Los martes de Elías Israel: Gento

De pronto, nos sacude la noticia de la muerte de Paco Gento, una leyenda del fútbol y del deporte español. Tuve el privilegio de conocerlo, de compartir mesa en alguna ocasión y quedé prendado de su sencillez. Más allá de ser el único futbolista que tiene seis Copas de Europa o de su participación en dos Mundiales, Gento representa lo más admirable del Real Madrid en blanco y negro. La excelencia nunca debió estar reñida con la humildad, ni la grandeza con la cercanía. El club rebosaba humanidad y eso se trasladaba hasta los más pequeños detalles, la preocupación por cada empleado, por sus familiares y por su bienestar. Nunca mostró ni un ápice de envidia hacia Di Stéfano, la gran figura y líder de aquel equipo.

La leyenda de Gento nunca ha dejado de agrandarse porque era de las que se contaba, porque en el fútbol de entonces no había información ni analistas de los equipos rivales, ni corsés tácticos. Había héroes cercanos, con los pies en la tierra, que representaban de manera fidedigna a una generación trabajadora, nada perezosa y con enormes valores. Luego quisimos ver retazos de aquel Gento en el talento innato de su estirpe, que comprobamos en sus sobrinos José Luis, Toñín, Paco o Julio y, para los más jóvenes, en Marcos Llorente, otro portento físico.

No puedo hablar de “La Galerna del Cantábrico” en su versión futbolística, porque sólo le conocí por vídeos y por los recuerdos transmitidos de mi padre, que solía decir: “todo el mundo admiraba lo rápido que corría, pero lo impresionante era como frenaba a esa velocidad”. No es tampoco mala metáfora para la vida actual, valorar un poco menos a los que van deprisa y más a los que saben parar a tiempo.