¿Lo sabías? El mejor Xavi Hernández de siempre renació en un Barça-Cádiz

Agonizaba LaLiga 2005/06 con el Barcelona, calculadora en mano, esperando a convertirse matemáticamente en campeón. La jornada 35 podía coronar a los hombres de Frank Rijkaard por segundo año consecutivo ganando al Cádiz y esperando un pinchazo del Valencia en Mestalla. Solo se cumplió la primera de las premisas, gracias a un solitario gol de Ronaldinho en el minuto 8, por lo que el título tuvo que esperar unos días. La gran noticia aquella tarde en el Camp Nou sería el regreso de Xavi Hernández tras una grave lesión de rodilla.

Corría el minuto 49 de partido cuando Rijkaard ordenó salir a calentar a Xavi Hernández. Habían transcurrido 148 días desde que un maldito día del mes diciembre, el ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha se rompía en un entrenamiento. Un mes antes de lo previsto, el egarense volvía a pisar el verde del coliseo azulgrana haciendo saltar por los aires todos los pronósticos agoreros que le habían borrado de todas las quinielas para jugar el Mundial de Alemania.

La grada se puso en pie al grito de "Xavi, Xavi, Xavi" y enloqueció media hora más tarde cuando ocupó la plaza de Deco sobre el terreno de juego. Aquel cambio cerrar un capítulo gris en la carrera de uno de los mejores futbolistas de nuestro país, dejando atrás la operación, las sesiones de recuperación y el estar alejado del grupo.

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Fueron meses duros. Su ausencia coincidió con la consolidación de un bloque que venía de ganar LaLiga el año anterior y que, con Frank Rijkaard en el banquillo, iba a devolver la gloria europea después de 14 años. La comparación con el Dream Team de Cruyff era inevitable. Xavi, en el ecuador de su carrera barcelonista, tenía ante sí el reto de recuperar su sitio en una constelación plagada de estrellas como Deco, Ronaldinho, Iniesta...

Aquel 29 de abril de 2006 había alguien que también sonreía lejos del Camp Nou. A unas semanas de la disputa del Mundial de Alemania, Luis Aragonés respiraba aliviado al recuperar a una de sus piezas más preciadas. Lejos aún de la gloria del Prater de Viena en la Eurocopa de 2008, el técnico fue vital en la carrera de Xavi Hernández, tal vez uno de los pocos en ver el potenicial que aquel diamante en bruto poseía en su interior. Tras la muerte del Sabio, Xavi reconocería el mensaje que le había mandado una y otra vez durante su lesión. La promesa de ir al Mundial de Alemania estaba encima de la mesa y Aragonés no era hombre de tirarse faroles.

En el ecuador de su carrera con el Barcelona, aquella lesión supuso un antes y un después para Xavi Hernández. Ganó en confianza y dio ese complicado paso que va de ser un gran jugador a ser una estrella mundial. Desde aquel día, empezó a jugarlo absolutamente todo, convirtiéndose en el director de orquesta de un equipo notable con Frank Rijkaard y que acabó entrando en la historia con Pep Guardiola y posteriormente con Luis Enrique. Los tres títulos que tenía su palmarés hasta la lesión se acabarían convirtiendo en 22 en los nueve años siguientes.

Con la Selección Española, Xavi prolongó su estado de gracia, siendo el motor de un combinado inolvidable que conquistó dos Eurocopas y un Mundial y ganándose el respeto de todo el mundo del fútbol. Tal vez su única espina en esta segunda etapa fuese no llevarse un Balón de Oro que para muchos estaba cantado en el año 2010 pero que terminó en las manos de su gran amigo Leo Messi.

Este domingo, con el Barcelona sumido en una importante crisis deportiva e institucional, Xavi estará siguiendo a su equipo desde la distancia. Muchos ven en él al futuro ocupante del banquillo azulgrana, un banquillo desde el que, también ante el Cádiz y después de superar el gran reto de su carrera, renació un futbolista de leyenda.