Adiós a un 'grande'

Se le apagó la llama del fútbol a un tipo tímido, muy familiar, profesional en exceso, 'enfermizo' a la hora de pedir intensidad en el entrenamiento. Porque el francés ha sido de los que incluso se ha atrevido a protestar en algún momento cuando se entrenaba poco. Así era Zidane en una atmósfera donde algunos futbolistas quizás se han sentido más cómodos. A Zizou le va la marcha. Se le ve que disfruta jugando al fútbol. De no haber sido profesional, seguro que a su edad estaría jugando aún con sus amigos en su barrio.

Y prueba de su amor al fútbol ello es un testimonio de Marcelo Lippi. Cuenta el actual seleccionador italiano que una noche, después de cenar, entre las 11 y las 11,30, al salir de un restaurante después de jugar un partido, solía verle jugar al balón en Turín en un barrio donde había amigos suyos argelinos. Un día, el técnico le dijo: "Zidane, ¿Qué haces aquí a estas horas?. La respuesta fue muy simple: "Jugar con mis amigos en la calle me hace muy feliz". El entrenador le replicó con mano izquierda: "Tienes razón, es algo muy hermoso. Pero si puedes, no te vayas a dormir muy tarde".

La anécdota es muy 'futbolera', muy argentina. Tal es así que recuerda a la de Menotti cuando entrenaba a Huracán en el 73. Por el hotel de concentración no aparecía el Loco Houseman, un personaje fascinante. Así que el ‘Flaco' y sus colaboradores se fueron a un humilde potrero donde se jugaba un partido vecinal. Houseman estaba en el banquillo. Menotti, asombrado, también le comentó ¿Qué hace usted ahí sentado?. A lo que Houseman, enorme, le respondió: "Usted sabe el nivel que hay ahí en el campo".

Lippi, en un gesto de humildad, narra que Zidane le dio a él mucho más de lo que él pudo aportar a la vida de Zizou en la Juventus. Cuando aterrizó en Turín lo hizo con presión. Todos los inicios son duros al cambiar de club. Allí, esa camiseta la había vestido otro francés de época: un héroe llamado Michel Platini. Así que como las comparaciones iban a ser obvias, Marcelo Lippi le llamó a capítulo y le animó con un discurso repleto de confianza: "Conmigo vas a jugar siempre, vas a ser titular fijo, nunca te sentarás en un banquillo conmigo, un jugador como tú siempre va ser titular en un gran club como éste".

Zidane nunca defraudó a sus entrenadores. Ni en Italia, ni a Aimé Jacquet, con quien ganó un Mundial ni a Vicente del Bosque, quien se hizo un poco más joven cuando tuvo el honor de entrenarle. ¡Lo que hubiera dado Del Bosque por poder jugar un ratito con él al lado!. Vicente siempre fue un pivilegiado en el toque. Y por eso valora aún más esos controles.

Zidane se va. Su juego sirvió para crear un vocablo nuevo en el mundo del fútbol: 'El control orientado'. Hay un antes y un después en ese argumento. Afortunadamente, los jugadores del siglo XXI cuentan con CDs que guardan sus hazañas, que perviven en el tiempo. Se han retirado sus dos grandes amigos. Dijeron adiós al fútbol Dugarry y Lizarazu. Y ya le tocaba a él. Di Stéfano rejuveneció estos años acudiendo al fútbol. En el palco, se animaba a sí mismo cuando conducía el balón Zidane, diciendo: ¡Vamos maestro!. Pues eso. Hasta pronto, maestro.