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Opinión | Los miércoles de Antonio Sanz: La resurrección de Joao Félix

Antonio Sanz

Actualizado 08/03/2022 a las 23:17 GMT+1

Protegido sin fisuras por la cúpula de mando, enemistado con el entrenador y meditando el futuro lejos del Atleti. Así transita Joao Félix mientras vive un tiempo dulce de rojiblanco. Tras ofuscarse y sentirse incomprendido, el juego y el gol lo ha revitalizado para el bien de todos: para ser la estrella esperada o para una futura venta.

Joao Felix (Atletico Madrid)

Fuente de la imagen: Getty Images

Tras ganar al Betis, Simeone descubrió lo que era un secreto a voces: su falta de sintonía con Joao Félix. El técnico admitió el valor del delantero portugués, autor de dos goles un rato antes. Se deshizo en elogios y aplaudió el gol, el talento, el uno contra uno, la visión de juego, la velocidad o el cabezazo como armas de la estrella lusa. En su análisis, dejó para el final el necesario trabajo en zona defensiva para terminar con la reflexión del padre exigente: “se seguirá enojando conmigo, pero algún día lo agradecerá”. Joao Félix ha nacido en una generación que entiende el fútbol desde el talento, no desde el esfuerzo. Por eso, las discrepancias. Por eso la distancia entre entrenador y jugador. Por eso, el trato displicente de quien manda hacia el pupilo aventajado. Sin embargo, los dos están condenados a entenderse por la directriz de la propiedad que les ha informado a ambos lo importantes que deberían ser para el futuro del club.
Tercer año de estancia y la cuesta se empinaba para el jugador por el que el Atleti realizó el desembolso más grande de su historia. Un curso comprometido ya que el anterior lo culminó en una mesa de operaciones para la cirugía del tobillo derecho. Esa mitad de temporada se afrontó con la idea de lograr la mejor readaptación al gesto deportivo, algo necesario para volver a jugar sin dolor y recuperar la autoestima del gran futbolista. El orgullo de retornar a la escala de los más destacados se trasladaba en el empeño. Antes, eso sí, la cabeza giró hacia un cambio de aires planteada a la entidad rojiblanca. Desde el Camp Nou se sugirió un movimiento buscado por el asesor del jugador y el presidente azulgrana. La parte ejecutiva deportiva culé vivió la acción con escepticismo, pese a marcar el número del teléfono móvil de quien ejecuta en el Atleti. La respuesta, la esperada. La idea, un fracaso. Pero la intención contó: Joao Félix mantiene mercado al alza, el Barça lo corteja fue el mensaje a trasladar.
Es difícil conocer si esa aproximación barcelonista resultó más un favor del dirigente al agente para reflotar a Joao Félix que el deseo de contar con un jugador que concluyó el curso anterior en pleno deterioro. Más allá de la dolencia que debía repararse en un quirófano, el rendimiento en la segunda vuelta de la campaña 20/21 distó mucho de lo ofrecido en el arranque. Tras ser víctima de la pandemia que nos ha cambiado la vida, los goles del portugués desaparecieron, como lo hizo de las alineaciones iniciales quedando en la retina de ese tramo del curso su ‘disconformidad con Lodi’ tras anotar y celebrar bajo un enfado monumental. El gesto quedó difuminado por una maniobra de la dirección de comunicación del club, pero la distancia con Simeone parecía insalvable. Tanto es así que en esta temporada seguía siendo el suplente de lujo de los onces del argentino. Sin embargo, todo cambió tras la noche funesta de la infame derrota ante el Levante. Unas horas después, el Cholo más débil almorzaba con la cúpula del club para desde el presente arreglar el futuro. Al día siguiente, Joao Félix era reclamado para ser titular, privilegio que no ha abandonado desde entonces. Aquella tarde de Pamplona anotó y dio un pase de gol, marcó después en Champions ante el ManU, siguió en el once ante el Celta y repitió doble celebración frente al Betis.
Salió de la cantera del Oporto para triunfar en el Benfica. Con 19 años abandonó Portugal para firmar por el Atleti. Hoy, a los 22 no ha borrado aún las dudas sobre si será un buen o un gran jugador. Bueno es, por sus cualidades técnicas, su talento y su manera de entender el juego, siempre vertical, con un buen regate y agitando a las defensas contrarias. En el proceso de ser un grande está. Pero necesita ayuda. En esta resurrección de escasamente veinte días, el técnico le ha encontrado una demarcación nueva. Participa como delantero centro, con libertad plena de movimientos en todo el frente de ataque. A su lado, un solidario Correa para repartir el esfuerzo. Desde esa posición de libertad, Joao Félix se siente más cómodo y más fresco y el equipo ha mejorado. Desde esta relación de conveniencia entre entrenador y jugador nace un espíritu de compromiso que los liga al éxito. Más adelante, comprobaremos si crece la empatía o triunfará el desamor. Los resultados otorgarán el veredicto final.
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