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Hoffenheim, la corte de los milagros

Rubén Uría

Publicado 28/05/2015 a las 16:57 GMT+2

[por Rubén Uría] Hull City (Inglaterra), NAC Breda (Holanda) o Udinese (Italia) forman parte de una corriente milagrera que se está extendiendo como un virus que los modestos han inoculado al fútbol europeo.

Eurosport

Fuente de la imagen: Eurosport

Todos se visten con un traje de equipo sufrido, humilde, modesto, que vive días de vino y rosas, y cuyas aficiones guardan, como oro en paño, las clasificaciones que se publican en los periódicos al día siguiente. Ni los más viejos del lugar recordaban que los Tigers fueran la alternativa de poder de Chelsea y Liverpool, pero lo son. Ni los más optimistas soñaban con que el Breda fuer el digno "outsider" de Ajax, PSV y Feyenoord. Y ni los tifosi más optimistas de toda Italia soñaban con ver en lo más alto al ex equipo de Ricardo "El Soso" Gallego. Junto al Anorthosis de Famagusta o al Bate Borisov en la Champions League, esas aficiones están viviendo el sueño dorado de sus vidas. Un momento mágico, acaso fugaz, quizá irrepetible, pero que guardarán en sus retinas para educar en sus colores a las próximas generaciones de hinchas venideros. Sin embargo, el paradigma del humilde que se codea con los ricos se encuentra en Alemania. En una Bundesliga donde el Bayern de Munich no atraviesa su mejor momento, y donde la tiranía de los clásicos (Leverkusen, Werder Bremen, Stuttgart) ha cedido ante el empuje, la alegría y la imaginación de una Cenicienta. De un equipo de barrio, el 1899 Hoffenheim, un recién ascendido, cuyo caso es una auténtica corte de los milagros. Hace ocho temporadas, el Hoffenheim deambulaba, desnortado, por las divisiones regionales alemanas, alllá por el limbo de la octava división. Hoy, el entusiasta Hoffenheim vive en el éxito, es líder en solitario de la Bundesliga (19 puntos, seis partidos ganados y uno empatado en nueve jugados) y se ha ganado el cariño y el respeto de todas las aficiones de Alemania. Hoffenheim, un barrio pobre de Sinsheim, tiene cerca de tres mil habitantes. Su equipo de fútbol, a día de hoy, mira por encima del hombro a Leverkusen, Stuttgart, Hamburgo y Bayern Munich. ¿El secreto de su éxito? El ABC del éxito deportivo. Un señor que pone el dinero, un grupo de señores que saben cómo se ficha, un señor que entrena sin egolatría y un grupo de jugadores más que comprometido con la cusa. Unos ingredientes fáciles de conseguir en el pasado, pero que escasean en este cochino negocio en el que se ha convertido el fútbol. Hoy, Hoffenheim es "La Corte de los Milagros".Hoffenheim | Foto: Web Oficial Hoffenheim 1899
Un señor que pone el dinero. Dietmar Hopp llegó a jugar en las categorías inferiores del Hoffenheim en su juventud, pero Dios no le dotó con el don de golear, sino con el de la informática. El bueno de Hopp colgó las botas, se volcó en los microchips y en la década de los setenta, junto a algunos ingenieros de IBM, fundó una empresa de software. Al cabo de unos años, Hopp entendió que aquella dolorosa decisión de colgar las botas fue lo mejor que podía haber hecho con su vida. Su empresa de software tuvo un éxito sin precedentes y Hopp acabó nadando en la abundancia. Fue entonces cuando, casi veinte años después, Hopp decidió invertir buena parte de su fortuna personal en echar una mano a su "otra" pasión, el Hoffenheim. Decidió poner dinero a fondo perdido y se dijo a sí mismo: "Ya es hora de meter pasta a esos músculos". Por aquel entonces, el Hoffenheim estaba en octava división y no cubría el presupuesto a final de año. Hoy, es líder de la Bundesliga, tiene una economía saneada y barrunta crear un nuevo estadio con capacidad para 30.000 espectadores. Es decir, un estadio 30 veces mayor que la diminuta población del barrio. Hopp, admirado en Alemania y mecenas de "La Corte de Los Milagros", ocupa el puesto 698 en el ranking de millonarios que suele publicar la exclusiva lista de la revista 'Forbes'.
Hoffenheim, corte de los milagros | Foto Web Hoffenheim
Un grupo de señores que saben cómo se ficha. El grupo se gestionó a partir del crecimiento económico, que fue de la mano y de los dineros de Dietmar Hopp. Hasta entonces, Jurgen Rotthaus asumió la parcela de gerente del club. Uno de esos tipos que toma todo tipo de decisiones en el club, y que lleva sobre sus hombros la pesada carga del día a día. Con Rotthaus como capataz y relaciones públicas del equipo de Hopp, el Hofenheim pasó a dotar de una estructura extraordinaria a las tripas del club. Jan Schindelmeiser ejerce como Manager General del club, Bernard Peters es la cabeza visible en el área de la cantera y Thomas Gomminginger es el encargado de conseguir que se acoplen todos los futbolistas Sub-23 de cierto talento que se recluten. Las joyas de la corona, el gran salto de calidad a nivel de política de fichajes corresponde a dos tipos JASP (jóvenes aunque sobradamente preparados) que se mueven en la sombra con una eficacia a prueba de bombas. Son el brazo derecho y el izquierdo del entrenador del club. El primero es Christian Möckel (encargado del scouting y la caza de futuros cracks) y el segundo, Lars Kornetka (un auténtico loco del fútbol que se pasa 24 horas del día visionando DVDS, analizando partidos, corrigiendo defectos con el vídeo y pasando informes al entrenador). Todos, con la gestión y la eficacia por bandera, han conseguido instalar al Hoffenheim, hasta ahora un club de barrio, en una entidad moderna, organizada, solvente y que sabe lo que quiere no sólo en el césped, sino en los despachos. Con el dinero y la fama de Hopp, cierto, este grupo de trabajo ha conseguido marcar goleadas en los despachos. En el área comercial, este grupo cerró acuerdos de patrocinio con una firma como Puma, otro con Sparkkasse y están a punto de rubricar el apoyo de la firma japonesa de aire acondicionado, Fujitsu. En el área deportiva, fueron capaces de firmar en su día a Francisco Copado, luego a un buen jugador como Demba-Demba, el medio de Senegal, o más recientemente, a Vedad Ibisevic, un diamante en bruto al que los grandes ya sueñan con pulir. Este año, llegó Andreas Beck, en otra brillante operación relámpago. Aunque sin duda, Aunque sus dos mayores aciertos fueron los casos del africano Ogbeke, o del fichaje de Carlos Eduardo, un chico brasileño del que muchos dicen que podría ser el próximo Ronaldinho. Siete millones de euros fueron suficientes para que la estrella de Gremio (clase, elegancia y 30 goles el año pasado) decidiera hacer las maletas y cambiar Brasil por Alemania. Y es que el modesto Hoffenheim, a la hora de fichar, se ha convertido en un nuevo rico.
Hoffenheim, corte de los milagros | Foto Web Hoffenheim
Un señor que entrena sin egolatría. Un tipo llamado Ralf Rangnick, con experiencia en los banquillos, que llevaba toda una vida reclamando un club que le diera manos libres para trabajar con absoluta libertad y un poder de decisión total en lo deportivo. Algo que no había tenido en equipos con un presupuesto millonario y un grupo de jugadores de elite, como en los casos del Stuttgart, Hannover 96 o Schalke 04.Todo cambió para Rangnik en 2006. Ese año, previa cita con el millonario Hopp, el míster estampó su firma con el Hoffenheim y comprendió que ese modesto equipito de barrio le daría todo lo que nunca le habían dado como entrenador. Paciencia, futbolistas comprometidos, un equipo de trabajo para fichar, y un dinero disponible para fichar a todo aquel futbolista que cumpliera un requisito crucial. El siguiente: "Hay que fichar a todo aquel que haga crecer al equipo, no al que quiera crecer a costa del equipo". Desde entonces hasta ahora, su equipo sólo ha hecho una cosa: crecer de un modo desmesurado. Juega de memoria, ha automatizado todos los movimientos que se pretendían en el centro del campo, es poderoso en lo físico, serio en lo táctico y más que poderoso en el plano mental a la hora de dominar el tempo de los partidos. A "Doble R", Ralf Rangnick, se le considera un personaje entrañable en Alemania. Un tipo peculiar, trabajador, familar y sobre todo, un apasionado de los resortes de la mente. Un técnico que piensa que "en el fútbol, como en la vida, si uno quiere, uno puede". Quizá por eso decidió fichar a Hans Dieter Herrmann. Un psicólogo deportivo que es con los jugadores del Hoffenheim, según el entrenador, "como un pastor de almas, porque no se puede jugar bien si no estás contento con cómo eres".
Un grupo de jugadores comprometidos. Como el portero, Daniel Haas, un portero de la añada del 85 que tiene mucho futuro y por el que ya preguntan algunos grandes. Como Andreas Beck, un "dos" albino que nació en Rusia pero con pasaporte alemán, que se ha convertido en una de las revelaciones de la Bundesliga y que llegó a golpe de talonario, procedente del Sttutgart. O como Tobias Weis, un mediocampista interesante del 87. O como Wellington Luis De Sousa, un delantero de futuro al que el Hoffenheim echó el lazo después de su paso por el Clube Náutico Capiparibe, el Internacional de Porto Alegre y el Sao Caetano. O como Vedad Ibisevic, un armario empotrado bosnio, que roza el metro noventa y que es un cazagoles (Dijon, PSG, Aachen). O como Francisco Copado, un futbolista español que tuvo que marcharse de la península a hacer fortuna, que acabó sus días en Alemania y que, después de alcanzar fama y dinero en equipos como el Hamburgo, es ahora la voz de la experiencia en el vestuario.
Hoffenheim, un barrio pobre de Sinsheim, tiene cerca de tres mil habitantes. Su equipo de fútbol hace ocho años estaba en octava división. Hoy es líder de la Bundesliga. Para llegar a esa meta, el milagro de ha cocido a fuego lento, con unos ingredientes que, a fuerza de señalar, escasean a día de hoy. Un señor que pone el dinero, un grupo de señores que saben cómo se ficha, un señor que entrena sin egolatría y un grupo de jugadores más que comprometido con la causa. Hoffenheim es "La Corte de los Milagros".
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