Los viernes de Iván Castelló: Esta Euro distópica, el último sueño de Platini

Es la Euro que arranca este viernes en Roma con el Turquía-Italia y que no tendrá campeón hasta dentro de un mes en Wembley. Sí, en Londres. El caso es que llega con un año de retraso (el fútbol, por una vez, no fue lo más importante) otra edición de la Eurocopa tras una travesía por el desierto de la pandemia por el maldito coronavirus. Una Eurocopa del gigantismo tan especial que en nada se parecerá a lo vivido con anterioridad. Un salto de paneuropeísmo de la UEFA en su afán de abarcarlo todo, más a veces incluso que la FIFA y más, por supuesto, que la Superliga por el momento fallida.

Un último sueño húmedo del finalmente denostado Michel Platini, último representante del Antiguo Régimen que campó a su anchas por el continente. Y ese concepto, tú a Bakú y yo a Londres pasando por Sevilla, va a refrescar el conocimiento geográfico del europeo medio. Pero veremos si el del fútbol en esa inmensidad de 24 selecciones viajando con mascarilla en la boca y más pendientes de las PCR que de una posible nueva MSN.

Ciñendo el análisis al juego propiamente dicho, que cada vez tiene menos repercusión en unos medios seducidos por el ruido antes que por la música del fútbol, esta Eurocopa se viene con las sospechosas habituales de favoritismo representadas por cuadro señeras: Francia (campeona del mundo), Portugal (vigente campeona, cinco años ya del gol de Ederzito António Macedo Lopes, Éder, en París), Alemania (al fútbol juegan once y siempre…), Bélgica (una potencia mundial) e Italia (rediviva con Mancini).

No, no creo que aparezcan de momento España, Holanda ni Inglaterra entre las principales candidatas. Juego mostrado y menos estrellas de las acostumbradas rebajan un tanto las expectativas en modo previo, aunque, positivos de COVID mediante, la competición dictará su sentencia desde esta noche en Roma con Alemania, próxima organizadora en 2024, en el horizonte Qatar mediante. Pero esa será otra historia. Y vaya historia.