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Mi terrorista de choripán

David Orenes

Actualizado 06/10/2022 a las 12:08 GMT+2

Todos tenemos un jugador ‘fetiche’. Y no, Leo Messi no es un jugador ‘fetiche’. Tampoco Cristiano Ronaldo. Ni Haaland o Mbappé. El ‘mainstream’ aquí no vale. Para ser un jugador ‘fetiche’ tienes que ser un perdedor, en el mejor sentido de la palabra. Sin camino fácil, con más haters que fans, con la sensación de que al final de su carrera habrá que valorar si pesa más lo bueno o lo malo.

Gonzalo Higuaín (Inter Miami)

Fuente de la imagen: Twitter

Ese jugador que celebras sus goles como loco aunque sean de rebote, y al que defiendes a ultranza aunque sepas que la batalla la tienes perdida de antemano. Ese futbolista que marca un hat-trick y al día siguiente te convierte automáticamente en el rey de la clase. "Yo siempre confié en él". Y tres días después falla un penalti y eres el 'apestado'.
El mío es Gonzalo Higuaín. Probablemente, el mejor futbolista más criticado de la historia. Fue en 2018 cuando la gota colmó el vaso, tras un fallo clamoroso delante del portero en un ¡amistoso! ante España cuando el marcador marchaba 0-0. El partido acabó 6-1 en una noche histórica para la Roja en el Wanda Metropolitano, y la peor parte, además de Sampaoli, se la llevó el Pipa. Los argentinos, los mejores del mundo insultando, no tuvieron piedad: “cementerio de canelones”, “gordo termotanque de sida” o “terrorista de choripanes” fueron los más originales.
Unos meses después llegaría el Mundial de Rusia, donde Higuaín no anotó ningún gol y perdió la titularidad (no jugó un solo minuto en la eliminación por 4-3 ante Francia). A partir de entonces, su carrera fue hacia abajo. Se marchó cedido desde la Juventus al Milan, donde apenas duró media temporada. Fichó por el Chelsea, donde ganó la Europa League jugando poco más de 20 minutos. En la Premier League marcó cinco goles en 14 partidos. Volvió a Turín, llegó la pandemia, volvió el fútbol y el ‘Pipa’ se despidió a final de temporada con más pena que gloria. Sorprendió con su fichaje por el Inter de Miami, renunciando de forma definitiva a la élite en el viejo continente. Se rapó, subió de peso y perdió toda credibilidad. Al otro lado del charco era noticia por su aspecto físico, no por los escasos goles que marcaba en la franquicia fundada por David Beckham.
Hasta aquí lo malo. Porque no se equivoquen, aparte de 2-3 fallos en momentos clave con el Real Madrid y la Selección Argentina, y la temporada en blanco que sufrió por culpa de una hernia discal, los años comprendidos entre su debut con River Plate y su último gran año con la Juve dan buena prueba de su categoría de estrella mundial, uno de los mejores arietes de la última década en el planeta fútbol. Hay quien critica a Higuaín por no ser determinante en partidos decisivos, que sus goles eran insustanciales. La mala memoria del aficionado siempre le ha jugado una mala pasada al delantero argentino, pero lo cierto es que el Pipa lleva decidiendo grandes partidos desde los 19 años, cuando marcó un doblete en el Superclásico ante Boca Juniors. Al Madrid llegó siendo un niño en una temporada convulsa, con un equipo dirigido por Fabio Capello que necesitaba una remontada heroica para soñar con su primera Liga en cuatro años. La consiguió con más fe que fútbol, y mucha culpa la tuvo ese ‘pibe’ al que el técnico italiano decidió dar cancha. Hizo su primer tanto en un derbi y participó en las tres remontadas clave de los blancos: gol en el añadido en el 4-3 ante el Espanyol, incidencia en el tercer tanto del 3-2 ante el Recreativo de Huelva y en los tres goles frente al Mallorca que certificaron el título de una Liga heroica.
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Gonzalo Higuaín celebra el gol ante el Espanyol con Van Nistelrooy

Fuente de la imagen: EFE

No fue titular hasta que Van Nistelrooy le dejó su sitio, pero Higuaín creció en un Madrid cuyo contexto era el peor para crecer. Con Juande Ramos se convirtió en el rey tuerto de un equipo de ciegos. Fue una época oscura, donde los blancos se estrellaban en octavos de Champions y el Barça iniciaba una hegemonía en la Liga con Pep Guardiola y Leo Messi a los mandos. Esa temporada, la primera en la que el Pipita se consolida en el once, marcó 24 goles y dio 12 asistencias. Un año más tarde firmaba 29 y era convocado con la selección argentina para disputar el Mundial de Sudáfrica. Allí marcó cuatro goles, uno menos que los máximos anotadores (Villa, Forlán, Sneijder y Müller). El primer gran obstáculo de su carrera llegó la temporada siguiente, justo cuando ya figuraba entre los mejores delanteros del mundo. Empezaron siendo unos dolores de espalda y desembocó en una hernia discal que pudo retirarle del fútbol. Fue prácticamente una temporada perdida, y Karim Benzema, su gran rival en la delantera, le había ganado terreno.
Lo recuperó un año después, cuando el Madrid se proclamó campeón de la Liga de los 100 puntos y 121 goles con José Mourinho, y aunque alternaba titularidad con el francés, sus cifras y su sacrificio en el campo le otorgaron el favor del técnico luso y de gran parte de la afición. Sin embargo, el club nunca le dio el estatus de estrella que sí le ofrecían fuera, y tras una campaña amarga, la última de Mou, el Pipa sorprendió fichando por el Nápoles, un equipo que en principio estaba lejos de Juve, Inter, Milan y compañía en Italia, pero que contaba con un proyecto interesante de la mano de Rafa Benítez. Higuaín pasaba de actor de reparto a papel protagonista por primera vez, y no desaprovechó la ocasión. Allí ganó una Copa de Italia (marcó en cuartos y en semifinales, asistió en la final) y una Supercopa de Italia (marcó un doblete), pero su mayor logro fue batir el registro de goles en una misma temporada en Serie A: marcó 36 tantos en 35 partidos. De locos.
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Napoli's Gonzalo Higuain celebrates his second goal against Genoa.

Fuente de la imagen: Eurosport

Aquello le valió para fichar por la Juventus. La Vecchia Signora tiró la casa por la ventana y pagó 90 millones por él (es el tercer jugador que más dinero ha movido en traspasos). Fue otro año de leyenda para el ‘Pipa’, que marcó 32 goles entre todas las competiciones, ganó la Copa (tres goles en semifinales), la Serie A por primera vez (24) y fue subcampeón de la Champions League, cayendo en la final ante el Madrid. En el Bernabéu apenas había brillado en la máxima competición de clubes, pero en Turín rompió su maldición: cinco goles, dos de ellos en semifinales ante el Mónaco de Mbappé. En la final asistió a Mandzukic en el único tanto de su equipo (1-4). En la 17-18 ganaría de nuevo el doblete con la Juve, y por segundo año consecutivo fue nombrado MVP del equipo. Y de nuevo marcaría cinco goles en Champions, aunque esta vez cayeron en cuartos de final, de nuevo ante el mismo verdugo.
Como gran espina, además de no poder levantar la ‘Orejona’, queda el no haber ganado un título con la Albiceleste. Jugó tres finales, y fue clave junto a Messi para que llegara a todas ellas, sobre todo la última, en la Copa América de 2016. Marcó un doblete en cuartos y otro en semifinales antes de chocarse por segundo año consecutivo en los penaltis ante Chile. En el Mundial de Brasil marcó el gol que metió a Argentina en semifinales, el que valió para derrotar a Bélgica por la mínima. Pero en el recuerdo queda su mano a mano con Neuer en la final y su estrepitosa definición. En ese misma edición, el mejor futbolista del planeta no anotó un solo gol en cada una de las eliminatorias. Higuaín se retiró de la selección en 2019, “para alegría de muchos”, según dijo en su anuncio.
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Le raté de Gonzalo Higuain face à l'Allemagne en finale du Mondial 2014

Fuente de la imagen: Getty Images

Nunca le perdonaron los fallos, ni agradecieron lo suficiente sus 31 goles en 75 internacionalidades. En la memoria colectiva figura un remate al palo en una eliminatoria de octavos de final ante el Lyon casi con el mismo peso que el gol que valió una Liga bajo la lluvia de El Sadar, con el Madrid jugando en inferioridad y obligado a remontar. Más allá de los goles y de esa garra y lucha incansable en el campo, la mayor virtud de Higuaín siempre fue la capacidad de darle la vuelta a una situación contraria. Nunca se hundió lo suficiente ante las críticas, ni cuando sufrió la lesión que casi le cuesta su carrera, ni cuando falló en la final del Mundial o le llamaron “cementerio de canelones”. Ni cuando parecía abocado a una triste retirada, deambulando por la Major League Soccer. Era ya para muchos un cadáver deportivo, pero el Pipa tenía un último as en la manga. Antes de colgar las botas definitivamente se está regalando un broche de oro a una trayectoria para enmarcar. Tras superar una lesión de rodilla, lleva 14 goles en los últimos 15 partidos, y este miércoles su doblete ante Orlando le ha valido a su equipo la clasificación para los play-off por el título por primera vez.
“Mis compañeros, el cuerpo técnico y la gente que trabaja acá, me devolvieron las ganas de jugar al fútbol. Este fue uno de los años que más disfruté y jamás pensé que la MLS me iba a dar eso. Estoy agradecido a todos porque me permitieron retirarme de la manera que soñaba: haciendo goles y jugando bien”. Sobrevivió a la eterna comparación, empezando por el legendario Ronaldo, el superlativo delantero al que tuvo que sustituir con apenas 19 años, hasta Karim Benzema, el próximo Balón de Oro. Pasando por Raúl, Saviola, Huntelaar, Adebayor, Van Nistelrooy… Por sobrevivir, lo hizo cuando apenas era un bebé y sufrió una grave meningitis. Higuaín ha sido un ejemplo de constancia, de no rendirse nunca, de hacerle frente a los problemas con tenacidad y arrojo. Fue mi ejemplo siendo un adolescente, con ese '20' a la espalda que levantó Van Nistelrooy al cielo de Madrid. Y lo es hoy, a sus 34 años, sin pelo y a punto de colgar las botas, dejándose la piel por una quimera. Siempre será mi jugador fetiche. Mi terrorista de choripán.
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