Los miércoles de Antonio Sanz: Joao Félix y diez más

En la década prodigiosa del Atleti de Simeone se han logrado dos campeonatos, dos subcampeonatos y seis terceros puestos. ¿Quién pide más? Algún incauto seguidor rojiblanco se asoma en voz baja inquiriendo que le gustaría ver jugar mejor a su equipo. Quizá, estos incautos se mueven en consonancia con la línea marcada por la dirección deportiva de firmar jugadores más elegantes, con buen pie, no carentes de cumplir con el esfuerzo encomendado por el exigente técnico. Desconozco si, como admite El País, la cabeza del entrenador arrastra el pensamiento de contar con Joao Félix y diez futbolistas más en la hoja de ruta de la próxima campaña. De ser así, acierto pleno en el plan de futuro. Resta todo un verano para determinar las altas, ya se avisó que no serán rutilantes, pero tras tres años con más sombras que luces ha llegado el momento de que asuma la responsabilidad y de otorgar el liderazgo al delantero portugués. En el tránsito de mejora se quedó estancado por la lesión sufrida, que le frenó en seco su mejor ‘performance’ desde que viste de rojiblanco. Por eso, la 22/23 debe considerarse como la de la explosión definitiva de esa estrella que, con madurez, merece recibir la confianza del Cholo.

En San Sebastián, en el último duelo frente a la Real Sociedad, observamos en noventa minutos un reflejo de toda la temporada. Una primera parte donde el personal parecía vacacionar anticipadamente, frente a una segunda donde aparecieron los futbolistas para administrar, manejar y finiquitar el partido con autoridad. Los síntomas de irregularidad que se han arrastrado durante la campaña que ha finalizado se mostraron con clarividencia en territorio guipuzcoano. Sinceramente, se aguardaba más del campeón. No se esperaba desprenderse de la corona con tan escasa oposición para terminar a una distancia de quince puntos al concluir el campeonato. Si a esto añadimos que en Europa se titubeó más de la cuenta para sólo dar señales óptimas con cuentagotas, no podemos levantar la voz aclamando que el año ha sido compacto. Ah, eliminados a las primeras de cambio de la Copa del Rey e igualmente ausente de la final de la arábiga Supercopa. Pero, eso sí, se ha sido tercero después de una aceptable segunda vuelta tras entrar en pánico en una fría noche de febrero y reubicarse entre los ocho mejores de Europa matizan cualquier mal sinsabor.

Simeone cierra el curso aludiendo a una llamada de atención para él y para el grupo debido a que se sienten amenazados por los inmediatos perseguidores. Aquí todo el mundo crece y las distancias se recortan. El entrenador argentino expone lo difícil que es competir con los dos grandes, por eso el mensaje de clasificarse después de éstos cala entre la afición rojiblanca, que asume que como lugar de confort esta posición es la natural en el Atleti. Cierto es que cada vez todos los equipos cuentan con mejores jugadores, buenos entrenadores y que todos juegan mejor, pero los rojiblancos también participan de este crecimiento general. Vamos que no son una excepción en este sentido. Se firman futbolistas caros, se refuerza con jugadores contrastados y se arma un grupo consolidado de internacionales que forman parte de sus respectivas selecciones nacionales. Para repetir éxitos en forma de títulos no vendría mal que se recuperaran viejos conceptos del Cholismo, como el de agruparse en torno a una buena manera de defender reviviendo fundamentos que en muchos momentos de esta campaña que finaliza parecían instalados en el baúl de los recuerdos. Tampoco vendría mal que se definiera un esquema de juego fijo, menos variable, para evitar tanta fuga posicional que termina por desubicar a los protagonistas. Así luego se debe convivir con la falta de concentración a la que aludían algunos durante el curso como esencia a desterrar para volver a situarse más cerca de los dos transatlánticos.

Para conformar un equipo aspirante, parece que el Atleti de Simeone buscará un lateral derecho (sorprendente lo ocurrido con Wass) y un lateral izquierdo (Lodi nunca ha terminado de enamorar al técnico). En la media se necesita un recambio de Herrera y en ataque alguien que marque veinte goles por temporada, tal y como logró Suárez en su estreno como rojiblanco. Con la profética explosión de Joao Félix, con un Griezmann parecido al que se fue (el regreso ha sido para olvidar, pero se le concede una segunda oportunidad), con Koke, Oblak, Savic, Carrasco, Cunha, Lemar o Llorente (lejos del área no ha rendido nada) más regulares, se pueden ir completando los diez que acompañen al portugués, quien debe convertirse en el líder de un once que demuestre su capacidad para no acabar tan lejos de la cabeza y rendido a su suerte a cuatro meses del final del campeonato. Sólo nos ocupa que Laporta siga enredando y vuelva a comunicar con el ibérico para reintentar lo que ya pretendió durante el agosto pasado. Para bien del plan, que Joao Félix tenga una estación veraniega tranquila.