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Aquel golazo de madrugada de Ronaldinho

David Orenes

Actualizado 20/03/2020 a las 21:36 GMT+1

“Llegó el balón rápido, como a mí me gusta, así que encaré portería. Driblé una, otra vez, y como cada vez voy cogiendo mejor las distancias al Camp Nou, chuté. Así, natural. Lo ví”. Así describió Ronaldinho uno de los mejores goles de su carrera (para muchos el mejor), curiosamente el primero que hizo con la camiseta del Barcelona. Un tanto que alberga una intrahistoria de lo más paranormal.

Ronaldinho anota su primer gol con el Barça

Fuente de la imagen: Eurosport

Fue un verano convulso, de enormes cambios para el Barça. El club azulgrana vivió una de las peores temporadas de su historia, con Van Gaal destituido en enero tras sumar ocho derrotas en 19 jornadas y alejarse en 20 puntos del líder. El descenso estaba a una sola derrota cuando Radomir Antic asumió el cargo. Consiguió dejar al equipo en sexta posición, a cinco puntos de puestos de Champions League.
Como Joan Gaspart había dimitido en febrero, se convocaron elecciones. Ganó otro Joan, Laporta, quien a sus 41 años se convertía en el cuarto presidente más joven del club. Como figura de su proyecto figuraba un tal David Beckham. Tan solo una semana antes de las votaciones, el propio Manchester United informó del acuerdo en su página web. Sin embargo, la estrella inglesa acabó firmando por el Real Madrid y Laporta se había quedado sin reclamo con el que ilusionar a la afición.
Entonces aparece el nombre de Ronaldinho. El crack brasileño había maravillado en el anterior Mundial de Brasil y su fútbol alegre encandilaba a la afición. El París Saint-Germain estaba por la labor de vender, pero el Barça, sumido en una crisis económica importante, contaba con dos duros competidores: el Manchester United y el Real Madrid. Sin embargo, una llamada de Sandro Rosell resultó decisiva. “Estábamos ultimando los detalles con el United cuando Rosell me llamó y me dijo que ganaría las elecciones y claro, yo le había prometido que jugaría con el Barça”, confesó Ronnie, íntimo amigo del por entonces vicepresidente culé.
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Ronaldinho, presentado como jugador del Barcelona en el verano de 2003 junto a Joan Laporta

Fuente de la imagen: Getty Images

Así pues, tras un culebrón que duró medio verano, Ronaldinho llegó al Barça a cambio de 27 millones de euros y la responsabilidad de liderar la resurrección azulgrana. En el banquillo, la tercera opción del mercado tras las negativas de Hiddink y Koeman: el inexperto Frank Rijkaard. El preparador holandés, tres veces campeón de la Champions como jugador, pero como entrenador llegaba tras una mala experiencia en el Sparta de Rotterdam, que acabaría descendiendo a la segunda división. Rijkaard debutó con victoria en San Mamés (0-1), al derrotar al Athletic del debutante Ernesto Valverde (hasta hace unos meses técnico del Barça) donde un joven Iraola disputaba su primer partido como titular en Primera División.
Ronaldinho jugó en Bilbao, pero fue anulado por la defensa rojiblanca y no le salió nada. Quizá por ello se esperó con más ansia su debut en el Camp Nou ante el Sevilla en la segunda jornada. Un debut que estuvo a punto de no producirse por culpa de una mala planificación. A comienzos de siglo todavía no existían las ventanas FIFA, por lo que los compromisos internacionales y los partidos de Liga podían coincidir si no se llegaba a un acuerdo. Fue lo que pasó aquella semana, y el Barça se encontró con el riesgo de perder hasta ocho futbolistas, incluido el propio Ronaldinho.

Un horario insólito

Laporta hizo todo lo que estuvo en su mano para que la afición azulgrana disfrutara de Ronaldinho ante el Sevilla. Si los internacionales tenían que irse martes, pactó con la federación brasileña que Ronaldinho viajase miércoles por la mañana. Pide al Sevilla trasladar el partido al martes, pero el club de Nervión se niega y se planta en el miércoles. Así que el Barça acepta jugar miércoles… a las 00:05. Obtiene la aprobación del Sevilla (aunque lo califica de ‘payasada’) y el permiso de la Federación. En día laboral y con el partido acabando a las dos de la madrugada, se augura poca afluencia al estadio, pero el club abre las puertas desde las 21:15 horas y monta un catering gratuito para socios y abonados (se agotaron las existencias), además de actuaciones producidas por El Terrat (Buenafuente y compañía) y con Santi Millán, para amenizar la espera. Contra todo pronóstico, hubo más de 80.000 espectadores presenciando el choque en una noche histórica.
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Aquel Barcelona-Sevilla fue llamado 'El partido del gazpacho'

Fuente de la imagen: EFE

Rijkaard pudo contar con Ronaldinho, Quaresma y Rüstü (aunque acabó colocando bajo palos a Víctor Valdés) pero no con Saviola, Gio van Bronckhorst, Cocu, Reiziger, Overmars, Kluivert y Luis García, estos dos últimos lesionados. Confeccionó una lista de circunstancias con hasta tres jugadores del filial (Rodri, Santamaría y Sergio García), con el actual delantero del Espanyol en punta de ataque. A sus 20 años recién cumplidos, el ariete barcelonés tuvo una noche aciaga, desperdiciando grandes oportunidades ante la portería defendida por Notario.
Pero el gran protagonista fue Ronaldinho, que dejó grandes detalles desde el primer momento. Una elástica, una asistencia de tacón en el aire… El Camp Nou era una fiesta disfrutando del show del carioca, hasta que el Sevilla de Caparrós demostó que no iba de paseo. Darío Silva anotó el primero, anulado injustamente por fuera de juego, para después forzar un penalti que materializó José Antonio Reyes. Al descanso (una de la madrugada, recuerden), el Barça perdía 0-1.
La tensión se palpa en el ambiente. Luis Enrique, a punto de ser expulsado tras un encontronazo con Pablo Alfaro. El Sevilla que no deja de hacer daño a la maltratada defensa culé. Reyes a un paso de hacer el 0-2 con un disparo que ataja Valdés. Corre el minuto 58 y Víctor no se imagina lo que va a suceder cuando alarga el brazo y envía un balón al espacio para Ronaldinho. El 10’ brasileño agarró la pelota en campo propio. Deja sentado a Martí. Avanza unos metros más y dispara desde 30 metros. El balón golpea con violencia en el larguero antes de entrar. El Camp Nou estalla. Fue la carta de presentación de un jugador que dos años después ganaba la Liga de Campeones con el Barça (su primera Champions en 13 años) y su segundo Balón de Oro. Fue el inicio de una época inolvidable, la primera piedra de un Barça que jamás volvió a las catacumbas. Desde aquel golazo de madrugada.
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