejor español del partido, y la controvertida aparición de Morata se convirtió en un fulgor. Entre los dos se inventaron un golazo de bandera y fueron los dos jugadores que fallaron desde el punto de penalti en el momento de la verdad. Los cambiantes vientos del fútbol te transforman de héroe a villano en un santiamén.
Luis Enrique quiso poner su sello de entrenador hasta el último día. Tocó al equipo de manera decidida, entendió dónde se le podía meter miedo a la azzurra y demostró que sabe lo que tiene entre manos. Su mano se notó más que nunca en lo táctico en esta semifinal. Una derrota, incluso en el fútbol, siempre es un aprendizaje, en el fútbol y en la vida. España no tiene final, pero tiene futuro.
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