Los jueves de Luis Villarejo: El profesor De la Fuente

Luis de la Fuente lidera un grupo de chavales jóvenes, con ambición, que han puesto al fútbol ya en los cuartos de final de los JJ. OO. Le vino bien a España salir de Sapporo, la isla montañosa de Hokkaido, en el norte de Japón, donde comenzó el mito en el esquí de Paquito Fernández Ochoa en los Juegos de Invierno del 72. Respirar el aire de la villa en Tokio fue un alivio. Los días previos de 'cárcel Covid' fueron duros.

De la Fuente es didáctico siempre. Inquieto, curioso, con ganas de aprender siempre en su vida, exprime cada momento de sus experiencias para dar sentido a su ideario. Es un tipo polideportivo en el más estricto sentido de la palabra. Hay gente del fútbol que descarta otros deportes de entrada en su hoja de ruta. Luis de la Fuente, no. Todo lo contrario. Y así valora la lección de humildad y sencillez que ha vivido su equipo en el comedor olímpico esperando cola con su bandeja para elegir la comida. Es una forma de salir de las burbujas donde viven blindados habitualmente los futbolistas, en especial los de los grandes clubes.

Un gesto poco habitual. Los futbolistas nunca hacen fila de a uno nunca en sus vidas. Todo es VIP. Por eso, los JJOO aglutinan, unen, vertebran y los más inteligentes siempre sacan rédito de estas experiencias. Seguro que de cada vivencia en Tokio, De la Fuente saca petróleo emocional para elevar su discurso. Y es que el fútbol, a menudo, está mucho más cerca de otros deportes.

Uno recuerda siempre la influencia que tuvo Valero Rivera, demiurgo del balonmano, ahora en Qatar, en Pep Guardiola a la hora de visualizar la opción de cargar el juego por un lado, descargar por el otro; un concepto que viene del balonmano, o la obsesión por el ajedrez, la importancia de las aperturas y su interés y encuentros con Magnus Carlsen.

Luis de la Fuente es sociable, fan del buen atletismo. Estará pendiente pronto ya de ver el nuevo relevo de Usain Bolt, de si Trayvon Bromell será su relevo; disfrutará del 1.500 como todo buen fan de los Juegos, y desde luego, si puede, intentará conversar con Mireia Belmonte, a la que admira, y con su entrenador, Fred Vergnoux, un personaje siempre interesante en la preparación de medallistas.

España llega a los cuartos de final con buen fútbol, con un gobernanza absoluta del juego, pero con una falta de puntería destacable. Como consuelo, no puede repetirse muchas veces la falta de definición de Oyarzábal o de Dani Olmo, que dispusieron este miércoles ante Argentina, de ocasiones de todos los colores. España se complicó la vida, sacó un 1-1 apretado a pesar de pasar por encima de su rival en todo momento. Sufrir para disfrutar, decía siempre José Antonio Camacho como lema de su libreto. Pero España sufre siempre ratitos que no deberían existir. Porque su dominio del juego a menudo es insultante.

Costa de Marfil será el siguiente enemigo. Una selección donde todos sus jugadores, salvo su portero Eliezer Ira, juegan fuera de su país y destacan en Europa. Su busque insignia es Franck Kessie. Mediocentro del AC Milan, revelación en Italia esta temporada. Le llaman 'Il Presidente'. Un buen día aparcó en la plaza de párking del CEO del club, Ivan Gazidis. Un empleado le llamó la atención. Y al enterarse de quién era el sitio ocupado, contestó con humor que él era el Presidente. Y así se quedó. Con un apodo que le permite ser uno de los grandes patrimonios del equipo. Ya ha comunicado a Paolo Maldini que su sueño es seguir en Milán.

Max Gradel, su capitán, pone jerarquía ofensiva y dinamismo. Desde la izquierda, Gradel será un puñal ante España, máxime sin un lateral derecho de oficio al estar sancionado Oscar Gil. Jesús Vallejo, deberá estar atento.

Los JJOO son un buen escenario para la captación. Tiene el escenario dos opciones. Una, pasar inadvertido. Como selecciones como Alemania o Francia, que han enviado equipos hechos con retales, 'bric a broc', que drirían en Francia, donde futbolistas como Max Kruse se han hecho populares por pedir matrimonio a su novia, más que por jugar al fútbol. Y la segunda alternativa, es dar un golpe encima de la mesa y salir reforzado. Los JJOO son también agradecidos en dar imagen a futbolistas emergentes. Brasil ha dado el subidón a Richarlison y España tiene también la ocasión de poner en el foco a futbolistas como Cucurella, Mikel Merino o Rafa Mir, que no estuvieron en la Eurocopa a las órdenes de Luis Enrique.

El oro es caro. Pero da crédito y prestigio. Kiko lo cuenta siempre. Aquel gol suyo en la final de Barcelona '92 frente a Polonia fue el gol que le sirvió para ser futbolista. futbolista de verdad, de los que salen en la tele. El gol, lo narra él, le puso al nivel de Pep, de Abelardo, de Ferrer, de Alfonso, de todos aquellos que ya eran muy profesionales.